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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 7 de febrero de 2020

México. Temporada Grande: Ferrera triunfador de un Aniversario gris / por Jorge Eduardo


Marcados claroscuros en el horizonte /Foto: Javier Ramos 

Y es que detrás de la elección del ganado es clara la mano de los intereses de Andrés Roca Rey, al que parece que hay que ponerle alfombra roja, palio, silla gestatoria, flabelos, y llenarle la plaza para que venga a torear. El peruano ha levantado poco más que bostezos en esta plaza con el toro saltillo mexicano.

Temporada Grande: 
Ferrera triunfador de un Aniversario gris

Jorge Eduardo
México, o6 Febrero 2020
La búsqueda de trapío sin compromiso estampó a Jaral de Peñas, que reafirma su dificultad para cumplir con estas fechas de responsabilidad amplia.

No se estamparon en la misma dimensión los toreros, cuyas administraciones están dispuestas a estrellarlos junto a la temporada grande que organizan, y ellos dispuestos a aceptarlo. Los administradores de los intereses de los ases ibéricos y el sistema que los respalda, administran el coso en sociedad con el ganadero de Xajay, y dejan sentir toda su fuerza en estas ocasiones señaladas. Para su buena fortuna, y firmemente sustentado en su oficio y maestría, Antonio Ferrera, el poderdante de la dicha empresa, fue el mejor librado de una fiesta que no estaba hecha para él.

Y es que detrás de la elección del ganado es clara la mano de los intereses de Andrés Roca Rey, al que parece que hay que ponerle alfombra roja, palio, silla gestatoria, flabelos, y llenarle la plaza para que venga a torear. El peruano ha levantado poco más que bostezos en esta plaza con el toro saltillo mexicano. Su triunfo más rotundo ha sido, sin duda, con los parladés de Jaral de Peñas, a tono con lo que lidia casi exclusivamente al otro lado del charco. Morante se apunta porque el tipo de este toro cumple fácilmente con la exigencia de La México, evitando eventuales escándalos por falta de trapío, al cabo que los puede montar él sólo.

Total que, además de un Roca Rey que no deja de sembrar recelo y desconfianza con sus partes médicos, la ganadería es la única mal parada. Jaral de Peñas es un hierro que ha echado toros de lujo en esta plaza, entre ellos algunos de los hitos recientes: Mazapán, Brigadista, etc. Incluso durante este serial, el burraco de nombre Canónico le abrió la puerta grande a Joselito Adame. El común denominador de estos éxitos ha sido su carácter esporádico. Mazapán fue el único toro sobresaliente de un encierro infumable, Brigadista fue el único toro del hierro en aquella tarde guadalupana, o aquel Feudal, sexto que desorejó Sergio Flores después de una jornada anodina, o la misma tarde de Canónico, cuando Pablo Aguado se estampó irremediablemente con el otro Jaral que se lidió. En consecuencia, aunque Jaral de Peñas es una ganadería que puede estar a la altura de estos compromisos, tal vez no es la calidad sino la cantidad lo que aprieta al hierro de los Barroso.

En cuanto al desarrollo de la corrida, el Zapata lució incapaz con el abreplaza, y entregado y valiente con el quinto. El farol de rodillas metido en tablas fue escalofriante, la pinturería de los cites hizo juego con el temple de las suertes de capote, y completaron el cuadro el estoicismo de un par monumental puesto en la misma cara del toro, y un cuarteo asomado al balcón. Con la muleta, tras de un emocionante inicio, la faena vino a menos con los terrenos y las distancias equivocadas, tal vez a propósito.

Antonio Ferrera se alzó triunfador a resultas de un estoconazo recibiendo como para apreciarlo en video toda una tarde. En la lidia, se vio atropellado, brusco, y sobrecargado de detallitos con un toro más o menos áspero. Con el sexto estuvo en su mejor versión, metiendo en la muleta con una solidez y un oficio todavía mejor que el del otro día. Una vez más, pasada la mitad del trasteo, cuajó trazos enormes por ambos pitones, sobre todo sin ayudado. Estaba hecha una faena donde parecía no existir la posibilidad de lucimiento. Esta vez hubo menos cercanías, pero también menos lejanías que otras ocasiones, y la colocación mejor y más acertada posible. Quede para la memoria fotográfica un señor doblón allá por los toriles, simplemente precioso. Falló con los aceros y el juez Enrique Braun aflojó la oreja tras una petición minúscula, desatando tremenda rechifla.

Morante es el único que puede opacar a Morante. La estatura taurina y artística del sevillano es inalcanzable. Así lo manifestó con el primero de su lote en el que hizo lo que quiso con un toro quedadón y deslucido. Una verónica, el asolerado inicio por alto, el toreo al natural en cortito, por la derecha más amplio, el cambio de mano por delante esplendoroso. En fin, una salpicadura de detalles de excepción que entusiasmaron al coso. Aguantó incluso dos derrotes por el lado izquierdo, reafirmando que también es un torero valiente. Mató de estocada apenas desprendida para cortar una oreja.

En la lidia de los séptimos de la tarde se combinó una mezcla catastrófica. Lo malo del ganado, lo inepto de la autoridad, lo analfabeto de la afición, la sinvergüenza de Morante... Y hasta el pésimo estado del sistema de audio de la plaza. El séptimo fue devuelto por manso, reafirmando que esta plaza está anquilosada en costumbres de décadas atrás, como devolver a los toros que rehuyen la pelea a pesar de que está estipulado otro procedimiento en el reglamento desde 1997, y que otra posibilidad taurina es decididamente más acertada. La devolución nunca se escuchó, y siguieron picando al toro por aquí y por allá. Bronca en los tendidos y cojines en la arena. Salió otro igual de mansurrón, y Morante, que se dobló con el toro haciendo albergar esperanzas de que trataría de meterlo en la muleta, tan solo lo hizo para enseguida tirarse a matar. Qué mal sabor de boca.

Octavio García "El Payo". Eterna promesa, eterno aprendizaje, eterno ahí la lleva. Eterna espera por el do de pecho que no ha llegado, y que cada vez más parece que no llegará. Con el cuarto del festejo lo maltrató la gente por su incapacidad y abulia, sin dejar nada para el recuerdo. Con el octavo parecía salir al ruedo sin expectativas, sin brindar, y sin mayor gesto de decisión. El toro rápidamente rompió a bueno, sacando de cuadro hasta al mismo Payo, que poco a poco salió de su pequeñez. Empezó a ligar las tandas, y a deshacerse de sus momentos utilitarios en la cara del toro. Quedó de manifiesto una vez más que algunos podrian serlo todo, pero no quieren, o tal vez no saben cómo. Del gozo al pozo con el bajonazo que lamentó toda la plaza, y que le impidió obtener trofeos. Una más de El Payo.

El próximo domingo, en corrida por el estoque de oro, toros de diversas ganaderías para Enrique Ponce, Antonio Ferrera, Morante de la Puebla, José Mauricio, Joselito Adame, y Luis David Adame, que no ha pegado un muletazo en toda la temporada, pero ahí está colgado como triunfador. Les digo que a esos apoderados les da igual estampar a su gente...

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