No será posible este año ver esta imagen, por San Isidro, en Las Ventas
Noticias nada agradables recibimos sobre el envío al matadero de ganado bravo. El peor destino posible donde pueden acabar su vida. Son las consecuencias que, de momento, nos toca vivir con esta terrible crisis que padecemos. Es curioso, la muerte acecha más a los humanos y a las reses bravas, que al resto de especies.
Ni San Isidro, ni San Fermín, ni…
Madrid, 27 Abril 2020
Esa es la triste realidad. Nuevas ferias, de las denominadas de primera, se van al traste.
A continuación, le tocará el turno a Bilbao, seguro. Mal se ve la posibilidad de que la temporada eche a andar, siquiera después en ferias de menor importancia tengamos esa oportunidad de abrir alguna plaza de toros, pero eso tampoco se ve muy claro.
Noticias nada agradables recibimos sobre el envío al matadero de ganado bravo. El peor destino posible donde pueden acabar su vida. Son las consecuencias que, de momento, nos toca vivir con esta terrible crisis que padecemos. Es curioso, la muerte acecha más a los humanos y a las reses bravas, que al resto de especies.
Esta fatal coincidencia nos hace desear más que nunca que se le pueda dar carpetazo a la situación cuanto antes. Por supuesto que los seres humanos son nuestra primera opción, nuestra primera preocupación, que acabe ya este rosario de muertes, muchas de ellas desgraciadamente evitables, y nos despojemos del miedo a convivir y hacer la vida social que perdimos. Que podamos deambular y desplazarnos a nuestro antojo, lejos de este enchiqueramiento al que nos tienen sometidos.
De forma brava hemos de salir del chiquero, para recuperar nuestro terreno y poder enfrentarnos a todo. La vida es muy bonita como para vivirla entre cuatro paredes. Curiosamente, otra vez, quienes vivían libres en el campo se les confina hacia un lugar muchísimo peor, el matadero.
Por nosotros, por los toros bravos, hemos de salir a defender lo nuestro al tiempo que defendemos sus vidas. Para las vacas duraderas, para los machos, al menos, darles la oportunidad de morir en las condiciones para las que fueron criados: En una plaza de toros enfrentándose a un artista.
Ni en San Isidro ni en San Fermín podremos disfrutarlo, ya lo sabemos, pero ojalá podamos verlo en agosto, septiembre, octubre... Nadie nos puede negar el derecho a ser optimistas, por muy negro que se esté viendo el panorama.
Y si la fórmula ha de ser diferente a la conocida, por las razones que obliguen a ello, que se arbitre el modo y manera de ver de nuevo a los toros librar su batalla en las plazas de toros y no la sumisión completa, plena de indiferencia, de los mataderos.
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