Su hermosa arquitectura de estilo mudéjar se compone de unos amplios tendidos y unos airosos palcos. La visibilidad es extraordinaria en todo su conjunto y los planos del inmueble, dado su basamento y fortaleza, ofrecen la posibilidad de construir un segundo piso que aumentaría su capacidad en otras cuatro o cinco mil localidades. Lo que demuestra que si no está catalogada entre las plazas de primera no es porque le falten condiciones para ello ni tampoco sería muy difícil llenarla a poco que se racionalizaran los precios en taquilla. Es pues la plaza de Albacete una joya arquitectónica, orgullo de la afición albaceteña, a la que en circunstancias normales es habitual ver absolutamente cuajados sus tendidos de un público festero pero a la vez entendido. Circunstancias que han hecho que, en la ruta taurina, la feria de dicha plaza figure como la más importante, y quizá la más seria del mes de septiembre.
Dado que la ciudad manchega disfruta de una afición taurina seria y entendida, resulta penoso que se elaboren pliegos de adjudicación leoninos, plagados de condiciones que ponen muy difícil la posibilidad de organizar en ella ciclos de primera categoría en cuanto a toros, toreros y precios de las localidades. Como muy bien se ha visto con el lamentable pliego de licitación, que con sus exageradas exigencias, ha originado la “espantá” de cualquier empresa seria, que, como diría el clásico, “han dejado a la moza imposible para vos y para mí”.
Y todo lo antedicho es doblemente lamentable en las circunstancias que atravesamos, sin acabar de ver la luz del final del túnel de esta pandemia de la que ya nos ataca la tercera ola, amenazando con dejar las bíblicas “siete plagas de Egipto” convertidas en un simple constipado de verano. Y uno, que confiaba en que el toreo recibiera un buen trato en la localidad que le vio crecer y salirle el bozo, dado que el actual alcalde parecía un buen aficionado, ha sufrido una decepción de no te menees. Y es que el poder a veces obnubila…
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