Una mayoría ha estado "tapada". Las figuras que no se han puesto el traje de luces porque no les era rentable económicamente hablando. Y por idéntica razón los empresarios rezagados, esperando que escampara, cuando sabían de antemano que no habría arco iris.
El mal año taurino 2020, con algunas excepciones
Juan Miguel Núñez Batlles
A estas alturas del año se daba por concluida la temporada. Incluso antes; en octubre se echaba el cierre al calendario.Y se contaban resultados en base a números.
Esta vez, sin embargo, para saber lo que ha sido 2020 no valen las cifras. Y no valen porque todo ha sido muy raro. Una temporada con estadísticas prácticamente a cero, no cuenta. Bajo el yugo de la pandemia, no hay sumas que hacer.
En todo caso, valdría señalar y elogiar actitudes que conforman algunas excepciones. Lo que llaman gestos, que no gestas, de los que han intentado tirar para adelante, y los que no. Que de todo ha habido.
Una mayoría ha estado "tapada". Las figuras que no se han puesto el traje de luces porque no les era rentable económicamente hablando. Y por idéntica razón los empresarios rezagados, esperando que escampara, cuando sabían de antemano que no habría arco iris.
Lo peor es que unos y otros no han tenido bastante con ausentarse; también se han dedicado a criticar y atacar a los que decidieron hacerse presentes.
Acoso e intento de derribo a José María Garzón, empresario en El Puerto de Santa María y en Córdoba, ejemplo de afición y organización, montando dos corridas que son referencias notables de la temporada.
También José Antonio Cejudo "El Guajareño", apuntó alto en la corrida que montó en Granada en la Festividad de la Virgen de las Angustias (los de la Fundación del Toro, sin apoyo de los grandes echaron mano de él para salvar su proyecto llamado de Reconstrucción y que pudo acabar en degeneración.
Otro que ha dado el paso adelante ha sido Alberto García.
Y poco más. Para el resto del sector empresarial, un cero así de grande. Era el momento de poner lo que se necesitara, pero que si quieres arroz, como dice el castizo. ¿Hace falta nombrar como ausentes a los Lozano, Valencia, Matilla, Casas, Chopera...., todos ricos gracias al toreo? Aunque ya se quieren hacer notar para 2021, Castellón y Valencia, eso sí, anunciando las fórmulas de estos Garzón, "Guajareño" y "Tauroemocion" de Alberto García.
Sevilla, calla. Y calla Madrid. Y callan todos. A empresarios y políticos se los ha tragado la tierra. De la Comunidad Autónoma de Madrid se esperaba otra cosa, puesto que sus únicas decisiones han sido prohibir, y ahí están Aranjuez, San Sebastián de los Reyes y Alcalá de Henares, entre otras plazas, con festejos programados y a última hora suspendidos (eufemismo de prohibidos) cuando en las demás Comunidades se celebraban sin riesgos de contagios como ha quedado demostrado.
De los toreros, se salva Enrique Ponce por su afición para hacer temporada normal. Y desde luego Juan Ortega, con sus muy triunfales -yo diría que antológicas- faenas de Linares y Jaén. Por cierto, una reflexión de este nuevo Ortega en unas recientes declaraciones, resume el panorama: "ha sido importante que se hayan dado toros, pero más importante, haberlo hecho como se ha hecho". Y a buen entendedor, yo creo, pocas palabras bastan.
Otros, de condición más modesta, han llegado con mucha dignidad hasta donde los empresarios ausentes les han permitido.
Y no cierro el capítulo de toreros sin anotar que Manzanares, después de dejarse ir de rositas la temporada, ahora dice que sí, que el año que viene hará el esfuerzo para estar, aunque sea cobrando sólo la mitad. Así que, como dice mi amigo Javier Molero, expresidente del Club Cocherito de Bilbao, "estamos salvados, si es verdad que vuelven Manzanares y los toros de carrefour, y por si fuera poco abogados en las cuadrillas, ¿hay quién dé más?"
Capítulo aparte, las ganaderías. Y esto sí que va en serio. Una ruina.
Los objetivos eran ¿reconstrucción, o decadencia?
Si es verdad que el espectáculo es el toro, los responsables del tinglado tenían que bogar por el toro con emoción, esa emoción que es el primer ingrediente de la bravura.
Sin emoción, queda claro, no habrá tauromaquia. No vale colar una vez más el toro del adocenamiento y el aburrimiento, como han pretendido hacer, y mucho me temo que van a querer seguir haciendo.
Porque si la tauromaquia está amañada en lo que al toro se refiere, apaga y vámonos.
En tanto la economía ha sido un desastre en el sector de la cabaña de bravo. Y sin ayudas no hay horizonte.
Un año malo por lo que dejamos atrás y por lo que se vislumbra. Un espectáculo camino del olvido si se "normaliza" la ausencia de festejos.
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