Pontificar al santo PoEl problema que tenemos es grande, más de lo que ellos imaginan; el desvarío en todos los órdenes de los últimos años es algo que pagaremos en lo sucesivo con un precio altísimo. ¿Qué hacer para que las gentes vuelvan a los toros? Esa es la gran pregunta que nadie tiene respuesta y mucho menos soluciones.ntificar al santo
Pontificar al santo / por Pla Ventura
Entre otras cosas, decía Manzanares que, si hay media plaza en lo sucesivo, de espectadores se refiere, claro está, que se adaptará a ello, sencillamente porque no se trata de novedad alguna; lo de media plaza todavía me parece excesivo dadas las circunstancias en que vivimos y, lo que es peor, las secuelas que dejará la pandemia en el mundo de los toros. Digamos que, los daños colaterales que dejará esta situación tan desastrosa, hasta dudo mucho que tengan remedio.
Si ya en los últimos años, salvo Sevilla y Madrid, lo de la media plaza que alude Manzanares era la tónica dominante, a partir de ahora, aunque superemos la pandemia, el camino se tornará muy arduo. La gente ha perdido la costumbre de ir a los toros y si para colmo, como viene siendo habitual, reina el desencanto, nuestra desdicha no puede ser mayor. Como tantas veces dije, la feria de Bilbao del pasado año fue la prueba fehaciente de que algo grave está pasando en la tauromaquia cuando las gentes no acudieron a dicha plaza que, como decía, Manzanares, apenas llenaron medio coso bilbaíno cuando todo era normalidad absoluta.
Dios quiera que para el año próximo superemos la mandita pandemia y que todo vuelva a la normalidad, en los toros y en todas las facetas de la vida cotidiana pero que, los toros, como tales, han quedado marcados de por vida, eso es una realidad que asusta. Para colmo, el sector empresarial taurino está más desunido que la derecha de España, que ya es decir. Todo el mundo campa por su respeto y cada cual lleva un rey dentro de su cuerpo, razón del desvarío que reina en el sector taurino.
Como hemos podido ver, muchos empresarios licitaban por plazas a las que sabían de antemano que no se podían pagar los arriendos que se imponían pero, la cuestión era tirar para adelante y llegado el momento ya veremos. Eso decía el ciego, ya veremos, pero nunca vio. Eso es el mundo de los toros, un país de ciegos que, por poco que acierte un empresario para hacer las cosas bien, inmediatamente le podemos calificar como aquello de que, en el país de los ciegos, el tuerto es el rey.
Los empresarios se quejan de las condiciones que se les exigen como arrendatarios de los inmuebles taurinos, pero nadie abandona la profesión. Algo quedará de toda la gestión, digo yo. Para colmo, a poco que cualquier empresario regente un par de plazas ya tiene como poderdantes a varios toreros; es decir, yo me lo guiso y yo me lo como, es lo más normal del mundo.
De todos modo, cierto y verdad que el sector está muy resquebrajado y, los triste de la cuestión es que siempre lo pagan los mismos; los de abajo, como en todo negocio piramidal y los toros no deja de ser un reflejo de lo que digo. Como decía, Manzanares está por la labor pero, amigo, entre todos la mataron y ella sola se murió. Es decir, entre todos han logrado que la gente no vaya a los toros y si no hay aficionados o simples espectadores de pago, el castillo de naipes se desmorona por completo. El problema que tenemos es grande, más de lo que ellos imaginan; el desvarío en todos los órdenes de los últimos años es algo que pagaremos en lo sucesivo con un precio altísimo. ¿Qué hacer para que las gentes vuelvan a los toros? Esa es la gran pregunta que nadie tiene respuesta y mucho menos soluciones.
No se trata de pontificar las palabras y buenas intenciones de un torero determinado porque, eso es tanto decir como si Juan Pedro dijera que para el año que viene tiene toros por doquier, algo muy sabido por todos. La cuestión es darle la vuelta a la tuerca para que, con soluciones innovadoras la gente acuda de nuevo a los toros y, cuidado, innovar no es anunciar a tres figuras con seis burritos de Juan Pedro, que nadie se confunda.
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