Los Litri y los Camino el día de la alternativa de los hijos
Vaya para todos ellos, padres e hijos, un homenaje en este mes donde los hijos adquieren mayor protagonismo. Extensivo el recuerdo y homenaje para cuantos se me hayan podido olvidar. Por supuesto, también a quienes siendo hijos de toreros, sus padres solo llegaron a vestirse el traje de luces en las categorías inferiores y han sido los vástagos quienes han alcanzado mayor notoriedad que sus progenitores.
Hijos de toreros
No son uno ni dos, son muchos quienes heredan los genes paternos, alguno hasta materno, para hacerse toreros.
Voy a pedirle a mi memoria que me haga un repaso de muchos de ellos, circunscrito solo a toreros españoles. Seguro que me será imposible recordar todos los nombres de los hijos de toreros a los que he tenido la oportunidad de ver a lo largo de mis años de aficionado, pero de todas formas merecerá la pena realizar ese ejercicio de memoria.
Quizá esta cercanía con la Navidad, tan asociada a los nacimientos y los niños, sea la que me ha levantado la curiosidad para hacer el ejercicio. En la mayoría de los casos he de decir que también conocí a sus progenitores, aunque los que me vienen a la mente van de la mano, padre e hijo.
Veamos: Pepe Luis Vázquez Garcés, uno de los grandes, nos legó otro del mismo nombre y apellido. Miguel Báez ‘Litri’ nos dejó un vástago de igual nombre y apodo. Julio Aparicio, compañero del padre anterior, nos ofreció otro Julio Aparicio un tiempo después.
Paco Camino nos mostró a su hijo Rafael. Manuel Benítez ‘El Cordobés’ nos dejó dos, uno por la vía del reconocimiento, Julio Benítez, y otro sin reconocer por él, aunque sí por la Justicia, Manuel Díaz; los dos decidieron apodarse como el padre.
Manolo Amador tuvo sucesión en otro torero del mismo nombre en los carteles. Palomo Linares lo intentó con Palomo Danko. Paquirri nos dejó dos en lugar de uno: Rivera Ordóñez y Cayetano. Pedrín Benjumea nos dejó a su hijo Javier como continuación a su apellido. Antonio José Galán nos dejó a su hijo David.
Ángel Teruel fue sucedido por un hijo del mismo nombre. Dámaso González hizo lo propio con otro Dámaso. Luis Francisco Esplá con su hijo Alejandro. También el Niño de la Capea dejó en herencia parte de su apodo con Pedro Gutiérrez ‘El Capea’. José María Manzanares dejó el testigo en su hijo José Mari.
Seguramente en todos los casos los padres fueron, sin discusión, más relevantes que los hijos. Pero siempre habrá alguien que lo pueda discutir o, acaso, matizar dicha aseveración.
Hubo más que me vienen a la memoria, aunque menos conocidos para muchos, como Emilio Oliva y su hijo del mismo nombre, García Higares y su hijo Óscar Higares, Alfonso Romero y el hijo del mismo nombre, Sebastián Cortés y Antón Cortés, Blau Espadas hijo de Vicente Blau ‘El Tino’...
Pero quizá el caso más curioso sea el de Saúl Jiménez Fortes, ya que éste es hijo de la torera Mari Fortes y del banderillero Gaspar Jiménez. Por tanto, hasta hoy, el único hijo de toreros en plural.
Vaya para todos ellos, padres e hijos, un homenaje en este mes donde los hijos adquieren mayor protagonismo. Extensivo el recuerdo y homenaje para cuantos se me hayan podido olvidar. Por supuesto, también a quienes siendo hijos de toreros, sus padres solo llegaron a vestirse el traje de luces en las categorías inferiores y han sido los vástagos quienes han alcanzado mayor notoriedad que sus progenitores.
Ya ven, son muchos quienes han tenido descendencia torera en casa, si bien sería mucho más largo enumerar a aquellos que no han tenido dicha continuidad.
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