Estamos fuera, pero deseando entrar dentro
Nuestros sueños se toparon con las realidades, unas impuestas y otras muy limitadas por las iniciativas que se tomaron. Ni un solo puñetazo en la mesa, lo que es señal de no tener mucha fuerza para darlo o por falta de la visión del cómo había que hacerlo. De una manera u otra, el relanzamiento, la reconstrucción, o como quieran llamarlo, queda pendiente para el próximo año.
Sueños y realidades
Me pongo a escribir de nuevo, como cada semana, sin saber muy bien por dónde tirar.
En este año tan atípico, tan extraño, tan duro, nos hemos pasado el tiempo deseando unas cosas y sufriendo otras. En lo taurino, por supuesto, pero también en lo social, en lo familiar, en lo privado. Los sueños siempre se han topado con las realidades, con la más dura realidad.
Ambas cosas se han ido alternando en nuestras mentes y en nuestros corazones sin solución de continuidad. Familiares que enfermaban, amigos que se iban, limitaciones de movilidad, pérdida de libertades… toda una sucesión de machacona realidad por mucho que quisiéramos y soñáramos otras cosas.
Y como una piedra en el zapato, nuestra querida Fiesta, la Tauromaquia, se encargaba de amargarnos aún más nuestra existencia. Con ser lo de menos, muchas veces parecía lo de más. Y es que no solo eran las consecuencias lógicas las que nos impedían acudir a las plazas como era costumbre, sino que recibíamos ‘palos’ por todos lados.
Desasistidos por quienes estaban obligados a ello, los profesionales más sacudidos por las consecuencias de la pandemia, se veían desprotegidos de las ayudas que a otros les llegaban sin necesidad de reclamarlas. En ello se veía, de forma contundente, lo sola que está la Tauromaquia en estos momentos. Al hilo de esa desprotección en todos los ámbitos, aprovecharon los ‘buitres’ para picotear en esa indefensión.
No nos salvamos ninguno de esa persecución y, a pesar del interés y esfuerzo por mejorar la situación, por las agrupaciones que quisieron liderar la defensa del toro y del toreo, la cosa salió descafeinada, muy light. Todo cuanto se hizo no se hizo a lo grande, se hizo casi a escondidas y sin ninguna repercusión. La verdadera reconstrucción está por hacer.
Nuestros sueños se toparon con las realidades, unas impuestas y otras muy limitadas por las iniciativas que se tomaron. Ni un solo puñetazo en la mesa, lo que es señal de no tener mucha fuerza para darlo o por falta de la visión del cómo había que hacerlo. De una manera u otra, el relanzamiento, la reconstrucción, o como quieran llamarlo, queda pendiente para el próximo año.
Es lo mismo que en todo lo demás. Las secuelas de este desastre que ha supuesto la llegada inesperada del Covid19, solo pueden superarse desde el aprovechamiento de lo aprendido y desde el convencimiento de que es posible volver a abrir los bares y los cines. Las plazas de toros no pueden ser una excepción y esperamos que el conjunto de quienes forman la Tauromaquia no actúen como si diéramos lástima. En todo caso, lo que hay que dar es guerra.
Esperemos que nos pille más preparados, mejor aprendidas las lecciones y también con mejores estrategias a desarrollar.
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