En los momentos que estamos viviendo en el mundo, llenos de tristeza y preocupación por el virus, con limitaciones de todo signo que más parece que se nos acaba el mundo, llega la Navidad y ha de ser un punto de inflexión para todos.
Hace tanto tiempo que estas fiestas se convirtieron en paganas y comerciales, que parece que la alegría viene de las luces y los regalos. El mayor regalo no es ese, el gran regalo nos fue dado hace más de dos mil años cuando llegó Jesús para redimirnos a todos. Eso es lo que se celebra en todo el mundo y no otra cosa, por mucho que lo envolvamos de música y de colores.
Ese es el mensaje que propagamos, muchas veces sin darnos ni cuenta, ese es de verdad el abrazo que mandamos a todos los que queremos, incluso a los que nos son ajenos. De eso va la Navidad.
Es por eso, que la dichosa pandemia no podrá con ello. Puede acabar con las reuniones multitudinarias, con la música por las nubes, con la alegría por las calles a la luz de la luna, pero nunca podrá con su espíritu, que no es otro que ese mensaje de paz y amor, que surgió en Belén para abarcar el mundo.
Por supuesto, que los taurinos formamos parte de él y a nosotros, perseguidos como Jesús, también nos hace falta un mensaje de amor, mucho más que en años anteriores. La persecución que sufrimos nos hace más fuertes, nos hace más fuertes la fe, nuestra convicción de saber que abrazamos una de las aficiones más bonitas.
Lo bueno de ella no son las luces ni los destellos de los vestidos de torear, ni siquiera los triunfos de los toreros, lo mejor de la Fiesta es lo que supone de amor a la naturaleza, de preservar una raza, un animal que llevaría años extinguido si no fuera por todos nosotros. El toro es el rey de esta fiesta, como Jesús es el Rey de esa fiesta que ahora celebramos.
No hace falta mucha imaginación para verlos juntos en el portal de Belén. Uno, Jesús, vino para salvar al mundo, el toro es el único que puede salvar la tauromaquia. Así que llegados estos días encomendémonos a ellos, son nuestras guías de salvación.
Y esto vale para creyentes y no creyentes, han de saberlo. Sin Jesús no habrá amor entre los hombres, sin el toro no habrá fiesta, tampoco el mayor respeto por la naturaleza. La naturaleza totalmente representada por y para el hombre y la tierra.
¡¡Feliz Navidad a todos!!
Hola Antolin, me han hablado muy bien de ti, como aficionado y escritor de temas taurinos, yo soy aficionado práctico y amigo de EL INCLUSERO. Saludos.
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