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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Decálogo del buen taurino / por Rafael Comino Delgado


El buen taurino, sea o no profesional, debe serlo siempre en su vida, vivir en taurino, igual que el torero debe vivir en torero, y practicar los valores que enaltecen y rigen en el toreo, y para ello debe conocer la tauromaquia, entenderla, sentirla, amarla y vivirla.

Decálogo del buen taurino

El buen taurino, sea o no profesional, pues los aficionados también somos taurinos, debe serlo siempre en su vida, vivir en taurino, igual que el torero debe vivir en torero, y practicar los valores que enaltecen y rigen en el toreo, y para ello debe conocer la tauromaquia, entenderla, sentirla, amarla y vivirla.

Nos vamos a referir exclusivamente al taurino no profesional que, a nuestro entender, debe cumplir el siguiente decálogo:

1) Debe amar la tauromaquia, igual o más que a cualquiera de las demás artes, y hablar de ella con el máximo respeto.

2) Siempre deberá mostrar un gran amor y respeto al toro. Nunca debe olvidar que es pilar fundamental e imprescindible en la Fiesta.

3) Debe saber de toros (saber cosas de toros, historia de la tauromaquia, conocer los principales encastes, fechas, carteles, aniversarios, etc.) y entender de toros (comprender lo que está pasando entre toro y torero en el ruedo). Si solo sabe de toros no es buen taurino.

4) En cualquier lugar donde se encuentre, si llega la ocasión y el momento lo requiere, debe defender y difundir la tauromaquia todo lo que pueda, de acuerdo a sus posibilidades, siempre con argumentos sólidos, resaltando sus valores (Verdad, Ética, Dignidad, Respeto).

5) Debe comportarse siempre, tanto dentro de la plaza (viendo un festejo) como fuera de la misma, con distinción, con elegancia, con templanza, nunca exaltado. Debe vivir a compás -siempre de acuerdo al momento- y jamás perder la compostura, ni resultar chabacano.

6) Debe hablar de toros lo justo, solo con quien valga la pena, solo cuando sea necesario y solo de aquello que conoce tanto o más que sus interlocutores. Nunca afirmar o negar algo si no está seguro. Cuando hable de oídas o de haber leído, debe citar la fuente. De lo contrario debe permanecer callado, escuchar y aprender de los que más saben, siempre teniendo presente que los que se ponen delante, generalmente, entienden más de toros que los aficionados, por tanto, cuando hable un profesional se le debe escuchar con mucha atención.

7) Debe ser respetuoso con los demás, y con sus opiniones, pero jamás debe permitir que la tauromaquia o sus profesionales sean ofendidos en su presencia, llegando hasta donde haga falta para impedirlo.

8) Si en su presencia algún taurino no se comporta debidamente, debe corregirle de forma sutil, a ser posible en un aparte. Si no tiene autoridad para ello debe abandonar la reunión.

9) Nunca hablará en público mal de nadie y menos de un taurino. Si no puede hablar bien se callará.

10) Todos los aficionados y profesionales, aunque no lo digan, tienen un torero preferido -lo que no impide que también sigan a los demás- y eso debe ser rigurosamente respetado. Jamás se debe hablar, a nadie, mal de su torero preferido, despreciando o minusvalorando sus cualidades. En todo caso, si te pide insistentemente tu opinión se le contesta destacando sus virtudes, y añadiendo, de manera sutil, que en otros aspectos no es tan bueno. Es decir, se le contestará con la verdad, pero sin molestar.

Creemos que el que cumpla con todas estas normas de conducta y recomendaciones será un buen taurino, reconocido y respetado por los demás.

Antes de publicar este decálogo lo mostré a mi buen amigo don Luis Cochicho, abogado y ganadero portugués, hombre de gran cultura y trato exquisito, quien tras leerlo me dijo literalmente: “El buen taurino, al respetar y absorber toda la ética del toreo, asume la tauromaquia como una expresión artística, cuyo mensaje se traduce en una escuela de valores aplicables a la vida cotidiana, como una enseñanza de vicisitudes aplicables a la realidad”. Estas palabras me recordaron las de don Álvaro Pombo en 2003: “Me parecería interesante que se utilizase, pedagógicamente, el toreo en las escuelas”. A mí también, pero algunos zotes quieren prohibirlo.

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