Foto: Philippe Gil Mir.'..La investigación biológica y fisiológica sobre el toro y su lidia no ha hecho más que empezar. Sus primeros resultados confirman la clarividencia etológica y funcional de la lidia que subyace al arte de torear. En ciernes se encuentran estudios de psicología colectiva sobre la ética de la lidia y su inconsciente o natural aceptación por el público de los toros..'
Ciencia y Tauromaquia
por José Carlos Arévalo
Dos nuevos actores se ciernen sobre la Tauromaquia desde el comienzo del siglo XXI. Uno es enemigo, el movimiento animalista, que, con una virulencia global e inesperada, pretende la abolición de las corridas de toros y de todos los festejos populares con reses bravas, en todos los países taurinos. Sus bases se amplían: el movimiento vegano, la subcultura urbana que personifica a los animales, el desnortado populismo de masas del movimiento ecologista y la toma del poder por parte de militantes tan ignorantes como influyentes. En España, nada menos que el ministro de cultura, de quien depende la Tauromaquia en tanto que Patrimonio Cultural de España, y cuya política al respecto se ha limitado por el momento a suprimir el Premio Nacional de Tauromaquia y a impulsar, bajo cuerda, una Iniciativa Legislativa Popular, con el fin de que el Congreso abola la Ley que protege las fiestas de toros en su totalidad. Curioso, ningún argumento que justifique su posición antitaurina ha salido, que yo sepa, de su boca o de su pluma.
El otro actor, inesperado e involuntario, es la ciencia. Por supuesto, ni entra ni sale en el debate entre taurinos y antitaurinos. Pero no es de extrañar que en el país fundador de la corrida de toros y en el que persisten fiestas ancestrales, algunas vigentes desde hace más de dos mil años, la ciencia se pregunte quién es el toro ibérico y cuáles son las claves biológicas y orgánicas de su comportamiento. Evidentemente, las investigaciones son recientes, debidas a iniciativas individuales, en general financiadas por sus autores o mediante ocasionales ayudas privadas. Salvo el libro genealógico del toro de lidia, financiado por el Ministerio de Agricultura a finales del siglo pasado, no me consta que ninguna institución del Estado haya financiado investigación alguna sobre el toro de lidia, que es un patrimonio deslumbrante de la fauna universal.Noticias Relacionadas
He aquí algunos descubrimientos llevados a cabo sobre el toro de lidia:
Entre todos los bovinos, el mapa genómico del toro de lidia es el más emparentado con el del Uro primordial del que descienden. Su variabilidad genética es muy superior a la de todas las razas de su especie. Hay más distancia genética entre dos toros bravos de ganaderías separadas por unos pocos kilómetros y pertenecientes al mismo encaste que, pongamos por caso, entre un bovino irlandés y otro hindú. Su riqueza genética es tan amplia que en la supuesta hipótesis de que desaparecieran todas las razas bovinas europeas podrían se reconstruidas a partir del llamado toro bravo. Pero no a la inversa.La secular evolución medioambiental del toro ibérico resistente a la domesticación y después convertido en toro de lidia, ha forjado órganos y rasgos inexistentes en el resto de los bovinos. Por ejemplo, tiene una doble circulación coronaria, una especie de bypass natural que lo protege del infarto en momentos de alta tensión, como la lidia o la lucha entre rivales.
El cortex cerebral del toro bravo es superior al del resto de los bovinos, lo que le depara más rapidez de respuesta, mayor ductilidad para la lucha, y un mejor dominio mental en situaciones estresantes, como la lidia. También lo diferencia la pequeñez de su amígdala cerebral, singularidad común entre los mamíferos más agresivos de cada especie.Su singular y poderoso sistema neuroendocrino lo capacita para la lidia. La instantánea y eficaz respuesta de sus neurotransmisores actúa como un acto reflejo hormonal ante la agresión de un leve pinchazo (la divisa) o de una penetración más fuerte (la puya) no se activa en la carne sino en la piel del toro, y cumple la función de bloquear su dolor, palíar su estrés y estimular su agresividad. Esta peculiarísima trama hormonal desmonta las acusaciones de los antitaurinos sobre el dolor padecido por el toro durante la lidia y confirma la intuitiva opinión del aficionado cuando afirma que “el toro bravo no se duele al castigo”. Afortunadamente, la ciencia no opina, demuestra.
La investigación biológica y fisiológica sobre el toro y su lidia no ha hecho más que empezar. Sus primeros resultados confirman la clarividencia etológica y funcional de la lidia que subyace al arte de torear. En ciernes se encuentran estudios de psicología colectiva sobre la ética de la lidia y su inconsciente o natural aceptación por el público de los toros.
Pero, a día de hoy, la primera gran aportación es la reforma de los útiles del toreo, creados de acuerdo con la información suministrada por la ciencia sobre la biología y anatomía del toro de lidia. Sus resultados han sido comprobados positivamente en múltiples pruebas a puerta cerrada. Sin restar un ápice a la emoción connatural al toreo, mejoran las prestaciones del toro y aportan al torero -picador, rehiletero y matador- una eficacia muy superior a la que deparan los obsoletos y vigentes útiles reglamentarios.
La ciencia, inesperada e involuntariamente, se ha convertido en el más eficaz abogado defensor de la tauromaquia. Nadie podía prever que el presente siglo trajera para la Fiesta un pan debajo del brazo. Ahora, el pleito entre taurinos y antitaurinos es un debate entre la razón y el prejuicio.
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