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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 25 de julio de 2025

Final de las novilladas del ciclo veraniego nocturno. Toreo predispuesto y añejo en noche con viento fresco / por Pepe Campos


'..todo el público —y la afición— de Las Ventas se alegró para vivir un buen festejo, en lo que ha sido la mejor novillada, hasta ahora, de la temporada. Tanto fue así que no se notó, o no existió, esa mala conducta de la nueva afición joven madrileña que tanto se ha criticado, por eso de su beber y su corretear de manera procelosa en los tendidos del coso berroqueño. Vivimos una noche de afición, de sociabilidad y de didáctica..'


PEPE CAMPOS

Plaza de toros de Las Ventas, Madrid.
Jueves, 14 de julio de 2025. Final de las novilladas del ciclo veraniego nocturno Plaza 1 «Cénate Las Ventas». Novillos mansos y nobles de Guadaira. Rozando la media entrada. Noche ventosa y con cierta rasca del siempre sorpresivo verano madrileño.

Novillos de Guadaira, de sangre Domecq, vía Jandilla, bien presentados, bien armados, cuerna abierta, astifinos, mansos, nobles, algunos flojos, en general dieron juego. El primero, tardo y remiso. El segundo, pronto. El tercero, precioso jabonero, cornivuelto, corto en la embestida. El cuarto, con empuje. El quinto, corto de cuello y desrazado. El sexto, alto y con movilidad. Primero y tercero, fueron silenciados en el arrastre. Segundo, cuarto y sexto, aplaudidos. El quinto, pitado.

Terna: Bruno Aloi, de Ciudad de México (México), de azul cielo y oro, con cabos blancos; de veinticuatro años; veinte festejos en 2024; saludos tras un aviso y una oreja. El Mene, de Zaragoza, de tabaco y oro; veinte años; diez festejos en 2024; vuelta al ruedo tras petición y silencio. Pedro Luis, de Lima (Perú), de azul real y oro; veinticuatro años; siete festejos en 2024; saludos tras un aviso y vuelta al ruedo tras aviso. Bruno Aloi fue declarado vencedor del Certamen «Cénate Las Ventas».

Suerte de varas. Picadores: Primer novillo —Teo Caballero—, primera vara, con novillo puesto en suerte, refilonazo y el novillo se sale de la suerte, después en segundo intento, colocación del hierro trasero y caído, con metisaca y el astado sale suelto; segunda vara, en suerte, le hace cinco agujeros, con colocación caída y trasera, le tapa la salida y el novillo se repucha. Segundo novillo —Héctor Piña—, primera vara, al relance, detrás de la cruz, sin castigarle, sale suelto; segunda vara, al relance, trasera, sin castigarle, sale suelto. Tercer novillo —José Adrián Majada—, primera vara, en suerte, trasera y sale suelto; segunda vara, sin estar en suerte, trasera y caída y sale suelto. Cuarto novillo —Antonio Prieto—, primera, en suerte, detrás de la cruz, bien cogido, le pega, empuja y sale suelto; segunda, en suerte, detrás de la cruz, bien cogido, empuja, finalmente le pega y sale al capote. Quinto novillo —Pedro Iturralde—, primera vara, sin estar en suerte, trasera y sale suelto; segunda, al relance, detrás de la cruz, aguanta la vara ante el empuje del novillo y sale suelto finalmente. Sexto novillo —Manuel Sayago—, primera, en suerte, caída, con metisaca y sale suelto; segunda, sin estar en suerte, caída, con metisaca de nuevo y sale suelto.

Decíamos de la anterior novillada que a los toreros les faltó determinación para obtener el triunfo, al margen de que los astados embistieran más o menos, mejor o peor. Pues bien, como por arte de magia o reconcomio, los novilleros de ayer noche le echaron deseos y ganas a su tarea —uno de ellos, el más fino, había sido protagonista en ese festejo aludido—. Ahora, podemos decir de ayer noche que así es la vida también, que ante el reto de hacer algo positivo, en ocasiones, nos encontramos con hambre y en otras con inapetencia. Y esa fue la mejorada imagen que dio El Mene en la noche de ayer, la de un novillero más apetente, más ávido y decidido. Por su parte, sus compañeros de cartel ya habían mostrado afán de triunfo en sus anteriores comparecencias en el coso madrileño y, por eso, se puede decir, habían entrado en la final de las novilladas del ciclo veraniego que de manera desigual prepara la empresa Plaza 1. Ayer todo fue a favor de viento —que por cierto, hizo mucho— y no hay nada que reprochar sobre los novillos elegidos ni sobre la actitud de los futuros matadores de toros. Por ello, todo el público —y la afición— de Las Ventas se alegró para vivir un buen festejo, en lo que ha sido la mejor novillada, hasta ahora, de la temporada. Tanto fue así que no se notó, o no existió, esa mala conducta de la nueva afición joven madrileña que tanto se ha criticado, por eso de su beber y su corretear de manera procelosa en los tendidos del coso berroqueño. Vivimos una noche de afición, de sociabilidad y de didáctica.

Al mismo tiempo, por ese arte de ilusionismo mencionado, ayer no vimos muchos de los defectos que dañan al toreo por la técnica empleada por los toreros en sus labores taurómacas, ante animales nobles o noblejones o boyantones, que, normalmente, consiste, como opción principal, en retrasar la pierna de salida a la hora de dar los pases centrales de las tandas —para no correr riesgos innecesarios, ante percance en la femoral, se dice o se cree—. O la de no cruzarse ante esos animales noblones, porque podría ser una ventaja del lidiador, al impedir que el astado le vea a él, y, sí vea, en cambio, a la muleta —una ventaja, se piensa, dicen algunos—, cuando en realidad si el toro es dócil y franco, su misión es la de obedecer al engaño y seguirlo, y al hilo del pitón, entonces, ¡ancha es Castilla!; quitándole así mando y profundidad al muletazo cuando el espada está cruzado al pitón contrario y le obliga a obedecer al astado, según corriera la mano hacia detrás de su cadera. O, en otro mantra, cuando se ve a los matadores perder pasos después de cada pase, para iniciar otro, darlo, y volver a perder pasos y así indefinidamente —ante toros boyantes—, en vez de imprimir verdad y emoción y mando si el torero se mantiene firme en su sitio, y no cede, y obliga al toro a pasar y darle otro pase, a continuación. Y así.

En fin, anoche, como un fenómeno de prestidigitación, los noveles toreros se tomaron una tregua en sus planteamientos, y no hicieron caso a sus mentores —aquellos que les conducen al destoreo, de no cargar la suerte, de no cruzarse, pero sí perder pasos—, y torearon de manera natural, sin técnica de tentadero, ni exposición de clase práctica, tan al uso de taurinos ya sean éstos teóricos o no lo sean. La noche fue ventosa, hemos apuntado, y los novilleros, menos en el primer novillo, plantearon las faenas de muleta en terrenos del seis y del siete, allí donde se fueron los papelillos que se suelen echar en la arena para saber en dónde hace menos viento dentro del redondel en la plaza del Espíritu Santo —Las Ventas—, situada en territorios ventosos, pero que con esta vieja costumbre de los papelillos y saber a dónde van, a qué terrenos, se salva este gran problema o se mitiga, lógicamente dentro de la segunda raya hacia tablas. Por otra parte, como los novillos fueron mansos, esa elección, por parte de los novilleros, de torear hacia las querencias —mirando al seis y a las tablas— que coincidía con la quietud de los papelillos, favoreció el toreo y el éxito del festejo.

Entrados en la temática de lo que hicieron los novilleros en su actuación, debemos hablar, en primer lugar, de Bruno Aloi, en su nueva intervención en Madrid, donde dio un paso adelante, pues se mostró con deseos y con acierto, en una labor firme y meritoria. Se sabía de sus buenas condiciones como torero; ahora confirmadas en mayor medida por el asentamiento mostrado. A su primer novillo, lo toreó donde hacía viento —en terrenos del diez— y fue muy molestado por ello. Aún así, pudo manejarle —a un novillo remiso que no pasaba— sin enganchones, comenzó por bajo con suavidad, para después torearle con entrega en redondo pues el novillo era renuente, y con algunos naturales meritorios, limpios, a pesar del aire. La muleta retrasada, posiblemente, para salvar enganchones —esa fue su preocupación— ante tanto aire. Terminó con bernadinas y pases de pecho. Lo mató en la suerte contraria de una estocada arriba. Su segundo novillo, bien lidiado por Jesús Mejías, metió la cara en el capote en la suerte de banderillas. Aloi comenzó con vistosos estatuarios en terrenos entre el ocho y el siete, para cerrar con el pase de la firma. Luego se fue hacia el siete, en la segunda raya. Consiguió una faena templada y ligada, en redondo y al natural, en ocasiones con compás abierto, otras vertical, rematando con cambios de mano, iniciando con molinetes y calentando al personal, avanzada la labor, con un pase por la espalda. Terminó con manoletinas de rodillas y un pase de pecho. Mató en la suerte contraria, echándose de verdad, aunque perdió la muleta. Dejó una muy buena impresión.

El Mene, comenzó su labor con dos buenas verónicas en el diez, después intentó recoger al novillo. En el seis comenzó por bajo la faena de muleta, donde dibujó muletazos limpios al torear en redondo. En el cinco da una buena tanda al natural, de mano baja. Mantiene el nivel al torear de nuevo en redondo y bajar mucho la mano, con compás abierto. Un cambio de mano ya en terrenos del siete. Y torea con buen dibujo por bajo, algunos de ellos de alto nivel. Como dato negativo hay que señalar que suele torear algo despegado, con poco ajuste. Como aspecto positivo que su empleo de la espada es de los buenos porque empuja con el puño el estoque. Mató en la suerte natural de media estocada metiendo la mano. Ante el quinto de la noche poco pudo hacer pues el novillo era noble desrazado y no quiso pelea. En el seis el animal se mostró renuente y lució descaste. Mató en la suerte contraria de un pinchazo, y otro «agarrado» y suficiente.

Pedro Luis, por su actitud y aptitud, toda una sorpresa. Ya habíamos observado en su anterior comparecencia que al natural lograba pases hondos y largos. Y anoche corroboró con creces esta estampa de buen toreo que posee este novillero peruano. Se ve que el toreo cabal lo lleva dentro; otra cuestión es que pueda salirle siempre. Le falta pericia y atesora disposición y un planteamiento de toreo añejo de otros tiempos, de un toreo perdido, profundo y valioso. Esperemos que persevere en estas virtudes y no se deje aconsejar por aquellos que recomiendan «perder pasos» entre los lances. Es decir, debe huir de los paladines que defienden el destoreo. Darles puerta. En su primer novillo, Pedro Luis logra siempre en cada tanda algún natural de los de oro —según denominación de Paco Parejo, cuñado de Antoñete—; cierto que su labor en conjunto no fue limpia, sino algo embarullada. Mató en la suerte natural, tras un pinchazo, y una estocada casi entera, delantera. Lo bueno vino en el último novillo, el sexto, donde Pedro Luis sacó casta y pasión y toreó en versión de mano baja, arrastrando la muleta por la arena, con largura, con mucha verdad y con remates firmes. Lo hizo templando a un novillo rebrincado, lo cual es un logro. Mostró torería, toreo añejo, y nos transmitió ilusión. Mató muy mal en la suerte contraria, tras cuatro pinchazos y una estocada. Esperemos que lime los defectos —las discontinuidades en su faenas y el manejo del capote— y no escuche mensajes «adocenados». /'Salmonetes ya no nos quedan' blogspot/

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