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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 11 de julio de 2025

El torero asesino / por José Carlos Arévalo


'..el asesino prepara bien su crimen. No hay un solo lance, pase, par de banderillas, estocada en los que no dé al toro todas las opciones de herirlo o de matarlo. Por tanto, no ha lugar durante toda la lidia a que sus cómplices no dejen de identificarse con él, su semejante en peligro..'

EN CORTO Y POR DERECHO
El torero asesino

Por José Carlos Arévalo
La gente no sabe, o quizá ha olvidado que hace mucho, al principio de los tiempos, exactamente cuando el hombre bajó del árbol y puso pie a tierra, hizo su primer combate con la fiera. Lo hizo por tres razones: para comer, para marcar su jerarquía territorial y social sobre el planeta y para sobrevivir.

Nadie se extrañó. Todos los seres vivos se alimentan unos de otros. Hasta los herbívoros comen plantas, seres vegetales que también sienten, según algunos botánicos. El hombre, quizá por inteligente, come de todo. Pero eligió combatir al toro, o a su predecesor, el uro. Porque era el animal dominante por excelencia. Acotaba su territorio, vivía en sociedad, lo engrandecía su poder genésico, cada macho tenía su harén de hembras, como los dioses no respetaba el tabú del incesto y mariconeaba estacionalmente. Además, atesoraba un misterio: mataba a sus presas, pero no se las comía.

El combate del hombre con el toro fue un acto fundacional, la victoria del ser humano sobre un animal superior. Al menos el toro ibérico, de una bravura irrreductible, el único bovino sin joroba que se resistió a la domesticación, extinguido en el resto de Europa por su imposible pastoreo, se conservó en la península Ibérica porque a sus habitantes, vascos incluidos, siempre les ha gustado torear. Su relación con el hombre ibérico ha sido muy variada, corridas de bodas, juicios de Dios, toros de cuerda y fuego, combates militares, corridas caballeresca y, por fin, la corrida de toros a pie, que ha convertido al toro en medidor de hombres, donante gloria, de fracaso y de muerte. Sin duda, somos un país de asesinos.

Pero el asesino prepara bien su crimen. No hay un solo lance, pase, par de banderillas, estocada en los que no dé al toro todas las opciones de herirlo o de matarlo. Por tanto, no ha lugar durante toda la lidia a que sus cómplices no dejen de identificarse con él, su semejante en peligro. ¿Y por qué todo ese derroche de vida? Para restaurar aquel combate primordial, que siempre es el mismo y siempre es distinto, porque distinto es el toro y distinto es el toreo con que el torero nos cuenta aquel combate fundacional. Increíble semejante argumentación, apostilla el acusador de los asesinos. Sí, todo es increíble en la Fiesta de toros. Es increíble que el torero sea el único artista del mundo que compromete, siempre, su vida con su obra. Es increíble que el sacrificio del toro bravo sea el único que exige a su matador jugarse la vida. Es increíble que el toro de lidia sea el único bovino que cumple todas las edades de su especie. Es increíble que el toro bravo sea el único animal no domesticado que tiene garantizado el hábitat exigido por su ecosistema en todo Occidente. Es increíble que el sacrificio en el ruedo del 6’7 de toros de lidia garantice el equilibrio demográfico de la cabaña brava y coadyube al sostenimiento económico de la ganadería. Es increíble que gracias al asesino de toros se conserve la raza bovina de mayor variabilidad genética, la única con la que se podría recuperar al resto de las razas bovinas en el hipotético caso de que desaparecieran. Y es increíble, doy fe, que el torero sea el ser humano que más respeta al toro de lidia.

Pero lo más difícil de creer es en la estupidez de Euskal Telebista por difundir tamaña estupidez.

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