la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 24 de marzo de 2010

RASGOS DE RAFAEL EL GALLO / Por Fermín González



La suerte de descabellar según Rafael El Gallo
Paza de Barcelona


Rasgos de Rafael

Fermín González
Marzo / 2010
Rafael "el Gallo", el singular torero, que algunas de las tardes de corrida, se portaba mejor que cualquier espada, otras como cualquier otro, pero en muchas ocasiones sorprendía al cónclave con cursos de sabrosa salida de tono y arbitrariedad.

Dentro del caudal anecdótico que nos brinda la tauromaquia, no podíamos excluir de estas a Rafael "el Gallo". El singular torero, que algunas de las tardes de corrida, se portaba mejor que cualquier espada, otras como cualquier otro, pero en muchas ocasiones sorprendía al cónclave con cursos de sabrosa salida de tono y arbitrariedad. Tardes en las que, sin que el toro se moviera, el Gallo arrojaba los trastos y corría por el callejón (como si le hubiese ocurrido un quehacer urgente).
Un domingo en Madrid fue agredido, tuvo una de esas terribles tardes suyas en que acuchillaba los toros de cualquier manera, y ya, se había tirado de cabeza al callejón una docena de veces. El público que había pagado altos precios por la corrida, se indignó fieramente y arrojó a Rafael de todo, y hasta terminaron aporreándole con los bastones. Inmediatamente los periódicos ávidos de sensaciones fuertes se apoderaron del tema. ¿Se le puede pegar a un torero que este desafortunado? ¿No se le puede pegar?... Las opiniones estaban divididas – incluso había quien opinaba que el bastonazo es libre en estos casos -. Para conocer la opinión del interesado, un reportero visitó a Rafael que estaba dolorido por los agravios y los golpes.
Primeramente intento justificar su fracaso. No negó que el ganado era bueno, y se podían hacer filigranas con él.- Pero… con la sorna y el humor que siempre caracterizo al “Divino Calvo” dijo:
-“El público no estaba en condiciones para que yo pudiera lucirme…
- El público desde el comienzo de la corrida, iba por mi….
- Con miedo al toro y con miedo al público, (mis dos grandes enemigos), no había manera posible…
- El público debe animar al torero, y no afligirle…
- Mas tarde, delante de la autoridad ante la que tuvo que compadecer... ¡Rafael!... ¿qué tiene que decir?. “Pues... que fue una mala tarde... el público se puso... Vamos, que unos querían que torease, y otros que no... Y “aluego”... Ya ve usted qué lío “sa formao”.
Evidentemente, nada de esto, afortunadamente vemos hoy por esas plazas de la Iberia taurina, es más ni tan siquiera se le abronca a los toreros. Lo cierto es que una total indiferencia, y una insustancial abulia, es toda recriminación incluso, se le perdona que la figura de turno, no haya tenido “su tarde”, haya estado ausente, de la lidia, y haya dado muerte a sus toros de aquella manera, o sea mal.
Pero el público que hoy asiste a los toros, es de una dulzura, de una cursilería, y de una bobalicona sensiblería… que; bien sabe el torero, cuando esta “pegando el petardo”, que apenas unos cuantos “chalados mal –educados” se atreven a silbar y negar su actuación. Para el resto, para el público ferial. Un disgusto- “Porque no puede aplaudir”- ¿será posible…?

Fermín González, comentarista Onda Cero Radio- Salamanca

Cuando le daba por el natural.............

Rafael por alto en Barcelona
Rafael El Gallo en la Monumental de Sevilla




Fuente: Blog Taurinerías.com

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