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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 21 de diciembre de 2010

LA HALLACA SOCIALISTA / Por Fortunato González

LA HALLACA SOCIALISTA
Fortunato González Cruz***
Por la calle real
Mérida-Venezuela, 21 de Diciembre de 2010
Mientras los venezolanos superamos los traumas que causan las lluvias, preparamos los hogares para recibir dignamente al Niño Jesús, compramos algunas cosas para obsequiar a los que queremos y disponemos lo necesario para hacer las hallacas, el grupo de fanáticos que nos gobierna afila el cuchillo para degollar las últimas instituciones constitucionales que quedan con vida. Van al vertedero los despojos de una Constitución que no logró ni siquiera estrenar sus valores y principios, y se levantan nuevas formas pseudo institucionales de gobierno que son el resultado de cortar y pegar ensayos frustrados, modelos traumáticos, propuestas demenciales,  mojones mentales, utopías bañadas en sangre durante los siglos XIX y XX de los que dan testimonio los millones de sacrificados de todas las nacionalidades, en particular alemanes, rusos, chinos, coreanos, angoleños,  judíos, gitanos y cuantos estuvieron cerca de las iluminadas ideas de Adolfo Hitler, José Stalin, Mao Zedong, Pol Pot y demás inspiradores de este amasijo ideológico aliñado con petrodólares, militarismo y corrupción. Como “ideas zombies” calificó la ex canciller española Ana Palacio a los muertos vivientes del militarismo, el populismo, el marxismo-leninismo-maoísmo y demás taras mentales que estropean la mollera gobernante y aliñan el chorro de leyes que se nos vino encima. 
A los ingredientes que extraen de los grandes fracasos que sufrió la humanidad en los siglos pasados se mezclan los propios, como el irrespeto por el conocimiento, la corrupción, la interpretación torcida de la historia y el uso de infames mecanismos de dominación. Tal es el guiso de la hallaca socialista que cuece la moribunda Asamblea Nacional, un legado legislativo tóxico con el único fin de mantener en el poder a uno de los grupos más rapaces y destructivos que han gobernado a Venezuela. Los legisladores, que en su mayoría no merecieron el respaldo de sus compatriotas, han hecho alarde de un verbo marrullero y servil con el objeto de ganar alguna indulgencia que les permita sobrevivir en su estercolero rojo rojito. Es como una competencia para ver quien llega primero en adulancia, en el apoyo a los disparates legislativos que incrementan la indigestión legislativa que atormenta este país. La herencia será pesada para una población que ve la prosperidad en las sociedades vecinas como Colombia, Brasil y Panamá, y constata diariamente el deterioro de nuestro entorno inmediato.
La ceguera del poder, la alucinación del dinero, las gríngolas ideológicas, las migajas sobrevaloradas por la miseria o la fascinación fetichista por el líder impide a una porción importante de venezolanos ver objetivamente la realidad. Es la experiencia que han vivido otros pueblos sometidos en tiempos y circunstancias distintas a modelos parecidos.  Largas y crueles han sido sus experiencias unas sangrientas como Centro América, otras menos costosas en vidas pero no menos crueles, como las de América del Sur; todas con costos altísimos en violación de derechos humanos, pérdida de oportunidades, retrocesos y miseria; pero en casi todas ha renacido la democracia y se ha aprendido la lección. Quizás en aprendizaje el país emblemático es Chile, donde se han logrado consensos básicos que permiten la gobernabilidad democrática y se avanza en bienestar, prosperidad y justicia social.
La Navidad nos sorprende a los venezolanos como a María embarazada, víctima de una medida gubernamental que la obligó a refugiarse en un corral para dar a luz nada menos que al Dios-Hombre. Fueron sus virtudes,  su fortaleza y su fe lo que le permitió superar la miseria, la matanza de los inocentes y el exilio; formar a su Hijo con el trabajo honesto de su esposo carpintero  y prepararse para el sacrificio de la Redención en el Calvario. Serán las convicciones democráticas del pueblo venezolano las que nos garantizan rehacer los espacios para la convivencia, para el respeto al orden democrático, para la tranquilidad y la prosperidad. A pesar de las desgracias, ¡Feliz Navidad!


***Fortunato Gonzáles, es catedrático de Derecho de la U.L.A. de Mérida, y Director de la Cátedra de Tauromaquia "G. Briceño Ferrigni"

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