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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 17 de julio de 2013

¿QUÉ HACEMOS CON EL PLANTÍO? / Por Antolín Castro


No parece una plaza insegura El Plantío


¿QUÉ HACEMOS CON EL PLANTÍO? 

Por Antolín Castro

Mucho se lleva hablando sobre el futuro de la plaza de toros de Burgos. Su Alcalde ha tomado la decisión de derribarla y posteriormente hacer un coso multiusos. No es novedad la postura, ya se ha hecho en muchos otros sitios eso de querer tener una plaza polivante.

La diferencia está en el derribo que nadie ve necesario, imprescindible. Cierto es que hay necesidades de tipo estructural que hacen necesario reforzar la seguridad del recinto, pero esos mismos informes técnicos para nada hablan de derribar. Tienen un coste para la propiedad, el Ayuntamiento, pero no son perentorias las reformas, pudiéndose hacer en varios años.

Surge la discrepancia con el edil, y hasta la sospecha de intereses para beneficiar a los nuevos constructores, y de ahí que se hayan levantado en armas los aficionados, las peñas y los burgaleses en una gran mayoría. Y como quiera que los informes no hablan de un peligro inminente, de ahí que las gentes no quieran que se derribe lo que ya existe en bastantes buenas condiciones y sí que se acometan las obras necesarias para su consolidación.

Otro problema importantísimo es la falta de tiempo para que el nuevo recinto fuera una realidad, con lo que no podría darse la próxima feria de 2014. Tal y como están las cosas, eso sería la puntilla para los toros en Burgos. Desconectar de golpe esa atención a los toros, lo que se va desconectando poco a poco, es un suicidio taurino. Además esta plaza no es una plaza cualquiera y a ella acuden docenas de peñas, tras de Pamplona seguramente donde más, que le dan vida y color. Dudamos de la continuidad de las mismas si se las hace parar y callar.

Sea como sea, aunque deseamos su continuidad, queremos con este reportaje gráfico hacer un homenaje a El Plantío, una plaza inaugurada en 1967 y con mucha historia ya a sus espaldas.

1 comentario:

  1. Pues se podría plantar un Escuela de Periodismo Imparcial, ahora que tanto se echa de menos a buenos periodistas, la prueba la tenemos como dependiendo de que ideología se tenga así se canta y cuenta el caso Bárcenas.

    ¿Se conoce mejor la realidad si uno vive sin prejuicios, con una visión objetiva y abierta? La pregunta es clásica, y sirve para afrontar el tema de la imparcialidad del periodista.
    Cada ser humano observa el mundo desde su propia perspectiva. Algunas cosas son asequibles de un modo fácil y para casi todos.

    Un razonamiento matemático puede ser comprendido sin graves errores y sin distorsiones por la mayoría de las personas, aunque también en un nivel tan sencillo pueden haber dificultades serias de comprensión.

    Soñar con un periodista imparcial es como soñar con mentes desencarnadas, sin pasado y sin prejuicios, que serían capaces de observar, como una cámara digital, lo que ocurre en este mundo. Lo cual, como sabemos, es imposible. Incluso la cámara digital está condicionada por quien la programa para escoger unas tomas y para dejar de lado otros aspectos de un mundo sumamente complejo.

    Lo importante, entonces, no es buscar que existan periodistas imparciales, sino formar periodistas que tengan “buenos prejuicios” o, al menos, pocos “malos prejuicios”. Es decir, periodistas que sepan orientar sus propios intereses, investigaciones, artículos, según criterios sanos, según principios éticos, según un proyecto de justicia y de veracidad que promueva una auténtica revolución en el mundo informativo.

    Si un periodista milita en un partido político, decirlo públicamente puede dar pistas al lector para evaluar un artículo con mayor perspectiva. Si otro periodista tiene antipatía hacia la energía nuclear o hacia la energía eólica, hacerlo saber no disminuye la fuerza de sus reflexiones, sino que las coloca en su origen más profundo, que es la mente encarnada del periodista.

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