Un modelo de fiesta triunfalista, un espectáculo de jolgorio y positividad, teniendo como consecuencia la decadencia de la Fiesta. Y si opinas diferente, si exiges, te señalan de ‘‘reventador’’ o ‘‘talibán’’.
Fallas 2016: el modelo de Fiesta que nos quieren imponer
Pablo Madrigal Cuartero
El coso de la calle Xátiva se está convirtiendo en un modelo de la Tauromaquia. Sí, pero en un modelo de fiesta triunfalista, de comodidad de los profesionales, y donde la seriedad o el respeto hacia el Toro brillan por su ausencia. Todo esto, no es fruto de la casualidad. Desde dentro del sector taurino llevan años intentando convertir la Fiesta de los toros en un espectáculo de jolgorio y positividad, teniendo como consecuencia la decadencia de ésta. Valencia es un claro ejemplo del tipo de fiesta que quieren, que nos quieren imponer.
Y digamos que lo están consiguiendo. Porque la mayoría de los que van a las plazas aplauden en el arrastre a toros mansos, sin picar, sin fuerza, de excesiva nobleza. El sector ha conseguido que el malo de la película sean el aficionado y el Toro íntegro y con poder. Ahora protestar en la plaza por un Toro que no tiene fuerza o que no se pica, está mal visto. Protestar cuando un torero realiza faenas ventajistas y mentirosas, también. Hoy por hoy, un Toro que lucha por su vida y no se lo pone fácil al de abajo, es un toro malo. A un toro ya no hay que poderle, ahora hay que cuidarlo. ¿Dónde ha quedado eso de "parar, templar y mandar"?
Un alto porcentaje de faenas carecen de pureza y verdad. El único objetivo es dar pases, pases y pases.
¿Queremos que la tauromaquia vuelva a su máximo esplendor? Difícil. En un espectáculo donde los presidentes deberían hacer cumplir el reglamento y defender al aficionado, muchos están al servicio de los profesionales, permitiendo la lidia de animales con una presentación bochornosa. Animales que dan pena cuando salen por toriles.
Estos son los límites a los que está llegando este espectáculo. Un predominio casi al 100% del encaste Domecq en todas las ferias, consiguiendo que desaparezca la variedad genética del Toro de lidia, una variedad que no vamos a poder recuperar jamás. Intentan vendernos que esto es lo que embiste y que el resto de encastes no. Pero, ¿es justo que a una ganadería sólo le den una oportunidad al año, y si sale mal, quieran enviarla al matadero? Mientras, a otras les dan veinte oportunidades por temporada echando diecinueve petardos.
Sólo quieren que pasemos por taquilla, nos sentemos en nuestro sitio y aplaudamos y pidamos trofeos. Y si opinas diferente, te señalan de ‘‘Reventador’’ o ‘‘Talibán’’.
Es hora de que al aficionado se nos escuche, de que no consintamos más. Hay que recuperar un espectáculo íntegro y con emoción. Es hora de decir: ¡BASTA YA!
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