APOLOGÍA DE LA HISPANIDAD
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FUNDACIÓN PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA
Acto celebrado en Sevilla con motivo del Día de la Hispanidad
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Discurso de Santiago Abascal, Presidente de la Fundación DENAES
Queridos amigos, felicidades a todos en el día nacional de nuestra Patria.
NUESTROS MUERTOS
Hoy es un día festivo, de alegría y de orgullo para los españoles. Pero también lo ha de ser de recuerdos.
No seríamos dignos de llamarnos españoles si al realizar este acto, al subir a esta tribuna, no recordásemos a los que han entregado su vida por España: a nuestros caídos.
Al millar de víctimas del terrorismo separatista, entre cuyas últimas se encuentran dos jóvenes guardias civiles, miembros de la institución a la que con más saña ha golpeado la mano criminal del secesionismo asesino, la Guardia Civil, la Benemérita, fundada y organizada por vascos y navarros, por cierto, y que hoy celebra el día de su Patrona en la festividad del la Virgen del Pilar,
Y recordamos por supuesto a nuestros muertos en la Guerra de Afganistán, casi un centenar de españoles caídos en una supuesta misión de paz, y que luchan en el terreno de los que aspiran a la reconquista de Al-Andalus.
Y recordamos también a todos nuestros muertos, y nuestros héroes, a lo largo de la Historia, porque una Nación también la integran sus muertos, además del pueblo viviente y los que han de nacer.
Una nación sin muertos no es una nación. Como esas nacioncitas o realidades nacionales de pacotilla, obra de falsarios, de iluminados o de fanáticos ¿Dónde están sus muertos? ¿cuáles son sus grandes héroes? ¿qué es de sus nombres históricos?
No están, porque los muertos de Cataluña, los héroes del País Vasco, han sido los muertos y los héroes de la Nación española, a la que consagraron su vida, y a la que engrandecieron llevando su pabellón, su sangre, su cultura y su lengua por todo el orbe.
Las glorias vascas y catalanas y extremeñas y castellanas y andaluzas, mal que les pese a muchos, son las glorias de España.
SIMBOLISMO NACIONAL DE SEVILLA
Hoy enseñamos nuestro orgullo por la Hispanidad en Sevilla. Sevilla, el trampolín de España hacia América, tantas veces la sede de la Corte, del Archivo de Indias.
Sevilla, donde yacen los restos del descubridor Cristobal Colón.
Sevilla, la vasca, porque queda constancia de que el principal contingente de repobladores de las ciudades de Sevilla y Cádiz provino de la cornisa cantábrica, desde Galicia a Guipúzcoa, especialmente de los puertos montañeses y vizcaínos (Santander, Laredo, San Vicente, Castro Urdiales, Bermeo, Orio y Guetaria).
Y Sevilla, la catalana, porque Por ejemplo, en la carta-puebla de Coria del Río, Alfonso X el Sabio otorgó dicha localidad sevillana a 150 «omes de Catalunna».
Sevilla, vértice de la grandeza de España, para que ahora te digan ¡¡¡Sevilla!!! que formas parte de la realidad nacional andaluza.
Y digo esto por señalar el contraste gigantesco, la diferencia insoportable entre la gesta española de entonces, también entre el sentimiento patriótico mayoritario de los españoles de hoy; y la España oficial, decadente y cada día más corrompida de las instituciones.
EL CONTRASTE ENTRE EL AYER Y EL HOY
Hoy, 12 de octubre de 2009, tras cinco siglos largos del hallazgo del Nuevo Mundo, volvemos a celebrar el Día de la Hispanidad, Fiesta Nacional de España y de las repúblicas hispanoamericanas vinculadas histórica y culturalmente a la Nación Española.
Fecha que conmemora el 12 de Octubre de 1492, cuando Cristóbal Colón descubrió América, dando comienzo a la expansión de la cultura y la lengua española por todo el planeta, proceso que aún prosigue en la actualidad.
El día de hoy simboliza la mayor aportación de España a la Historia Universal: el descubrimiento para toda la Historia de la Humanidad de un continente desconocido, la ampliación del mapa del planeta, la entrada de un nuevo mundo en la Civilización Occidental y, a partir, de ahí el nacimiento de nuevos pueblos y naciones.
Curiosamente, la iniciativa de señalar el 12 de octubre no partió de España, sino de América.
Y no como fiesta propiamente española, sino hispanoamericana. Nuestro país no la incorporó hasta 1918.
Señalo esto para que no olvidemos que la Hispanidad ha sido, por encima de todo, un sueño y un anhelo de hermandad universal, pero también una muestra de amor de los hispanoamericanos a la obra de su Madre Patria.
Me han dicho que algunas cosas no se pueden decir en Sevilla porque hay por ahí alguna concejala censora que no las tolera. Pero yo las voy a decir. Permitidme que cometa el delito de citar aquí las palabras emocionantes de un vasco, fusilado por sus ideas durante la Guerra Civil, como tantos otros en ambos bandos, en su mejor obra: La defensa de la Hispanidad.
Escribió Ramiro de Maeztu que : «Los grandes españoles fueron los paladines de la hermandad humana. (…) Esta es una idea que ningún otro pueblo ha sentido con tanta fuerza como el nuestro. Y como creo en la Humanidad, como abrigo la fe de que todo el género humano debe acabar por constituir una sola familia, estimo necesario que la Hispanidad crezca y florezca y persevere en su ser y en sus caracteres esenciales, porque solo ella ha demostrado vocación para servir a este ideal».
LA ESPAÑA DEL PRESENTE
Pero vuelvo al comienzo. Hoy me gustaría hacer un discurso festivo, alegre, optimista; para celebrar quiénes somos. Nos gustaría a todos, pero no es posible.
Nos gustaría que hoy algunos millones de compatriotas, que se encuentran en el paro y en la pobreza, estuvieran aquí con nosotros en lugar de obligados a ganarse el sustento de mañana, el pan para sus hijos, y obligados a pensar en el vívere por encima de cualquier otra circunstancia.
Nos gustaría ignorar a los ridículos nacionalistas, pero lo ridículo se ha hecho norma.
Pero no podemos ignorarles, no porque no dejen de ser minúsculos y su pequeñez sea inmensa, y su estrechez de miras vastísima, sino porque después de tanto tiempo prestándoles atención hemos elevado lo ridículo y anecdótico a categoría.
El problema no son los nacionalistas, sino la debilidad y la inconsecuencia de las elites españolas que han pasado la mano por el lomo de los separatistas durante demasiado tiempo.
La importancia y –-digo más— la honorabilidad de esta efeméride, que habría de ser solo y únicamente festiva, se da de bruces con la situación que vive la Nación Española:
Amenazada en su integridad territorial por los nacionalismos disgregadores.
Amenazados sus ciudadanos en su vida y su hacienda y su libertad por el terrorismo separatista de ETA,
Amenazado e invisibilizado el proyecto común por los insolidarios y fragmentadores estatutos de autonomía.
Amenazada la soberanía nacional por los referéndums separatistas como el recientemente celebrado en Arenys de Munt.
Amenazados los símbolos de la Nación con la manifiesta ausencia de la bandera de España en muchas de las instituciones públicas españolas, y con el reciente abucheo al Jefe del Estado y al Himno de España en la final de la Copa del Rey de fútbol.
Amenazada y postergada la lengua española, que hablada por cuatrocientos millones de personas en todo el mundo, está paradójicamente proscrita en algunos lugares de España por las políticas de ahogo lingüística.
Envilecida la política y la vida pública, en manos de la mediocridad, por decir lo menos.
Y todas esas amenazas, no lo olvidemos ni por un momento, tienen un objetivo común o una consecuencia inevitable, si no nos plantamos a tiempo: la ruina, el descuartizamiento de España, la división social de la Nación española y la insolidaridad entre los ciudadanos españoles. Justo lo contrario de lo que representa la Hispanidad.
Por eso, en época de turbulencia para España, hoy es el día de recordar lo mejor de nosotros mismos, de buscar en el baúl de nuestra Historia, de reivindicar el genio y la capacidad de los españoles, de constatar lo que España ha sido capaz de hacer, y de convencernos de lo que aun somos capaces de hacer si nos lo proponemos.
Siete siglos de ocupación islámica no sirvieron para truncar el provenir de una España que ya nacía. Ni la invasión del ejército más poderoso de Europa, conchabado con la traición —una vez más— de nuestros gobernantes y monarcas, lograron acabar con la independencia nacional de España.
Hoy hemos de recordar nuestras gestas para saber quiénes somos y de dónde venimos.
Por eso hemos de hablar del segundo capítulo de la reconquista, la hispanidad.
LA ESPAÑA UNIVERSAL. La Hispanidad
Porque, —cuando el impulso reconquistador se quedó sin tierra que recuperar—, se desbordó fuera de la península en busca de nuevas tierras y de nuevas gentes a las que evangelizar.
España desperdigó sus energías fuera de España.
España se hizo vasta, universal e imperial al abrigo de una idea moral con la que quiso hermanar a medio mundo.
Recordar lo obvio, mencionar la Historia provoca a veces rechazo. Acordarse del Imperio Español lo genera aún más. Hoy, quien menciona tal cosa, suele hacerlo con ánimo vejatorio, con intención de mofa. Conste que nadie quiere hoy recuperar tal cosa, y menos el que les habla. Nos basta con conservar la España peninsular e insular.
Pero una cosa es no pretender volver al pasado y otra avergonzarse de él, denostarlo, condenarlo sin pruebas y tragarse por completo, sin rechistar, la leyenda negra sobre un pasado histórico que solo debe provocarnos orgullo y que ha sido glorioso para el pueblo español, y fecundo para la Historia de la Humanidad.
LEYENDA NEGRA
Sin embargo, la leyenda negra quiere hacernos avergonzar de todos los episodios de nuestra historia, pretende la generalización de un sentimiento de culpa por la recuperación del territorio español y la expulsión de los invasores.
Busca convertir a los grandes descubridores y evangelizadores en una casta de asesinos, sátrapas y violadores.
Y todo ello es una terrible falsedad al servicio de quienes creen que España es un error de la Historia, entre los que desgraciadamente se encuentran un puñado minoritario de españoles.
Sorprende la crítica furibunda a la expulsión del invasor árabe, protagonizada, entre otros, por el ínclito Blas Infante, padre de esta realidad nacional que ahora es Andalucía, por decreto de las elites dirigentes.
¡Blas Infante!, personaje, sin duda mucho más importante en la Historia de Andalucía que Séneca, Trajano, Fernando III o los Reyes Católicos. Y ¿qué decir respecto a la España aniquiladora de indígenas?
Si precisamente hubo un pueblo que se cuestionó las conquistas territoriales ese fue España, a través del Cardenal Cisneros y de Isabel La Católica, una España que prohibió la esclavitud, que destituyó a quienes cometieron excesos, y que proclamó que los indígenas tenían alma, que debían ser evangelizados, que se mezcló con ellos, que no reparó en razas ni lenguas, y que sólo pensó –-critíquese si se quiere— en la idea moral, en la evangelización de todos los hijos de Dios. Como dice Venancio Carro «la cara de muchos hispanoamericanos es un documento viviente y nuestra mayor apología».
¡Y qué otra prueba más fantástica!: ¡la del amor sincero que la inmensa mayoría de nuestros hermanos hispanoamericanos tienen por la que aun llaman la Madre Patria!
Esa España invasora, cruel, africana, atávica, –-sin virtud alguna— nunca ha existido salvo en la cabeza y los deseos de ciertos enemigos de España, algunos –-desgraciadamente-– españoles.
ORGULLO POR LA MEJOR OBRA DE ESPANA: LA HISPANIDAD
Es hora de que depongamos esa actitud generalizada, arraigada, de menosprecio hacia nosotros mismos como pueblo.
Es hora de que dejen de hacernos mella, en silencio, las calumnias ajenas.
Hay que defender el honor de España, para lo que no hace falta fabular e inventar como los nacionalistas, ni contar leyendas rosas para combatir la leyenda negra.
Simplemente hace falta propagar la verdad histórica, entendida desde categorías que trasciendan la estrecha condena moral, como la que se usa contra la conquista, y desde esas categorías, el balance de la obra española es ciertamente benévola.
¿Qué decir del actual avance lengua española en el mundo, en EEUU, en el Brasil, en las Filipinas?
¿Qué decir del amor mayoritario de Hispanoamérica hacia España, al margen de de patéticos indigenistas que viven de la falsedad histórica?
¿Qué decir respecto a los centenares de nombres de españoles ilustres y de héroes españoles, como el vasco Blas de Lezo, que han dejado una huella indeleble en la Historia de Hispanoamérica?
¿Y —en fin— qué decir del hecho incontestable de que España haya sido protagonista de la Historia Universal?
UNA DETERMINACIÓN
Con la cabeza bien alta, con el orgullo justo, sin estridencias pero sin complejos; hoy mostramos una determinación: ¡No permitiremos que se ceda un solo metro cuadrado de suelo español ! ¡ni un ápice de la soberanía de España!, ¡ni que se abandone a un solo español a su suerte, a merced de los nacionalistas!
Somos millones los españoles que no toleraremos la usurpación de nuestra soberanía, ni el latrocinio, el robo y el expolio que pretenden el separatismo y el localismo rampantes. Amigos y compatriotas, de España e Hispanoamérica; vivimos en el momento histórico idóneo para reivindicar la Hispanidad, con más fuerza que nunca, como un sentimiento de Hermandad Universal. Hoy es un día para subrayar lo mayúsculo, y para tachar lo minúsculo, lo aldeano, lo paleto.
Porque la supuesta nación vasca es el invento de unos racistas La pretendida nación catalana es el anhelo de unos clasistas Porque la patética nación canaria es la ocurrencia de absurdos indigenistas Y la inexistente realidad nacional de Andalucía es la obra de unos «chapuzas».
En España no caben dos naciones.
España es solamente una, y su obra, la Hispanidad , es universal.
¡¡¡¡ VIVA LA HISPANIDAD !!!!!!
¡¡¡¡ VIVA ESPAÑA !!!!!!
Sevilla, 12 de octubre de 2009
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