Destapada Barcelona, destapado el tarro. Lo de Barcelona era tan importante de tapar y ganar, que el antitaurinismo se ha extendido por el mundo taurino, incluídas las grandes naciones de Hispanoamérica. La batalla perdida fue mucho más importante de lo que se creían los taurinos.
Efecto Barcelona
Ricardo Díaz-Manresa
25- enero- 2011
El “efecto Barcelona” ha saltado por todas partes. Desde julio es imparable. Todos los antitaurinos dormidos despertaron. Ya hay antitaurinos por todas partes. No se le ocurra montar un festival, una corrida o cualquier espectáculo que surgen, como las cucarachas, de debajo de las piedras.
Esperaron a lo de Barcelona y, tras la prohibición votada y aprobada, pensaron que todo el monte era orégano. Vieron claro que ellos también podían ganar en cualquier parte de España. Y hubo intentos hasta en Madrid y Sevilla. Esto es terrible, pero los taurinos –tan torpes y pasotas como siempre- reflexionaron mínimamente antes, en y después de Barcelona. Pensaron poco.
Antes de Barcelona, convencidos de que el toreo es intocable y que iban a ganar. Por eso, supongo, hicieron una defensa tan torpe, tan escasa, tan epidérmica, tan poco brillante y casi siempre a cargo –perdonen- de voces de segunda mientras que las figuras estuvieron desaparecidas. No hubo ni un grupo de toreros de la primera línea de las ferias avalando al toreo con su presencia.
Tras el golpe, ni la afición –escasa- ni los taurinos –aturdidos y pasotas- reaccionaron como se debía y la cosa quedó en derrota o resignación con algunos acontecimientos, magníficos pero insuficientes, protagonizados por Morante y Serafín Marín. No se vio una defensa maciza, importante, convencida.
Y después de –o sea este 2011- pues más de lo mismo salvo la lucha de la afición buscando firmas intentando parar el desaguisado. Ahora y no antes, cuando también pudieron hacerlo, aunque nunca es tarde si la dicha es buena.
Está también la impugnación constitucional del PP a la votación que nos dejó sin toros en Cataluña. La respuesta o sentencia puede tardar dos, cinco, siete años o más y Dios sabe cómo estará el tema entonces. Aunque fuera positiva, ¿quién la va a acatar y cumplir? ¿Los pujolitos que han afirmado que ni una ley que venga de España? ¿Los herederos de Pujol que no han querido saber nada de la ley del Supremo sobre la educación del español y el catalán en Cataluña? ¿Alguien les ha dicho algo?
Leyes más importantes que el toreo han sido despreciadas y no cumplidas. Este es el futuro que espera al espectáculo taurino.
Los únicos metidos en cintura en España –con justicia o no- han sido los controladores aéreos. Los demás pueden correr a sus anchas y hacer lo que les dé la gana.
El “efecto Barcelona”-podemos ganar, ya hemos ganado y podemos seguir ganando- no sólo explotó en España, en Comunidades, provincias y ciudades con antitaurinos en su vientre, sino también en Hispanoamérica. México puede tener problemas, en Venezuela se esperan, en Colombia no están tranquilos y lo de Correa en Ecuador es más que preocupante. El presidente afirma que va a convocar un referéndum para prohibir el espectáculo taurino. No para ver si los ecuatorianos quieren o no toros, sino para prohibirlos directamente. Vaya democracia.
La locura antitaurina llega a tal que el pasado sábado en un festival organizado para Cáritas en plaza portátil en Cartagena, donde se dan toros de uvas a peras mientras cuaje el proyecto de una multiusos, y donde no conocí a antitaurinos alguno en los últimos 50 años ¡hubo manifestación anti!. Las fuerzas del orden no la dejaron llegar a la plaza.
Antis, aunque los beneficios eran para los pobres de la ciudad que tan mal lo están pasando en todas partes debido a la crisis y, por lo tanto, a la falta de trabajo. Que se mueran de hambre los paisanos con tal de que no haya toros.
Llamo a que el toreo se despierte. La carta en catalán de los figuras al Presidente de la Generalidad merecerá una sonrisa de desprecio o de lástima. Las reuniones de los figuras en Cultura e Interior se quedaron en las fotos (donde las permitieron) y en bonitas palabras. Lo de la Mesa del Toro y demás Plataformas, en reuniones.
Hay dos temas diferentes: el creciente antitaurino que se instala porque ahora lo moderno es estar contra los toros, doctrina que empieza a calar en los jóvenes, y la crisis económica que influye y ya se ve reduciendo en todas partes el número de festejos y en la disminución de asistencia a la plaza. Es mucho más grave la primera –persistente y extensible- que la segunda, que puede quedar en una mera coyuntura, tan pasajera como real.
A los antis sólo les interesa la sangre del animal, la no sangre, que se evite por todos los medios, porque el animal es sagrado. La única sangre que quieren ver sobre el ruedo es la del torero.
O prohibición del espectáculo o como pidieron allí también en el Parlamento catalán que no se pique, banderillee y mate al toro. Actividad incruenta. Ganaron y se olvidaron de lo segundo. Pero no sé qué es peor.
De momento, y en espera de acontecimientos, lo pésimo es el “efecto Barcelona”, que se extiende como la espuma, frente a tímidos intentos, ni consensuados ni bien organizados de algunos toreros, de los aficionados responsables y de muy pocos taurinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario