Moreno Menor leyendo el discurso
en el acto de su homenaje
Cambio en la Ciudad de los Ángeles
Ricardo Díaz-Manresa
En Madrid hay un barrio con un maravilloso nombre : Ciudad de los Ángeles, en el que naturalmente vive algún que otro ángel (de los de la tierra), muchas buenas personas, otros seres grises, algunos mediocres y no faltará por supuesto algún que otro demonio, de esos que tienen la mala leche por bandera y disfrutan con el mal del prójimo, del próximo.
Estos días en la Ciudad de los Ángeles ha habido un cambio. Un ángel de la tierra, que ha vivido muchos años allí, se ha trasladado a la otra gran ciudad, la Ciudad de los Ángeles, la inmensa, la Ciudad de los Ángeles del Cielo, en la que sólo caben todos los que han sido buenos en la tierra.
Yo conocía a ese ángel que nos dejó estos días y se fue -con su sonrisa y su eterno buen humor- arriba. Se llamaba Juan Manuel Moreno Menor (JMMM) y en la vida sólo me dio lecciones y me hizo compartir buenos ratos. Es muy emocionante haber conocido, tratado y naturalmente querido a un ángel de la tierra. Tenemos pocas oportunidades de estas en la vida.
Sólo le oí hablar principalmente de estos temas : su familia, los toros y en algún rato de política. Hablaba mucho. Era una máquina dialéctica que tenía por obsesión y afición los toros. Para los que lean este artículo fuera de España, les diré que fue apoderado de muchos toreros y especialmente de los mejores rejoneadores. Descubrió a Hermoso de Mendoza, hizo a Ginés Cartagena, mejoró a Fermín Bohórquez hijo y dio más categoría a Joao Moura. Y tuvo a Rafael de Paula en sus manos toreras.
Empresario honrado y Secretario General casi eterno de UNETE (Unión Nacional de Empresarios Taurinos Españoles). La creó, la amamantó y le dió larga vida.
Conocía profundamente la estructura taurina, no tenía secretos para él la administración del espectáculo, era infatigable, no paraba y su afición desbordante le hizo soñar siempre con el toreo. Primero, intentando torear y segundo metiéndose en el tinglado en exclusiva en cuanto pudo.
Estuvo en Bilbao unos años como funcionario del Sindicato de Cereales, o algo así, y una vez en Madrid dejó el tal Sindicato y se dedicó a los toros con el cuerpo y sobre todo con el alma. No he visto entonces a tipo más feliz. Y así, sin doblegarse, año tras año, hasta que le llegó la hora del cambio de una a otra Ciudad de los Ángeles.
Dicen que toda nación tiene el Gobierno que se merece. Verdad. Y que toda persona alcanza el puesto que le corresponde por sus méritos. Mentira. Que la vida nos pone siempre a cada uno en nuestro sitio. Esa vida fue injusta con Juan Manuel Moreno Menor aunque él fuese feliz con lo que hacía o al menos esa impresión daba. Le falto suerte. También el agradecimiento de unos cuantos que le debían mucho.
Mereció estar más alto por su dedicación y cariño al espectáculo taurino, que lo vivió cada día desde el primer minuto de la mañana al último de la noche. Gran capacidad de trabajo, mucha actividad y mucha charla, que había que pararlo alguna vez para que descansara.
Tenía muchas y buenas ideas, que transmitía o regalaba a todo el que lo quisiera escuchar. Los primeros de los partidos políticos sabían de sus fórmulas, que enviaba por escrito, para arreglar esto. Dios, siempre misericordioso, se lo ha llevado cuando el toreo ha entrado en una marabunta poco grata. No sufrirá esta etapa algo negra que acaba de comenzar.
Es de los pocos taurinos con los que no discutí nunca, que siempre respondió a mi llamada y que coincidimos prácticamente siempre.
Lo tendré como ejemplo, con sus defectos y sus virtudes, y –si soy capaz- intentaré seguir su camino. Para verlo y no alcanzarlo porque ser ángel en la tierra es tan difícil… Pero quiero que sepan al menos que en la Ciudad de los Ángeles de Madrid, y en el toreo, también hay ángeles y la lotería de la vida nos puso a uno en suerte.
Avance Taurino
Estos días en la Ciudad de los Ángeles ha habido un cambio. Un ángel de la tierra, que ha vivido muchos años allí, se ha trasladado a la otra gran ciudad, la Ciudad de los Ángeles, la inmensa, la Ciudad de los Ángeles del Cielo, en la que sólo caben todos los que han sido buenos en la tierra.
Yo conocía a ese ángel que nos dejó estos días y se fue -con su sonrisa y su eterno buen humor- arriba. Se llamaba Juan Manuel Moreno Menor (JMMM) y en la vida sólo me dio lecciones y me hizo compartir buenos ratos. Es muy emocionante haber conocido, tratado y naturalmente querido a un ángel de la tierra. Tenemos pocas oportunidades de estas en la vida.
Sólo le oí hablar principalmente de estos temas : su familia, los toros y en algún rato de política. Hablaba mucho. Era una máquina dialéctica que tenía por obsesión y afición los toros. Para los que lean este artículo fuera de España, les diré que fue apoderado de muchos toreros y especialmente de los mejores rejoneadores. Descubrió a Hermoso de Mendoza, hizo a Ginés Cartagena, mejoró a Fermín Bohórquez hijo y dio más categoría a Joao Moura. Y tuvo a Rafael de Paula en sus manos toreras.
Empresario honrado y Secretario General casi eterno de UNETE (Unión Nacional de Empresarios Taurinos Españoles). La creó, la amamantó y le dió larga vida.
Conocía profundamente la estructura taurina, no tenía secretos para él la administración del espectáculo, era infatigable, no paraba y su afición desbordante le hizo soñar siempre con el toreo. Primero, intentando torear y segundo metiéndose en el tinglado en exclusiva en cuanto pudo.
Estuvo en Bilbao unos años como funcionario del Sindicato de Cereales, o algo así, y una vez en Madrid dejó el tal Sindicato y se dedicó a los toros con el cuerpo y sobre todo con el alma. No he visto entonces a tipo más feliz. Y así, sin doblegarse, año tras año, hasta que le llegó la hora del cambio de una a otra Ciudad de los Ángeles.
Dicen que toda nación tiene el Gobierno que se merece. Verdad. Y que toda persona alcanza el puesto que le corresponde por sus méritos. Mentira. Que la vida nos pone siempre a cada uno en nuestro sitio. Esa vida fue injusta con Juan Manuel Moreno Menor aunque él fuese feliz con lo que hacía o al menos esa impresión daba. Le falto suerte. También el agradecimiento de unos cuantos que le debían mucho.
Mereció estar más alto por su dedicación y cariño al espectáculo taurino, que lo vivió cada día desde el primer minuto de la mañana al último de la noche. Gran capacidad de trabajo, mucha actividad y mucha charla, que había que pararlo alguna vez para que descansara.
Tenía muchas y buenas ideas, que transmitía o regalaba a todo el que lo quisiera escuchar. Los primeros de los partidos políticos sabían de sus fórmulas, que enviaba por escrito, para arreglar esto. Dios, siempre misericordioso, se lo ha llevado cuando el toreo ha entrado en una marabunta poco grata. No sufrirá esta etapa algo negra que acaba de comenzar.
Es de los pocos taurinos con los que no discutí nunca, que siempre respondió a mi llamada y que coincidimos prácticamente siempre.
Lo tendré como ejemplo, con sus defectos y sus virtudes, y –si soy capaz- intentaré seguir su camino. Para verlo y no alcanzarlo porque ser ángel en la tierra es tan difícil… Pero quiero que sepan al menos que en la Ciudad de los Ángeles de Madrid, y en el toreo, también hay ángeles y la lotería de la vida nos puso a uno en suerte.
Avance Taurino
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