Banderas de nuestros padres
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Será una manía estética, pero resulta desolador ver a los japoneses retratarse ante la plaza de Las Ventas coronada por un pispajo sucio que hace las veces de bandera de España. Para eso, y pensando en los turistas del Sol Naciente, casi trae más cuenta clavar en el mástil una cabeza de toro. ¿De veras que en el cepillo para el culto de la Comunidad de Madrid no hay cuatro euros para una bandera española? Pase que el crítico oficial de Telemadrid, que, desde luego, no ha leído a Tierno ni a Bergamín, niegue el carácter nacional de la fiesta de toros. Después de todo, no hay hoy valor que cotice más alza en España que la ignorancia. Pero de ahí a colgar una bandera negra —es decir, la antibandera por antonomasia— en los toros media un trecho ideológico que no presumía uno en la administración de Esperanza Aguirre, a pesar de sus vendedores de lámparas y sus amanuenses líricos destinados a custodiar el cofre de la tauromaquia. ¿Qué pasa? ¿Que este año, en feria, nos van a dar Le Drapeau Noir por programa de mano? Caballeros, seriedad, que se cumplen mil trescientos años del desembarco de Tarik el moro en Gibraltar.
Abc
Será una manía estética, pero resulta desolador ver a los japoneses retratarse ante la plaza de Las Ventas coronada por un pispajo sucio que hace las veces de bandera de España. Para eso, y pensando en los turistas del Sol Naciente, casi trae más cuenta clavar en el mástil una cabeza de toro. ¿De veras que en el cepillo para el culto de la Comunidad de Madrid no hay cuatro euros para una bandera española? Pase que el crítico oficial de Telemadrid, que, desde luego, no ha leído a Tierno ni a Bergamín, niegue el carácter nacional de la fiesta de toros. Después de todo, no hay hoy valor que cotice más alza en España que la ignorancia. Pero de ahí a colgar una bandera negra —es decir, la antibandera por antonomasia— en los toros media un trecho ideológico que no presumía uno en la administración de Esperanza Aguirre, a pesar de sus vendedores de lámparas y sus amanuenses líricos destinados a custodiar el cofre de la tauromaquia. ¿Qué pasa? ¿Que este año, en feria, nos van a dar Le Drapeau Noir por programa de mano? Caballeros, seriedad, que se cumplen mil trescientos años del desembarco de Tarik el moro en Gibraltar.
El caso es que uno ve la bandera negra y lo primero que le viene a la imaginación es el anarquismo ibérico, arraigado en la tribu pepera como en el Madrid, que ha contratado al mejor entrenador del mundo para ponerlo a las órdenes de Valdano, el capataz del Parnaso blanco, cuyos poetas de guardia en el Marca, único periódico que lee Rajoy, y el As, único periódico que lee Zapatero, no tienen otra cosa que hacer que recordarle a Mourinho lo guapo y lo listo que es Valdanágoras. Vale: los toros son un espectáculo totalitario donde los aficionados no tienen nada que decir. Pero fútbol es fútbol, una industria la mar de democrática, cuyos dueños, según la mentirosa versión oficial, son los socios. Entonces, ¿por qué no preguntan a los socios quién sobra? ¿Valdano o Mourinho?
No hay comentarios:
Publicar un comentario