Plaza de Toros Monumental de Pueblo Nuevo
San Cristóbal / Táchira / Venezuela
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OÍDO EN LA CHATA / Víctor J. López EL VITO
Ponte donde quieras, Ponce
Simplemente bajo el Sol,
él te mostrará el sendero
del arte puro español,
el que sigue el gran torero
cuando viene a torear
hasta Ronda, desde el mar
JOSÉ ALAMEDA /Seguro azar del toreo
Enrique Ponce,
¿última oportunidad para admirarle?
"..Aunque sea sólo por ver a Ponce
a la Feria de San Cristóbal habrá que ir.."
Caracas, 8 de Enero de 2011
Aquella temporada de 1961 la Feria San Sebastián Hugo Domingo Molina organizó un abono de siete corridas de toros y entre los atractivos de los toreros contratados para San Cristóbal, dos nombres saltaban con brillo a la vista, en medio del esplendor de las figuras contratadas: José Antonio Valencia, que venía de su alternativa en España e ilusionaba a la afición, y Morenito de Maracay, ya consagrado como figura del toreo internacional, iera capaz de imponer toreros , como hizo su apoderado con Enrique Ponce. Aquella época un precoz espada del que se había escuchado cierto ruido siendo un niño de 10 años de edad y se había presentado como becerrista en Las Ventas de Madrid.
Hugo Domingo Molina colocó a Enrique Ponce en el cartel de Bella Vista, con Morenito de Maracay y José Ortega Cano, la tarde del sábado 26 de enero, la sexta corrida del Abono.
Ponce en la tarde de su debut en América cortó dos orejas, una ante cada toro, y cautivó al público sorprendiendo a los taurinos con su precoz sabiduría y expresión artística. Fue tan impactante, que provocó se organizara en La Victoria una corrida de toros. Fue en una plaza portátil, con toros de Los Marañones mano a mano con Morenito de Maracay.
Aquella oportunidad, su segunda tarde, iba Ponce con la batuta del festejo en la mano, ya que era él el atractivo del festejo.
Paquirri, Capea y Manzanares,¡Qué terna!
Este ciclo de vida profesional de este grandioso maestro del toreo deberá cerrarse el 27 de enero en la Monumental de Pueblo Nuevo, cuando aquel niño que en 1991 pisó esta misma arena despejando incógnitas es muy posible que se despida de Venezuela sin decir adiós, con una corrida de su amigo Hugo Domingo Molina, ahora como ganadero. Será la tarde de la alternativa a José Miguel Parra, en presencia de Manuel de Jesús El Cid y el rejoneador venezolano José Luis Rodríguez, para muchos es el gran cartel de la feria.
Cuando Enrique Ponce llegó a la fiesta de toros en 1990, fecha de su doctorado y confirmación de Madrid, encuentra encumbrados a tres gallos del toreo que a su vez habían dejado atrás toda una época: Paquirri, Manzanares y Pedro Gutiérrez “Niño de la Capea” … Roberto Domínguez, Ortega Cano y Joselito arrollaban en su intento de tomar en sus manos el bastón de mando, mientras tres hijos de grandes toreros buscaban en las finas arenas de la fiestas, la temporada su herencia: Julio Aparicio, Miguel Báez “Litri” y Rafael Camino.
Manolo Chopera en Madrid y Diodoro Canorea en Sevilla, eran los directores de la orquesta de los grandes maestros, es decir eran los que manejaban todos los hilos.
César Rincón, el sismo del toreo
Cuando Ponce llegó no había aparecido aún en su grandeza César Rincón, quien ya llevaba diez años en España porque en 1981 Rincón “cruzó el charco” de la mano del torero colombiano Pedro Domingo con las credenciales de una alternativa otorgada por el maestro Antonio Chenel “Antoñete” en su natal Bogotá.
Sería en 1991, el año del debut de Ponce en América, que César Rincón, estremecería los más sólidos cimientos de la Fiesta convirtiendo Las Ventas en el epicentro del último terremoto que tengamos conocimiento ha ocurrido en el toreo, al abrir una, dos, tres, cuatro y hasta cinco veces consecutivas la Puerta Grande de La Monumental. Caso único en la fiesta, que un torero salga cinco tardes consecutivas, una misma temporada, por la Puerta Grande de Madrid.
El Juli y José Tomás, la medida de una época
Estando en la cima Enrique Ponce, el toreo descubrió a José Tomás, un madrileño que llegó al toreo por senderos mexicanos, pues aunque cueste creerlo España no le comprendía en sus inicios. Los mismos caminos que andaría Julián López “El Juli”, pero por diferentes motivos. A “El Juli” le impedían torear por motivos de su precocidad, ya que las leyes españolas se lo prohibían.
Han sido Tomás y El Juli dos baremos , dos escalas para valorar la grandeza de Ponce, inobjetable en la competencia y presencia.
Calibrar una figura de época ha necesitado siempre la contraparte. Lagartijo no existiría en el recuerdo sin Frascuelo, tampoco Belmonte sin Gallito, Manolete las circunstancias y Arruza, y Luis Miguel a pesar de Hemingway, Ordóñez … Enrique Ponce sostiene su magistratura de época no en competencia de un compañero, sino de muchos. Señalamos a quienes encontró al llegar, y a esos tres hay que agregarles a Julio Robles y a Espartaco que le propondrían al maestro valenciano definiciones y entrega, para ser número uno. No es cosa fácil competir con El Juli y José Tomás, en una misma temporada, y ahora cuando alguien piensa que ya puede irse aparece de la mano de Fernando Cépeda el gran torero extremeño Miguel Ángel Perera quien ahora, en este momento, vive un momento muy importante y pide paso en la historia.
me llama la atencion como se inicia la colunna cito "aquella temporada de 1961" creo que se estenporizaron en el tiempo y la distancia,lamento que el vito altere la agenda de la historia taurina,pues en 1961 no existia la monumental plaza de toros de san cristobal mucho menos haber nacido enrique ponce...bueno al buen cazador se le va la liebre...
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