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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 3 de diciembre de 2013

Caras, caritas y caretas / Por Ignacio Ruiz Quintano


Chinchón

"...Lo que Cristiano necesita en el Madrid es una Copa de Europa, que el Balón de Oro es un consuelo para pobres, como Ribéry, o incluso como Messi, tras su paso por Hacienda...."

Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El último grito en teorías del significado se centra en encarar al otro: la visión que tenemos de su cara. He ahí, según los filósofos, el desafío intelectual de las relaciones del hombre con el hombre y del hombre con la infinidad.

Ancelotti no es (todavía) Lévinas, pero su cara cuando la expulsión de Sergio Ramos vale por todos los folios del pensador lituano sobre la alteridad.

No me canso de decirles que el peligro está en la espalda –explicó en la sala de prensa, y no era un chascarrillo italiano.

La cara de la espalda del Madrid es Ramos, el jugador mejor pagado del club (con Casillas) después de Cristiano.

El rumor es que Ramos (del que ya nadie sabe si al dar la cara da la espalda, o al revés) ha pedido un aumento, y cuando Ramos pide un aumento, para hacerse valer, juega a colocarse como si fuera Baresi, a cruzar balones como si fuera Koeman y a acudir al área contraria como si fuera Luiz Pereira, con los estropicios consiguientes.

A Ramos lo salvaría (es un decir) que Ancelotti, el Don Camilo de la intelectualidad pipera, la que puntúa con 6,5 el ‘hat-trick’ de Bale y con un 7 las pirulas del cortijero, hiciera con él lo que Muñoz hizo con De Felipe: prohibirle cruzar la raya divisoria bajo pena de multa de media nómina. Robar, mirar y dársela “a los que saben”.

–¿Usted ha visto esas películas alemanas donde sale una alambrada? Bueno, pues hágase cuenta de que para usted la línea divisoria es esa alambrada.

La solución Muñoz para Ramos sería para el club tan rentable como la solución Carletto para Casillas: menos partidos y más palomitas.

Desde que sólo juega Champions, Casillas sale a palomitón por partido, e igual que Sara Bernhardt fue en su decadencia la actriz de una pierna sola, Casillas es el portero de una palomita sola, colofoneada con esas caritas suyas que enloquecen al realizador del Plus.

En Nueva York, la Bernhardt era la artista rara que vivía y que trabajaba aún.

–Se iba a ver –cuenta Camba– cómo no podía decir los versos. Se iba a oírla toser… ¿Conciben ustedes nada más atrayente?

El teatro de la Bernhardt se llenaba entonces como no se había llenado nunca, y es que la estrella era así mucho más fenómeno, mucho más prodigio, mucho más cosa única en el mundo de lo que era antes. ¿O es que se creen ustedes que el pipero es una cosa moderna y exclusiva del Bernabéu?

Lo que ningún pipero neoyorquino hizo jamás fue ponerse una careta para reclamar un Oscar para la Bernhardt, que murió sin Oscar como Borges sin Nobel o Camba sin sillón en la Academia.

–¿Para qué quiero un sillón, si yo lo que necesito es un piso? –contestó a los pasteleros que fueron al Palace a ofrecérselo.

Lo que Cristiano necesita en el Madrid es una Copa de Europa, que el Balón de Oro es un consuelo para pobres, como Ribéry, o incluso como Messi, tras su paso por Hacienda.

No me gusta ver al Bernabéu enmascarado para mendigar un Balón de Oro bendecido por ese Blatter teñido que tiene la gracia donde el cuco el reloj, como si fuera el rosario de cuentas de lapislázuli bendecido por el Papa para los turistas de El Vaticano.

Copas, no balones.


"WHAT ELSE?"
El alcalde de Fuentealbilla, cuna de Iniesta, el hombre de La Mancha en el Camelot de Artur Mas, ha hecho hijo adoptivo del pueblo al marqués de Del Bosque, distinguido con una navaja de Albacete, que no sé yo si tendrá consideración de herramienta de duelo en el código del marqués de Cabriñana. Con el pie de Atapuerca que le dieron en Burgos y la navaja de Albacete que le han dado en Fuentealbilla, Del Bosque se configura como “What else?” de lo español (traducido: “¿Qué boda sin la tía Juana?”), nuestro George Clooney de lo chulapo, nuestro Matt Damon del requiebro y el “chotís”.


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