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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 15 de diciembre de 2013

El pan de los hijos Pedro Javier Cáceres / El pan de los hijos



El pan de los hijos
Pedro Javier Cáceres
Madrid, 15/12/2013.-Las cinco figuras del toreo del momento han anunciado (requerido, apercibido, advertido, avisado, ¿amagado, intimidado, exigido?; también ¿conminado, amenazado, presionado?) a la Real Maestranza de Caballería como propietario de la Plaza de Toros de Sevilla no contratarse para torear en dicha plaza mientras sigan los actuales gestores (familia Pagés) que lo hacen en virtud de un contrato-arrendamiento que -por muy antiguo que sea en origen- tiene vigencia para unos pocos años más.
La nota, parca de estilo, forma y fondo, se remitió de forma discriminada —o desordenada- a medios de comunicación por correo electrónico desde una ¿extraña? dirección mail que se colige creada ad hoc.
«El presente comunicado representa a los diestros José Antonio Morante de la Puebla, Julián López El Juli, José María Manzanares, Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante. Comunican a la afición que no actuarán en la plaza de la Real Maestranza de Sevilla bajo la contratación de la empresa Pagés. La Junta de Gobierno de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla ya tiene conocimiento de esta difícil decisión y de sus razones, decisión que solo pretende que esta plaza recupere su identidad y se respete a los toreros y a sus representantes
Sin otro particular, les saludan atentamente:
José Antonio Morante de la Puebla.
Julián López El Juli.
José María Manzanares.
Miguel Ángel Perera.
Alejandro Talavante».
(Réplica íntegra de la copia publicada en abc.es)
La nota, conocida a primeras horas de la tarde del jueves, sorprendió.
Tanto que, ni los entornos más próximos, alguno de los apoderados y por supuesto los “jefes de prensa” de los “abajofirmantes”, acertaban a dar explicación alguna sobre la misma ni ampliar detalles bajo la ley del silencio y con los “abajofirmantes” ilocalizables, según los medios que han intentado testar dicha nota.
Resaltando los motivos expuestos “decisión que solo pretende que esta plaza recupere su identidad y se respete a los toreros y a sus representantes” se deduce que los motivos de tan drástica medida se focalizan en el único argumento contrastable posible “se respete…a sus representantes”.
Que la “plaza recupere su identidad” es un prejuicio voluntarista tan lícito en su libertad de expresión como contradictorio a la realidad más inmediata si analizamos la memoria de resultados de la temporada 2013. Que “se respete a los toreros” se entiende que se refieren a ellos. Otra inconsecuencia si repasamos el trato de entendimiento y concordia con todos en las negociaciones de esta temporada 2013.
Unas negociaciones en las que, a fuer de otros motivos, se burló el escollo de la televisión y donde solo Talavante pudiera considerarse damnificado -dándolo el torero por bueno- en aras de la inclusión de “El Juli” el Domingo de Resurrección. El trato de la Empresa fue exquisito, con todos, y reconocido por ellos mismos.
Cierto que en 2012, en plena batalla por los derechos televisivos, Perera pagó los platos rotos como leal lugarteniente de “la causa” tras el desencuentro —desagradable- para la contratación (que se intentó por parte de la Empresa) de “El Juli”, el líder.
Por lo que respecta a Morante y Manzanares por haberse ganado a ley el “corazón de la Sevilla taurina” no puede decirse que no hayan toreado en La Maestranza cuando han pretendido, con quien han estimado, el día adecuado y con la ganadería apetecida y su caché respetado sin fricción alguna que se conozca. Igual se puede decir de los otros toreros en las contrataciones de los años anteriores al convulso y antipático 2012.
En cualquier caso: si “agua pasada no mueve molino” y el supuesto yerro empresarial es enmendado y corregido al alza invocar en primera persona o por boca de ganso un maltrato o falta de respeto en circunstancias puntuales y especiales anteriores es figura denominada rencor. No hay caso para argumentar un inventario de falta de respeto o maltrato de forma habitual que constituya gota que desborde el vaso.
Que los empresarios, todos, estén alertando que este espectáculo es inviable si no se recortan los gastos y se posibilita rebajar los boletos detectando, sin acusar de nada, que los cachés de las figuras son una parte importante a dimensionar no es faltar al respeto a nadie ni una agresión a su dignidad. Puesto que hasta ahora la “queja” no ha ido acompañada de medidas y todos han sido contratados a su dinero-.
Verdad es que la empresa de Sevilla se sienta la más agobiada y argumente que los costes son inasumibles y que “nadie quiere oír hablar de recortes” (Eduardo Canorea, dixit) por el “tabú” que en toda Sevilla supone apuntar a la Real Maestranza y su canon (sobre el 23% del bruto de explotación). Una frustración —no enfadarlos- a la que no son ajenos los medios de comunicación, afición en general y ¡los propios toreros “abajofirmantes”!, que quizá es por donde tendrían que haber empezado salvo que sus intenciones espurias sean otras: ir de buenos sin tocar la caja maestrante —no enfadarlos- e hipotéticamente provocar el cese de Pagés y colocar a uno de los de cabecera.
De haber hartazgo por alguna parte, hasta el punto de suponer esta fractura entre “las figuras” y la empresa de Sevilla o empresariado en general, será cansancio por parte de los organizadores que llevan reclamando desde hace mucho tiempo una reunión en la cumbre —la cumbre es la cumbre- para llegar a acuerdos y sacar a flote un espectáculo muy tocado en todos sus flancos y con vías de agua por todas partes. Esa legítima petición para hablar de lo que afecta únicamente a las alturas, y por el bien general, no es atendida. Y más que displicentes, casi humillante, la delegan en los dignos y legítimos representantes… de todos los toreros como para negociar un “totum revolutum” a lo que los empresarios, probado está, no se niegan, pero son problemas distintos con soluciones diferentes. Las propias figuras del momento se contradicen una vez que ellos forman grupo a parte como es obvio deducir de la citada nota a La Maestranza.
“Se respete…a sus representantes”. Por todo lo expuesto no se refieren a sus apoderados sino a sus representantes sindicales. Eduardo Canorea en el fragor de la reunión con los periodistas de Sevilla fue quizá demasiado fiel a sí mismo y dijo, con boca caliente:
"Los toreros no están por la labor de reducir ni un céntimo y algunos de ellos, sobre todo los de arriba, sí pueden hacerlo aunque a día de hoy ni se lo planteen. Las figuras no son consecuentes y son ellos los que deberían acudir a las negociaciones”
"Tú crees que me puedo sentar a hablar con los toreros si enfrente tengo a Juan Diego, a El Fundi y a Gómez Escorial. ¡Si no torean! No tienen el problema, no lo vive. Quizá estén pasando factura de su resentimiento. Es lo que yo pienso. Me cuentan una irrealidad”
¿Cómo queréis que llegue uno a un acuerdo con gente que no se juega nada ya. ¿Dónde está Manzanares, antiguo presidente? ¿Dónde está Julián López? ¿Dónde está Morante? ¿Dónde está Talavante? ¿Dónde está Perera? Algunos en el limbo, otros en la parra y otros más allá del limbo y de la parra. Y como no bajen al suelo, verán morirse esto. Pero esa no es su preocupación porque ya están ricos. No nos va a hacer falta los antitaurinos. Somos como los arraclanes, nos damos un buen picotazo solos".
¿Es suficiente para una declaración de guerra?
Una declaración de guerra con “escudos humanos”: la Real Maestranza, los aficionados y público en general.
El núcleo duro del extinto (ellos mismos reconocieron su fracaso) G-10 se ha reagrupado por decantación natural.
Y han reaparecido con ruido, mucho ruido….y, todo apunta, con muchas nueces.
Nueces que pueden ser de cáscara dura y amarga para los propios toreros si asimilamos las primeras reacciones de prensa y aficionados en los medios, blogs y twitter donde la mayoría le señala con el dedo acusador de los males totales de la Fiesta de hoy y su degradación en cuanto al toro que quieren, la falta de competitividad y rivalidad, el reparto de la tarta.
Los toreros con su nota han despertado esa fiera que todo aficionado lleva dentro en ese remedo de Jekyll y Hyde por lo que admira profundamente su obra en el ruedo pero no sus actitudes recientes.
Tampoco es de recibo que en este estado de visceralidad se esté acusando injustamente de una serie de vicios (muchos de ellos heredados) a estas figuras. Más de uno, o todos, probados de hacer gestos en los momentos oportunos y todos (o casi todos) haber pagado con su sangre su tributo a la Fiesta.
Pero la guerra es la guerra y la violencia engendra violencia. ¡Lo tengan claro!...los toreros.
Sin tiempo a más reacciones, ni de la Maestranza ni de los empresarios de la ANOET, Eduardo Canorea ya se ha disculpado públicamente.
Tal disculpa nos debe instalar, a todos, en una prudencia y control de los tiempos.
Por mucho que bastantes aficionados se hayan posicionado en las horas siguientes a la nota en animar a la Maestranza y a la Empresa (por extensión a todas las empresas) a recoger el guante y seguir una dinámica, por la que se felicitan, consistente en “pasar” de estas figuras y regenera la fiesta y abaratar precios con un amplio escalafón válido para no necesitar de los “abajofirmantes” sino todo lo contrario: es el momento de poner “el toreo” en su sitio.
¡No es eso, no es eso! Así lo ha entendido el propio Canorea.
Si es cierto que -en todo- ninguno somos imprescindibles, son momentos, más en “el toro”, en que todos somos necesarios: las figuras del toreo, por supuesto, pero las grandes empresas también; y la de Sevilla, ésta, lo es.
Lo que pase, de ahora en adelante, es incógnita. Lo mejor sería un mal acuerdo antes que un buen pleito. Y ¿porqué no un gran acuerdo?
Sin embargo me queda mal sabor de boca cuando pienso en el manido tópico con el que toreros de todo tipo y condición amenazan cada vez que se les critica en la plaza o se les lleva la contraria en sus postulados fuera de ella “no voy a permitir que juegues con el pan de mis hijos”.
Pues la nota de los cinco “abajofirmantes” no intenta jugar, sí quitar a tres familias principales con una tradición de más 75 años y las generaciones actuales de colaboradores -otras pocas de familia-……EL PAN DE LOS HIJOS.
Eso sí es feo, muy feo….

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