Echó a andar una nueva edición de la feria taurina de fallas. Para el aficionado es todo un oasis y una bocanada de aire fresco poder volver a ir a una plaza de toros. Y es que, tras el invierno, hay hambre de toros. Y hambre también de descansar de tantas y tantas cosas inanes, vanas y fútiles que cualquier ciudadano tiene que ir aguantando.
Los valencianos se llevan el gato al agua
Sábado, 9 de marzo de 2019. Plaza de toros de Valencia. Más de media entrada en tarde soleada y algo ventosa. Novillos de Daniel Ramos, bien aunque algo desigualmente presentados y de juego asimismo desigual. Jesús Moreno (morado y oro) de la escuela de Albacete, saludos tras aviso. Jordi San José (verdegay y oro), de la escuela de Valencia, oreja. Miguel Polope (grana y oro) de la escuela de Valencia, oreja. Jorge Martínez azul pavo y oro), de la escuela de Almería, vuelta tras aviso. Rafael León (grosella y oro) de la escuela taurina de Málaga, palmas tras aviso. Emiliano Robledo (blanco y oro), de la escuela de Aguascalientes EMTSA, silencio tras dos avisos. Entre las cuadrillas destacaron con los palos Raúl Blazquez y Maestro de los Ríos Presidió Jesús Merenciano.
Echó a andar una nueva edición de la feria taurina de fallas. Para el aficionado es todo un oasis y una bocanada de aire fresco poder volver a ir a una plaza de toros. Y es que, tras el invierno, hay hambre de toros. Y hambre también de descansar de tantas y tantas cosas inanes, vanas y fútiles que cualquier ciudadano tiene que ir aguantando.
A cualquiera que se le pregunte, está hasta la coronilla de oír hablar del Procès. De las egolatrías del presidente del gobierno, Y de ese que ahora dice que VUELVE, y del 8-M ,y del 28-A, de las elecciones y de los partidos políticos enfangados no en ofrecer programas sino en atacar al contrario. De la matraca que nos espera, de la crisis del Real Madrid y demás zarandajas.
Pero bueno, pues vamos a lo que interesa.
Con una novillada sin picadores con participación de alumnos de las escuelas de tauromaquia comenzó la feria fallera. Hay que aplaudir una vez más la iniciativa de la empresa y de la Diputación por incluir este tipo de festejos en el abono. Es necesario atender y cuidar a la cantera, y ofrecer posibilidades para que los más jóvenes puedan exhibir sus posibilidades, en una plaza de primera y ante un ganado de lujo.
Ayer, los novillos del ganadero castellonense Daniel Ramos elegidos al efecto exhibieron una presentación algo desigual. Algunos cuajados como segundo y sexto, y otros más escurridos como el que abrió plaza. Abanto de salida el silleto primero, distraído y escaso de fuerzas que, muy rajado, no dejó de buscar el abrigo de las tablas. Muy aplaudido de salida por su presentación el cuajado castaño lidiado en segundo lugar. Luego resultó un ejemplar exigente, al que le costó mucho emplearse, tendió a soltar la cara y no regaló nada, pero al menos se movió y embistió. También salió abanto el colorado y vareado tercero, que fue y vino por ahí, ayuno de clase, sin raza y siempre claudicante.
El cuarto fue y vino, y tuvo al menos la virtud de repetir las embestidas, aunque también ayuno de clase y siempre tendiendo a salirse suelto. Para no desentonar de sus hermanos, asimismo apareció abanto de los toriles el cariavacado y escurrido quinto, que resultó manejable y no presentó complicaciones a su matador. Y el castaño cierra plaza, con cuajo y romana, tuvo genio y temperamento, también tendió a huir y salirse suelto y no dejó de corretear de un lado a otro de la plaza, acobardado y despavorido, hasta que dobló.
Jesús Moreno, de la escuela de Albacete no tuvo opciones ante su descastado oponente, ante el que se mostró tesonero y porfión en un trabajo voluntarioso realizado en los terrenos de tablas.
Jordi San José de la escuela taurina de Valencia firmó un lucido tercio de quites en competencia con su compañero Polope, quien dibujó un extraordinario quite por chicuelinas. Luego plantó cara a su oponente en el platillo de la plaza, en una labor de firmeza y disposición, en la que sobresalió al torear al natural con la mano baja, largura y sometimiento. Un pase cambiado fue todo un cartel de toros. Y abrochó su labor con muletazos de rodillas plenos de fibra y exposición, que pusieron los tendidos a revienta calderas. Mató de una estocada baja. Mostró una evidente progresión.
A la puerta de chiqueros para recibir al tercero se fue Miguel Polope, también de la escuela taurina de Valencia, Luego con la muleta exhibió su excelente corte de torero, en un trabajo de impronta y prestancia, de toreo vertical y sentido, en una labor que de todas formas no tomó vuelo ante la escasa relevancia del novillo. Mató de una gran estocada volcándose en la cuna.
Jorge Martínez de la escuela de Almería, quien brindó la muerte de su oponente a Rafael Rubio Rafaelillo, se mostró como un torero enterado y con oficio. Tuvo la virtud de dejar siempre la muleta puesta en la cara del novillo y de ligar los muletazos con facilidad, pisando en todo momento terrenos de compromiso.
Compuestito, anduvo por la línea de la ortodoxia Rafael León, de la escuela taurina de Málaga, quien puso de manifiesto un buen corte de torero en una faena eso sí, de escaso convencimiento, tan ligera como superficial.
Y Emiliano Robledo de la escuela de Aguascalientes, manejó unas telas de más que considerable tamaño. Abrió su trasteo con tres pasos cambiados en el platillo. Se le vio tratando de hacer las cosas bien, aunque al final se acabara pasando la tarde corriendo detrás de su acobardado antagonista.
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