Días pasados, por segunda vez consecutiva sufrimos la parodia por culpa de los toros de Juan Pedro que, una vez más insiste en hacernos creer que un burro vuela; serán los suyos, los que él cría con tanto esmero pero que la realidad dice lo contrario de lo que piensa el ganadero y los toreros que son sus comparsas lidiando ese tipo de animalitos que, a diario, denigran la llamada fiesta de los toros.
El asunto es de una gravedad extrema porque yo creía, como muchos, que los burros de Juan Pedro eran requeridos por las figuras pero, craso error el mío porque ahí se apunta todo el mundo. El márquetin que utiliza el ganadero debe ser sublime porque, en la segunda “juanpedrada” de Sevilla se apuntaron Luque, Lorenzo y Marín, -más que un cartel para Sevilla, esa terna es un castigo de Dios- eso ya chorrea sangre a borbotones y, para colmo, a los dos últimos hasta les dieron una oreja de regalo. Y digo yo, ¿se imagina alguien ese mismo cartel en Calatayud, por citar la primera plaza que se me viene a la mente?
Los toreros citados, si en Sevilla congregaron media plaza, en cualquier otro pueblo o ciudad, ni quinientas personas hubieran asistido porque no se puede hacer un cartel más triste y penoso que el citado. Para colmo, como siempre dije, La Maestranza ha vuelto por sus fueros, a regalar orejas como si fueran piñatas para los niños. Eso sí, la mayoría de las revistas de Internet, abogan por este tipo de espectáculos y, para todos ellos, Juan Pedro sigue siendo el rey. Claro que, si de alabanzas hablamos, los palabreros de Movistar se llevan la palma como si fuera el domingo de Ramos, vaya manera de pedir orejas desde su estrado televisivo. ¡Y no les cae la cara de vergüenza!
Posiblemente, Juan Pedro Domecq, tras toda una vida como ganadero no se ha dado cuenta que cría burros en vez de toros y eso tiene un coste elevadísimo; un precio que hay que pagar que se llama fracaso con estrépito cada tarde que aparecen sus cuadrúpedos. Lo suyo es para ponerse a pensar. Dentro de tres minutos las figuras le darán la espalda como ha sucedido con muchos ganaderos que, de la bravura pasaron a la borreguez, es decir, al fracaso sin paliativos y, eso sí, los toreros quieren los toros santificados para poder darles muchos pases pero, sin se quedan en burros inofensivos y sin fuerzas ya no les interesan para nada porque saben que eso no tiene el menor calado en los tendidos. Y firmó tres corridas para Sevilla, ¿será que los vende a precio de saldo?
Como se desprende, el taurinismo solo quiere medios oficialistas que promulguen a diario la farsa, que engañen a la gente que menos sabe, cosa muy sencilla de hacer, de ahí esas páginas nefastas donde todo es de color rosa y al medio toro lo ensalzan como si estuviésemos hablando del toro fiero de Pedraza de Yeltes o de cualquier ganadería de semejante estirpe. Pienso que debemos decir las cosas por su nombre porque, para desdicha del taurinismo, la televisión que podría ser el medio que levantara de la mohína que tiene la fiesta, por el contrario, se ha vuelto un arma de doble filo en la que nos muestran lo que jamás deberíamos ver. ¡Con razón algunas figuras no quieren televisión¡
Si el toro 'ES' en verdad la fiesta, ¿qué es más feo y aborrecible en la actualidad... el toro o la fiesta? Por ahora la pena de ponderar y juzgar a responsables. // Atte., Torotino
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