LA SIESTA DE LOS TOROS
Diego Martínez
Unión de Abonados y Aficionados
Los toros de García Jiménez, mal presentados los tres primeros, algo mejor, pero sin estridencias los tres siguientes, fueron el prototipo del medio toro moderno que se quiere imponer ahora. Flojos. Mansos. Sin suerte de varas. Quites únicamente reseñar el realizado por Urdiales al cuarto enjaretando suaves y acompasadas verónicas. El resto del festejo fue un recital de pases y más pases sin profundidad ni calidad y con el resabio de la mala colocación de los tres matadores y mucho abuso del pico de la muleta.
Debemos hacer una excepción. Paco Ureña en el sexto nos despertó un poco. Puso en la faena el empuje y la casta que le faltaba al torillo. A derecha e izquierda, mano baja, colocación y trazos templados. Mató de estocada fulminante y pensamos que los pañuelos asomarían en los tendidos con cierta rotundidad como en tardes anteriores. Ni hablar, la siesta se imponía.
Algunos toros mostraron demasiada flojedad, pero la tarde no estaba para reivindicar sobreros.
Hay que censurar a Cayetano. No son formas de poner los toros en suerte situando el toro a un metro del caballo entre las dos rayas. No observamos alguacilillo alguno que desde el callejón obligara al diestro a rectificar la posición del toro. Ciertamente en estos tiempos estos servidores del delegado de la autoridad han quedado solo para entregar orejas y a veces ni eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario