la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 29 de noviembre de 2022

«Soy quinto de don Antonio Bienvenida» / por Pla Ventura


"...Han pasado cien años desde que aquel señor del toreo viniera al mundo y, en este año de su centenario, el mundo cultural anexo al toreo se ha volcado por completo en olor de multitud en celebraciones de todo tipo para rendir culto a tan magno artista que, para mayor dicha, dentro de aquel traje de luces anidaba un ser humano de unas dimensiones incuantificables que le hicieron grande entre los suyos puesto que, su arte y sus acciones solidarias, fueron las armas con las que venció a todo el mundo...."

Andrés Vázquez y Antonio Bienvenida

«Soy quinto de don Antonio Bienvenida»

Pla Ventura
Toros de Lidia/28 noviembre, 2022
Era yo muy joven, apenas un chaval cuando escuché hablar por primera vez de don Antonio Bienvenida. Es cierto que, por aquellas calendas ya me fascinaba el mundo de los toros pero, como digo, creo que una sola frase me bastó y me sobró para iniciarme por completo como aficionado a la fiesta de los toros, algo que le debo a mi señor padre en gloria esté.

Recuerdo que, en cierta ocasión alguien le preguntó a mi padre por su fecha de nacimiento y, don Luis Pla, con todo orgullo le contestó a aquel señor: ¡Soy quinto de don Antonio Bienvenida! Y aquello me marcó. Empecé a profundizar respecto al torero de Caracas, criado en Sevilla pero madrileño por los cuatro costados y desde aquel entonces, sin haberle visto en aquellos momentos, tras analizar en torno a su figura por todo lo que difundían los medios taurinos por aquellos años sobre su persona, me empezó a apasionar aquel torero inconmensurable.

Un torero que, a los pocos años de su alternativa ya gozaba del apelativo de “don” por considerársele un hombre extraordinario que, para fortuna del toreo logró hitos inimaginables, entre otros muchos, su dádiva generosa en los ruedos la que traducía en éxitos incontestables; su defensa de la tauromaquia hasta el punto de denunciar el fraude del afeitado costándole, como se sabe, la enemistad del toreo entero y, pese a todo, autor de proezas inimaginables como pudiera ser el caso de su intento de matar doce toros en Madrid en un mismo día; seis por la tarde y seis por la noche, hazaña que no pudo culminar en el festejo nocturno porque cuando había matado tres toros sufrió un desvanecimiento que le impidió culminar su epopeya, pero ahí quedó.

Para mi suerte, he leído todo y mucho más de lo que se ha escrito de este hombre irrepetible que, desde el seno de una familia de toreros engrandeció su profesión como pocos lo lograron en aquellos años. Y lo hizo hasta el punto de doctorarse con los toros de don Eduardo Miura en Madrid, la plaza que ya había conquistado de novillero, hazaña que hoy sería considerada como una locura que, hasta tengo el presagio que igual pasaría en aquellos momentos pero, tras lo visto, tiene uno la certeza de que dentro de aquel hombre anidada un tipo singular, único, artista como pocos y generoso como el que más.

Antonio Bienvenida ha sido a lo largo de la historia del toreo el diestro que más veces actuó generosamente para ayudar a los demás, de forma muy concreta en Madrid, la que era su plaza, el testigo de sus triunfos apoteósicos y el referente de su existencia porque sus actuaciones en Las Ventas fueron incontables, amén de todas las encerronas a lo que don Antonio se sometió de motu proprio para satisfacer a la mejor afición del mundo, la que siempre le alentó y le encumbró cuando desde otros lugares era desdeñado; no importaba, especialmente en aquel año fatídico en que se le vetó por defender la dignidad de su profesión.

Han pasado cien años desde que aquel señor del toreo viniera al mundo y, en este año de su centenario, el mundo cultural anexo al toreo se ha volcado por completo en olor de multitud en celebraciones de todo tipo para rendir culto a tan magno artista que, para mayor dicha, dentro de aquel traje de luces anidaba un ser humano de unas dimensiones incuantificables que le hicieron grande entre los suyos puesto que, su arte y sus acciones solidarias, fueron las armas con las que venció a todo el mundo. En su momento, como digo, dada la osadía que cometió enfrentándose al poder establecido, al final, ese mismo poder tuvo que sucumbir ante la magnitud de un torero irrepetible.

La vaca “conocida” volteó a don Antonio Bienvenida en El Escorial en casa de doña Amelia Pérez Tabernero para llevárselo al otro mundo al poco tiempo de haberse retirado, corría el año 1975 pero, como ha ocurrido entre todas los grandes de la tauromaquia, perdimos su cuerpo, su generosidad, su sonrisa inacabable, pero nos dejó su recuerdo, su leyenda, su obra toda en definitiva puesto que, tantos años después seguimos viendo reportajes del maestro y nos seguimos emocionando como el primer día. Repito que, un siglo después de que naciera don Antonio Bienvenida, los aficionado le seguimos recordando con inusitado fervor, lo que viene a demostrar que estamos hablando de un grande de la tauromaquia del siglo pasado que, en la actualidad, nadie le hemos podido olvidar.

Mi humilde aporte hacia tan gran torero no deja de ser una nimiedad al respecto de tan carismático artista pero, en calidad de aficionado me sentía en deuda ante este hecho tan trascendental y relevante como es el centenario del nacimiento de un torero irrepetible. ¡Gracias, don Antonio, por haber pasado por el mundo y haber dejado una huella imborrable!

--En las imágenes, diversos momentos del que fuera considerado el toreo de Madrid por antonomasia, lo dice, además de la historia, el monumento que adorna el exterior de Las Ventas en el que don Antonio Bienvenida sigue vivo eternamente.

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