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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 21 de noviembre de 2022

La multisecular batalla por la Fiesta de los toros entre el norte y el sur de Francia / por François Zumbiehl

Paseíllo en Arlés
La controversia habitual en Francia sobre el tema de los toros debería convertirse en una batalla política encarnizada, pero confusa y de resultado incierto, algo esperanzador para la afición

La multisecular batalla por la Fiesta de los toros entre el norte y el sur de Francia

--François Zumbiehl analiza la situación real de la tauromaquia francesa: el próximo día 24 está previsto que se debata una propuesta antitaurina de un diputado de la extrema izquierda

--La Francia taurina cierra filas con 'Veinte razones para no prohibir las corridas'

FRANÇOIS ZUMBIEHL
ABC/ París, Nov. 2022
Aprovechando el nuevo reglamento de la Asamblea nacional que otorga un día, cada mes, a la oposición parlamentaria en esta Cámara para presentar una propuesta de ley, se le ocurrió a un diputado de LFI (La Francia Insumisa – extrema izquierda), Aymeric Caron, proponer la prohibición definitiva en todo el territorio francés de la corrida (él habla de abolición, pero es un término torcido, como todos los términos que emplea para referirse a los toros). Tal propuesta debe ser debatida y sometida a voto en la Asamblea el próximo 24 de noviembre. El Sr. Caron es vegano militante, animalista y adepto declarado de la ideología antiespecista, que promulga la absoluta igualdad, de hecho y de derecho, entre todas las especies animales y los humanos, reducidos todos a la categoría global de animales sensibles, y considera por lo tanto como usurpación y explotación escandalosas cualquier iniciativa que los hombres tomen en relación con sus 'semejantes' no humanos.

Es obvio que el diputado de LFI ha considerado la corrida como el primer blanco cómodo y espectacular para sus iniciativas prohibicionistas, capaz además de colmar sus ansias de protagonismo. Una vez logrado –si es que esto adviene– seguirán en la fila todas las prácticas con animales: cazas, pescas, circos, equitación y hasta convivencia con mascotas. Él opina que el terreno es favorable ya que ninguna ley en Francia protege actualmente la corrida. Si bien ha sido inscrita en 2011 en el inventario del patrimonio cultural inmaterial de Francia, en el campo legislativo sólo se beneficia de una excepción cultural, ésta sí refrendada por una decisión del Consejo Constitucional en 2012. Esta excepción cultural fue conseguida en 1951 para calmar los ánimos de los aficionados enfebrecidos por las prohibiciones gubernamentales de la Tercera República. Se estipuló que el delito de maltrato animal, denunciado en el Código Penal, no se aplica a las corridas en las regiones que se pueden prevalecer de una tradición taurina ininterrumpida. Es esa disposición con la que quiere acabar el diputado Caron.

Por lo tanto, la controversia habitual en Francia sobre el tema de los toros debería convertirse, en la Asamblea nacional, este 24 de noviembre, en una batalla política encarnizada, pero confusa y de resultado incierto, algo esperanzador para la afición. Confusa porque si bien la posición del gobierno será de oponerse a esta propuesta de un miembro de la oposición, la polémica taurina está presente en el seno del conjunto de los partidos, incluida la mayoría gubernamental cuya presidenta en la Cámara ha decidido dejar la libertad de voto a sus diputados. Claro está que hay más partidarios de la tauromaquia en las regiones del Midi, con todas las etiquetas políticas, y más adversarios o indiferentes en el norte. La voz del Gobierno será expresada por el ministro de Justicia, el abogado Dupont-Moretti, aficionado empedernido (pronunció un pregón muy elocuente en la Feria de Nîmes). Todo hay que decirlo: es muy poco frecuente que una propuesta presentada por la oposición termine siendo aprobada. Además, el tema de los toros será debatido en cuarta posición, en un orden del día ya cargado con cuestiones muy conflictivas. Es probable que, esta vez, ni venga a discusión. En caso de que lo fuera y de que hubiera un voto favorable a la propuesta de Caron, el proyecto de ley debería ser transmitido al Senado para su aprobación, y esta alta cámara, muy representativa de la sensibilidad de las diferentes regiones de Francia, seguramente deliberaría con mucha precaución, y con mucho tiempo.

Sarta de falsedades

Por supuesto, la Francia taurina no se ha quedado con los brazos cruzados y ha cerrado filas. Dentro de la UVTF los 56 alcaldes de las ciudades taurinas, en unión con el Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas, amén de un manifiesto firmado por intelectuales y artistas de renombre, han dirigido a todos los diputados un memorándum de defensa de la tauromaquia, más un texto escueto, titulado 'Veinte razones para no prohibir las corridas'. En estos documentos se denuncia en primer lugar la sarta de falsedades difundidas por el diputado Caron y sus colegas, por ignorancia o mala fe: un toro bravo no puede ser tratado como una mascota y su lidia está basada sobre el respeto y la admiración que le tenemos; como raza excepcional -aniquilada en el momento en que se suprima la tauromaquia-, y en las condiciones de su cría, está en el centro de un ecosistema ecológico, tan excepcional como él mismo. Los daños económicos en las ciudades y pueblos taurinos, y en el entorno rural de su cría, serían irreparables si se concretara tal prohibición. Por otra parte, se trata de un patrimonio cultural de una enorme riqueza, legado por el trasfondo de la civilización mediterránea, un ritual que enfrenta a los hombres con su fragilidad, en la frontera de la vida y de la muerte, realidades sublimadas por el arte y el valor; un ritual que une a las generaciones y mantiene la comunicación del mundo rural con el mundo urbano.

En el campo jurídico y político los defensores de la afición apelan a la Constitución francesa y a la decisión del Consejo constitucional de tomar en cuenta las especificidades culturales de las regiones, a las convenciones de la Unesco para proteger la libertad y la diversidad de las culturas, y a los tratados europeos que promueven la legítima preocupación por el bienestar animal, siempre respetando las tradiciones religiosas y los patrimonios regionales. Por último, se ha advertido que esta propuesta de ley prohibicionista está inspirada por una ideología, animalista, que quiere sacudir las bases de nuestras sociedades marcadas por los valores del humanismo.

Yo añadiría, por mi parte, que, con la corrida y con esta iniciativa de un diputado parisino, se prolonga en Francia la multisecular batalla entre el norte y el sur, entre los jacobinos centralistas y los 'girondinos' defensores de las libertades y tradiciones regionales. Para los toros, a principios del siglo XX, la movilización del Midi ganó la partida. La llamaron 'La revuelta de los Tridentes', alzados por los gardians o vaqueros de Camarga. Esperemos que 'el espíritu del Sur' termine otra vez vencedor en esta contienda.
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