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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 6 de noviembre de 2022

Enfermeros / por Pla Ventura


"...nadie estamos dentro de la piel del toro, por tanto, no podemos pronosticar que salga bravo, noble, encastado, difícil, a veces ilidiable…pero sí sabemos de antemano que, las ganaderías de las figuras, la gran mayoría de las mismas todas sufren del mismo mal, la falta de fuerzas de los bovinos que nos desesperan a todos; dicen que a los toreros también, pero yo no me lo creo porque de ser así huirían despavoridos de dichas corridas, aunque solo fuera por dignidad personal..."


Enfermeros
Pla Ventura
Toros de Lidia/5 noviembre, 2022
Semejante definición, enfermeros, la acuñaron los palabreros de última hornada, amén de revisteros e informadores de la pésima investigación, es decir, la desinformación, todo ello para tratar de aliviar al torero de turno cuando se enfrenta a un burro medio muerto que se pasa la lidia por los suelos sin que previamente antes hayan picado al bovino. Como digo, les llaman enfermeros y les eximen de toda culpa, como si la cuestión no fuera con ellos. Hay que ser bobos hasta decir basta para intentar salvaguardar las tropelías de ciertos toreros que, sabedores de lo que van a lidiar se apuntan a dichas divisas con ansias desmedidas.

Claro que, la situación no viene de ahora, llegó hace ya algunos años cuando las figuras decidieron instalarse junto al medio toro inválido, razón de que rueden por la arena y que durante la faena de muleta, el torero tiene que estar más pendiente de levantar el trapo para que el bicorne no se caiga una vez más, antes que torear que sería lo lógico y por lo que los aficionados hemos pagado. Si de toros hablamos, por ejemplo, ¿por qué no se caen los cuadrúpedos de Luis Uranga o José Escolar? Con dos ejemplos está todo dicho.

Como dije millones de veces, nadie estamos dentro de la piel del toro, por tanto, no podemos pronosticar que salga bravo, noble, encastado, difícil, a veces ilidiable…pero sí sabemos de antemano que, las ganaderías de las figuras, la gran mayoría de las mismas todas sufren del mismo mal, la falta de fuerzas de los bovinos que nos desesperan a todos; dicen que a los toreros también, pero yo no me lo creo porque de ser así huirían despavoridos de dichas corridas, aunque solo fuera por dignidad personal.

Yo me conformaría que los toreros, cuando la lidia es imposible, ante todo, que fuera por la mansedumbre del toro, por sus malas ideas y aviesas intenciones y tratáramos a los toreros como héroes puesto que se han jugado la vida sin la más mínima colaboración del toro, algo que sucede muchas veces y que nadie pondría la menor crítica al respecto.

Digamos que, cuando un hombre se juega la vida de verdad aunque no tenga el resultado artístico que anhela, por encima de todo tiene que llevarse el respeto de las gentes. Ahora bien, que les llamen enfermeros a todos aquellos que de antemano se burlan de los aficionados enfrentándose a burros desvalidos, eso le quita el humor a cualquiera, con el agravante de que con sus acciones además de los aficionados, se están burlando de todos aquellos diestros que si se enfrentan al animal encastado y con raza.

Sin lugar a dudas, el diestro que más le han ponderado la frasecita para no dañarle en lo más mínimo, ha sido siempre Enrique Ponce que, al igual que sus compañeros, laureles los ha obtenido todos pero, en los últimos años, su labor ha tenido más de parodia que de auténtica realidad. Llamarle enfermero es el sinónimo más cruel que le puedan dar a un torero porque, de antemano ya se sabe que no está enfrentándose a un toro, más bien, a un animal podrido e indefenso que a lo único que aspira es a morir pronto antes que sufrir los vaivenes muleteros del diestro en cuestión.

Y, amigos, lo triste de la cuestión es que el hecho se repite una y mil tardes y quieren que nos traguemos la bola. ¿Cómo? Es imposible. Hasta el más imberbe del lugar se da cuenta de inmediato la clase de toro que tiene el torero enfrente, no hace falta ir a Salamanca para aprender dicha veleidad que, para desdicha de todos salta muy pronto a la vista. El ejemplo de lo dicho pasa desdichadamente por la camada entera de Juan Pedro Domecq y sus adláteres que son especialistas en lidiar animales indefensos, que salen muertos de toriles para que, una vez en plena lidia, los informadores de turno se sacaran de la manga la expresión citada para exonerar a los diestros de aquello que previamente han elegido.

Aunque sigue habiendo más tontos que tejas, cualquiera, sin haber estado en Oxford es capaz de darse cuenta de la parodia aludida. La prueba fehaciente de la invalidez e ineptitud de los toros que lidian las figuras no es otra que, ni una sola figura ha caído herido por asta de toro en toda la temporada, a excepción de Emilio de Justo que cayó herido en Madrid enfrentándose a un toro encastado.

Aunque les pese a muchos, especialmente a los que viven de semejante cuento, es la cruda realidad de unos hechos incuestionables porque, es cierto que dentro de esa amalgama de toros mortecinos, de vez en cuando sale el santificado para que el diestro en cuestión luzca su palmito. Acordémonos del toro de José Escolar que lidió Fernando Robleño en Madrid y disiparemos todas nuestras dudas.

Las imágenes de los toros que mostramos dicen mucho más que mil millones de palabras.

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