"...Picasso, otro grandísimo aficionado, lo tuvo siempre claro: no basta con el genio, es preciso que cuando te visite la inspiración te pille trabajando..."
Doblar el lomo
Paco Delgado
Aunque todavía siguen dándose festejos sueltos y de manera puntual, la temporada española finalizó el pasado domingo 15 de octubre. Lo hizo con el cierre de las ferias de Zaragoza y Jaén. Dos seriales distintos en su estructura y concepción y que también han sido muy diferentes en sus resultados.
Son los dos abonos que tradicionalmente ponen el broche a la campaña en España y dan vía libre a que la torería ponga ya sus ojos y mente en las plazas americanas. Dos ciclos que, también a lo largo de la historia, han tenido poco que ver entre sí. El Pilar es extenso y con un considerable número de festejos mientras que San Lucas, más modesto, siempre ha sido más corto pero no por ello menos intenso.
A orillas del Ebro este año se han dado nueve funciones, repartidas en cinco corridas de toros, dos novilladas con picadores, otra sin caballos y una corrida de rejones que puso el punto final. Pero además hubo numerosos festejos populares, concursos de recortadores, de anillas, roscaderos y suelta de vaquillas. En la plaza de La Alameda, bajo el cerro de Santa Catalina, la programación ha sido más escueta, dos corridas de toros, una novillada de promoción y un festejo ecuestre.
Sin embargo, el resultado, tanto artístico como en cuanto a asistencia y agrado de satisfacción del público, ha sido mucho mas positivo y favorable en Jaén que en Zaragoza, donde hubo mal ambiente desde el mismo día que se presentaron oficialmente las combinaciones, así como problemas, de distinto calibre, envergadura y consideración, pero prácticamente a diario, en reconocimientos y corrales. La gente no manifestó especial interés por lo que se ofreció en el coso de Pignatelli excepto en los últimos días -y en los festejos populares, en los que hubo magníficas entradas en todos y cada uno de los que se dieron-, si bien es cierto que los carteles ofrecían un perfil bajo, acentuado, por si faltaba algo, con las bajas al final de Morante de la Puebla -que dejó cojas dos tardes- y Daniel Luque. Cartelería en la que, salvo algún nombre aislado, las figuras brillaban por su ausencia.
Tauroemoción no tiró la casa por la ventana y se mantuvo fiel a la estructura clásica de lo que ha sido el apartado taurino de las fiestas de San Lucas, poniendo como colofón la despedida de los ruedos de Manuel Díaz “El Cordobés”, quien después de 30 años de carrera -en la que durante mucho tiempo fue el líder indiscutible del segundo circuito- hizo que le cortase la coleta su recién reconocido padre, Manuel Benítez “El Cordobés”, que al margen de otras muchas tardes, hizo historia en esta plaza con aquella llamada “Corrida Mundial” que fue televisada vía satélite a todo el mundo hace ya mas de medio siglo y que conserva su carisma y extraordinario tirón popular. La cosa funcionó y ese adiós se convirtió en todo un acontecimiento que prácticamente llenó gradas y tendidos.
La otra corrida tuvo así mismo un aliciente añadido, la alternativa de un torero de la tierra, Marcos Linares que supo venderse adecuadamente. Y ese puede que sea el quid de la cuestión y la clave en la que se encuentran las diferencias entre ferias que funcionan y ferias que no. El trabajo y la dedicación, el saber convencer a los aficionados y a los tibios de que lo que se verá en la plaza es algo grande e importante. Y eso no se consigue confeccionando unas combinaciones atractivas y colgando cuatro carteles en la calle. Requiere tiempo, esfuerzo y trabajo. Mucho trabajo.
Me contaba hace unos años un matador de toros, ya retirado y de no poco prestigio en el ejercicio de su actual profesión, que el verdadero problema del espectáculo taurino radica en lo poco que a los responsables del negocio les gusta doblar el lomo y que piensan que la gente tiene obligación de ir a las plazas. Recuerdo, además, a otro empresario, Enrique Grau, que para preparar la añorada feria de agosto de Játiva, una de las grandes citas del verano en Valencia, nada más acabar la Navidad comenzaba a ir a por los pueblos y ciudades de los alrededores, y de mucho más allá, para explicar las bondades y excelencias de lo que se podría ver más de medio año más tarde...
Picasso, otro grandísimo aficionado, lo tuvo siempre claro: no basta con el genio, es preciso que cuando te visite la inspiración te pille trabajando.
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