El Rey habló de unidad
Pla Ventura
Toros de Lidia/21 octubre, 2023
Sin lugar a dudas, el acto de referencia en el día de ayer no fue otro que la entrega de los premios Princesa de Asturias que, a no dudar, nos dejó a todos anhelados por la belleza del mismo, por su contenido, por la grandeza que emana desde sus propias raíces; un acto de un contenido tan maravilloso como extraordinario que, en definitiva, lo único que hace es premiar a todas aquellas personas que, desde su actividad, han sido grandes durante todo el año.
Oviedo, como digo, fue ayer el escenario de la cultura, de la concordia, de la paz, del reconocimiento a varias personas esparcidas por el mundo pero que, su labor no ha caído en saco roto porque desde España, este Premio citado sigue conmoviendo a propios y extraños. No importa la nacionalidad de nadie, pero sí su labor que, como es notorio, cala en el corazón de todas aquellas gentes de buena voluntad puesto que, los premiados son personas de un altísimo nivel en sus actividades, razón por la que se les reconoce su bien hacer.
Hablaron los premiados, siempre Meryl Streepe la gran admirada en el teatro Campoamor puesto que tuvo una alocución conmovedora en la que, para su suerte, lo que le dictaba el corazón era el calado que todos recibíamos de sus palabras. Además de una gran actriz, una señora en toda la extensión de la palabra, por ello se llevó la ovación de la tarde. Todos los galardonados mostraron la satisfacción de haber logrado una distinción tan grande como la descrita. Pero tuvo que ser la Princesa de Asturias la que, con su palabra enardeció a los presentes y, sin duda, a los que tuvimos la suerte de verle por la televisión. Un acto conmovedor donde los hubiere porque en España, atiborrados como vivimos de malas noticias si de política hablamos, comprobar que, en nuestro país todavía existe un foro donde se premia y reconoce a los grandes de distintas actividades que en el mundo han sido a lo largo del año, eso nos cautiva a las gentes de buena voluntad. Ayer tarde, como digo, por unos momentos nos olvidamos de las guerras, asesinatos, desastres de todo tipo, de los políticos indeseables y todo maleficio que azota a nuestro país desde todos los órdenes.
Cerró el acto su Majestad El Rey de España que, ataviado por esa cultura que ha aprendido en su formación como Jefe de Estado nos deleitó una vez más en el uso de la palabra. Su figura como su palabra fueron el colofón a una tarde inolvidable que guardaremos en nuestro corazón hasta el año venidero en que, por estas fechas otoñales, desde España se premia a los grandes de distintas actividades esparcidos por todo el globo terráqueo. El Rey, sabedor de los momentos que vivimos habló de unidad y de concordia y, en ese preciso instante, el teatro Campoamor estalló en una sonora ovación que se prolongó durante mucho tiempo. Ahí estuvo el éxito del Rey, porque con esa cultura que Dios le ha dado, hurgó en el corazón de tantos desaprensivos que quieren romper la unidad de España.
Si el acto era preceptivo que sería todo un éxito, tuvo que ser El Rey de España el que certificara la grandeza que emana desde nuestro país en la concesión de dichos premios pero, a su vez, fue su palabra la que conquistó a propios y extraños y, con esa sutileza que él sabe exponer, algunos de nuestros compatriotas que se dedican a la política se sentirían aludidos; por supuesto que no tomarán lección del Jefe del Estado que, como digo, desde siempre, aboga por la unión, nunca por la ruptura de un país como el nuestro que, pese a tanta desdicha, en actos como el de ayer seguimos certificando la grandeza de España, la que unos pocos quieren destruir pero que, pese a todo, las gentes de buena voluntad de España seguimos negándonos a ninguna ruptura, lo dijo El Rey y Dios quiera que, para momentos decisivos, todos tengamos la suficiente lucidez para que España siga siendo una, grande y libre.
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