
San Fermín es mucho más que el encierro. Es una fiesta, un acontecimiento mundial que gira en torno al toro. El toro es el centro de todo. Sin toro Pamplona tendría otro tipo de fiesta, pero no sería tan multitudinaria, tan internacional, ni tan rentable. Sin corridas no habría toro, ni encierros, ni el San Fermín que conocemos. Sin embargo, el ayuntamiento pamplonés y RTVE parecen querer borrar las corridas en otro ataque ideológico, sectario, antitaurino.
Pamplona o un simulacro vacío
Carlos Bueno
Las fiestas de San Fermín han sido, desde hace décadas, uno de los símbolos más reconocibles de España en el mundo. Cada mes de julio, millones de ojos de todos los rincones del planeta se posan sobre Pamplona para seguir unos encierros que no se entienden sin la tauromaquia. La imagen del toro corriendo por las calles es un icono local y un patrimonio cultural que trasciende fronteras. Sin embargo, el actual equipo de gobierno del Ayuntamiento pamplonés -formado por EH Bildu, Geroa Bai y Contigo Zurekin- ha decidido eliminar cualquier referencia taurina del vídeo promocional de San Fermín 2025. Ni un torero, ni un pase, ni los tendidos de la plaza de toros. Nada. Silencio visual.
No es casualidad. Es una decisión deliberada y profundamente ideológica. Una operación de borrado cultural que responde a una agenda claramente antitaurina y sectaria, y que ignora, de forma preocupante, tanto la historia como la realidad social y económica de las fiestas. Como ha señalado el torero Román: “Sin corrida no hay encierros, sin encierros no hay fiesta, sin fiesta no hay gente, sin gente no hay dinero. Sin toros no hay nada”. Una afirmación que resume, con claridad, la cadena lógica que sustenta el fenómeno de San Fermín. Y es que el toro es el eje vertebrador de la celebración.
Pamplona es el epicentro de una fiesta taurina que genera millones de euros, que llena hoteles, que colapsa bares y restaurantes, que atrae turismo internacional y que convierte a la ciudad en portada de medios de todo el planeta. Negar el peso taurino de San Fermín es negar la identidad misma de la fiesta. Es falsificar la realidad y romper con una tradición que forma parte del ADN colectivo pamplonés.
Pero el ataque no se queda en el consistorio. Televisión Española, pese a retransmitir los encierros en directo con audiencias masivas, con casi cuatro millones de personas conectadas, con medias diarias de 1,3 millones de espectadores y cuotas de pantalla que alcanzan el 62,4%, ha optado también por sumarse a esta estrategia de invisibilización. En sus emisiones no hay ni una mención a las corridas de toros que se celebran por la tarde. RTVE aprovecha el tirón mediático de los encierros para alimentar su audiencia, pero se niega a informar sobre la razón de ser de esos encierros: la lidia.
Este doble discurso es, como poco, hipócrita. No se puede entender el encierro sin corrida. El toro que corre por la calle no es un espectáculo aislado ni un capricho visual: es un acto que culmina en la plaza, en una tradición milenaria que va mucho más allá de lo que ciertos sectores quieren reducir a ideología. Once de los quince consejeros de la televisión pública han sido elegidos por PSOE, Sumar, Junts, ERC, Podemos y PNV. Su preocupación debería ser reflejar la pluralidad y la realidad de la sociedad española, pero han optado por sumarse al apagón informativo.
Resulta paradójico que, mientras miles de personas llenan cada tarde el coso, y mientras millones siguen los encierros desde sus casas, los responsables institucionales y mediáticos prefieran mirar hacia otro lado. La supuesta modernidad no puede construirse sobre la negación de la historia. La fiesta no es completa sin el toro. Y sin toro, no hay San Fermín.
La voluntad popular, expresada en la masiva participación en los festejos, no puede ser ignorada por gobiernos municipales que representan a todos, no solo a sus votantes más afines. Pamplona merece respeto por lo que es y por lo que representa. Y San Fermín, con toros, seguirá siendo la gran fiesta universal que ha sido siempre. Sin ellos, solo quedaría un simulacro vacío.
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