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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 19 de mayo de 2020

LOS TOROS AMENAZADOS POR UN COLABORADOR DE NARCOTERRORISTAS: PABLO IGLESIAS TURRIÓN

A Pablo Iglesias no le importan ni los niños, ni los abuelos, ni los asesinados, ni los torturados, ni los heridos, ni los presos, ni los perseguidos, sólo le preocupan los animales y mucho. Tanto que prepara una ley para prohibir los toros


LOS TOROS AMENAZADOS POR UN COLABORADOR
 DE NARCOTERRORISTAS

AIT / Madrid,17 de Mayo de 2020
Pablo Iglesias actuó como mercenario ideológico del régimen chavista, que ha causado muerte, dolor y tragedia en miles de seres humanos

La Fiscalía de los Estados Unidos acusó a Nicolás Maduro por narcotráfico y terrorismo, así como a otros 13 altos miembros de su gobierno, y ofrece 15 millones de $ por la captura del presidente venezolano

Pablo Iglesias se ha ido al Senado español a anunciar una ley de bienestar animal para atacar a la Tauromaquia, mediante un referéndum manifiestamente ilegal, en el que los españoles se pronunciarían sobre su destino. También ha dicho que le resulta incómodo que a la Tauromaquia se la considere Cultura.

Este es el mismo individuo que ha actuado junto con otros miembros de la formación política Podemos como mercenarios ideológicos del régimen narcoterrorista de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. En tal sentido, cohonestaron los crímenes cometidos por Chávez y Maduro, incluidas los miles de muertes de niños por falta de alimentos y medicinas.

Entonces Iglesias no se alarmó por la sangre derramada de seres humanos, todo lo contrario, se desvivió en elogios hacia Chávez, quien repartió entre sus aliados millones de dólares provenientes del narcotráfico, producto de la alianza de los terroristas de las FARC con el Cártel de los Soles.

Este liberticida antitaurino ha llegado al gobierno español por un accidente en la historia política de este país, y desde allí chantajea a sus aliados del PSOE, incapaces de contradecirlo, pues de él depende la estabilidad del gobierno.

Ahora expresa su preocupación por el maltrato animal. Habría que preguntarle si el dolor y la muerte de los niños venezolanos no le importan. Claro, la respuesta es obvia. Tal vez ahora que tiene hijos le remuerda la conciencia. Con los millones de dólares dilapidados, se habrían podido comprar medicinas y alimentos para los más pequeños, que ya no tendrán ni siquiera la oportunidad de ser veganos, como cree que van a ser los suyos.

Sus “éxitos” no se limitan a lo ocurrido en territorio venezolano. Recientemente, la diputada María Ruiz Solás, le ha atribuido la responsabilidad de las residencias de mayores durante la crisis del coronavirus, dentro de las competencias de su rutilante cargo de vicepresidente segundo del gobierno PSOE-Podemos. Como le espetó Ruiz Solás en sede parlamentaria “miles de abuelos fallecidos y enterrados en la más absoluta soledad, sin la menor asistencia médica y hospitalaria, porque, que casualidad, al señor Iglesias tampoco le importan los abuelos”.

Es decir, ni los niños, ni los abuelos, ni los asesinados, ni los torturados, ni los heridos, ni los presos, ni los perseguidos, sólo le importan los animales y mucho. Tanto que prepara una ley para prohibir los toros.

Habrá que advertirle que la Tauromaquia está avalada por las Leyes que la reconocieron como Patrimonio Cultural Inmaterial del pueblo español; por la Constitución, que nos garantiza la libertad; por el Derecho y la Justicia; y es Cultura, aunque no le guste. Y mientras estemos en un Estado de Derecho tendrá que ser ante la Justicia donde se decida su aventura. Pero no sólo esto. También que allí se tendrán que dirimir las responsabilidades personales en la muerte de miles de abuelos en España. Lo de Venezuela se resolverá oportunamente.

Si esto no le resulta suficientemente disuasivo, que contradiga a Su Majestad el Rey Felipe VI, quien recientemente, en la entrega de los Premios Taurinos y Universitarios de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, expresó que la Tauromaquia forma parte del Patrimonio Cultural del pueblo español. Que vaya a la Zarzuela a decírselo.

Lo cierto es que allí no lo deberían dejar entrar, no por desaliñado, sino por sus inclinaciones crueles y mortuorias.

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