En estos tiempos relativistas que corren en los que las voluntades se compran a precio de saldo, es esperanzador y una ventana de aire fresco ver que siguen existiendo hombres fieles a su credo. Un orgullo para la Guardia Civil que mantiene incólume su divisa y un valioso ejemplo para una sociedad cada día más lobotomizada. Gracias mi Coronel.
Un Gobierno desacreditado y un coronel ejemplar
LUIS IBAÑEZ
El Correo de España - 29 Mayo 2020
Me gustaría dedicar unas líneas a las reformas que pide a gritos el sistema sanitario como ha puesto de manifiesto la pandemia o el mastodóntico e ineficiente Ayuntamiento de Madrid. Pero de nuevo la preocupante actualidad manda. El pasado miércoles, pudimos comprobar en la sesión del Congreso como sin solución de continuidad semana tras semana se va tensando la situación política hasta llegar a límites que no habían augurado ni los más pesimistas pronósticos de los analistas especializados. El detonante ha sido el polémico cese del coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, Diego Pérez de los Cobos. Un cese injusto y arbitrario que el titular de Interior ha tratado inútilmente de justificar como fruto de una remodelación del equipo que ya estaba prevista con anterioridad y que ha desatado un tremendo malestar en el seno de la Benemérita, traducido en dimisiones y cambios en la cúpula de mando. Lo cierto es que la verdadera causa del cese no ha sido otra que la negativa del coronel de los Cobos a facilitar copia del informe, en el que había trabajado una unidad de policía judicial bajo su mando a requerimiento de la titular del Juzgado número 51 de Madrid. Un informe de vital importancia para depurar posibles responsabilidades por negligencia y presunta prevaricación del responsable de la Delegación del Gobierno de Madrid, al existir indicios claros de que con anterioridad contaba con información técnica suficiente sobre la gravedad del coronavirus y la posibilidad de su propagación en actos públicos de gran concurrencia.
Y a pesar de ello por razones ideológicas y de interés partidista no solo se autorizó la macromanifestación del 8M, sino que se alentó a la participación ciudadana y, de forma colateral, también se autorizaron otros eventos programados para dicha fecha.
El resultado no pudo ser más devastador, 15 días después la sanidad pública se colapsó, y España se ponía a la cabeza del triste ranking en contagios, fallecidos y sanitarios infectados. A pesar del poco serio baile de cifras que cada día nos ofrece el inefable Dr. Simón, no parece nada exagerado a la vista de las informaciones paralelas de otros organismos hablar de una cifra mucho más real en torno a 50.000 fallecidos y un número incluso superior de sanitarios infectados. Entre estos fallecidos no menos de 20.000 ancianos en residencias de mayores que, en muchos casos, no han tenido ni siquiera la oportunidad de ser asistidos en un centro sanitario.
Un geronticidio en pleno siglo XXI a modo de experimento social de eutanasia colectiva y sin consentimiento que no hubiese imaginado el mismísimo Orwell.
Es una injerencia imperdonable que el ministro Marlaska haya presionado por todos los medios a su alcance a un subordinado para que incumpla su obligación de guardar el secreto ordenado por la Juez actuante.
Un ministro que ha ejercido durante décadas como titular de uno de los juzgados de la Audiencia Nacional y que cuando la ocasión lo requirió no dudó en decretar el secreto en investigaciones similares ordenadas a la policía judicial. Y lo que es mucho más execrable es la arbitrariedad y el abuso de autoridad al cesar al coronel de los Cobos cuando lo que tendría que haber hecho es no inmiscuirse en el asunto por muy sensible que fuera para el Gobierno, pero ya que lo ha hecho lo que hubiese procedido no es cesar al jefe de la Comandancia sino felicitarle por su profesionalidad y sentido del deber. La verdad es que el ministro Marlaska ha fulminado en tiempo récord el prestigio que pudo adquirir en su ejercicio como juez en la Audiencia Nacional y las causas que instruyó contra el terrorismo etarra. Es inexplicable por mucha que sea su ambición personal y su vanidad que con su trayectoria se prestara a formar parte de un Gobierno como el de Sánchez capaz de pactar con el mismísimo diablo para alcanzar y mantenerse en la Moncloa. Un Gobierno que sin ningún empacho pacta con partidos separatistas y tibios en la condena del terrorismo que tantísimo dolor ha causado y con tantas víctimas entre los servidores públicos bajo su mando. Una actitud que deslegitima moralmente al Sr. Marlaska para estar al frente del ministerio del Interior. Nuestros admirados Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado merecen un ministro con un perfil muy diferente. Aunque, en verdad, visto el elenco que integra el actual Gabinete, hay que reconocer que el Sr. Marlaska no desentona, representa el estándar de mediocridad e incompetencia que han sido capaces de acreditar en solo cuatro meses de gestión. Sin duda el peor Gobierno que ha existido desde la aprobación de la Constitución. Y eso que Rodríguez Zapatero dejó muy alto el listón.
Una actuación autoritaria y despótica del señor Marlaska que va más allá del craso error en la mera decisión política. Pues además de abrir un conflicto por injerencia en el poder judicial también siembra la sospecha sobre la legalidad del cese del jefe de la Comandancia de Madrid. No habiendo podido “descafeinar” el exhaustivo y contundente informe en origen, ahora dedicarán toda su artillería mediática a tratar de neutralizarlo. La parte positiva de todo este affaire es que el coronel Pérez de los Cobos acaba de obtener la más alta condecoración que ha recibido en toda su ejemplar trayectoria: nada más y nada menos que el reconocimiento general de toda la ciudadanía por su integridad y honor. En estos tiempos relativistas que corren en los que las voluntades se compran a precio de saldo, es esperanzador y una ventana de aire fresco ver que siguen existiendo hombres fieles a su credo. Un orgullo para la Guardia Civil que mantiene incólume su divisa y un valioso ejemplo para una sociedad cada día más lobotomizada. Gracias mi Coronel.
Ante esta desastrosa gestión de su ministro del Interior, Sánchez se ha puesto de perfil y el Gobierno continúa con su errático rumbo, dando bandazos como pollo sin cabeza y rectificando sus propias decisiones incluso antes de poder ponerse en práctica, como acaba de ocurrir con la cuarentena de dos semanas que anunció para los turistas extranjeros, la han bajado a una a partir de julio, pero se deja abierta la puerta a otra rectificación en base a las decisiones que se adopten en la UE. Un anuncio inconveniente que sin duda ha impactado negativamente sobre posibles reservas y que los países de origen no recomienden España como destino. También se ha seguido rectificando el sistema de cómputo de los fallecidos por coronavirus, aunque las cifras que facilita el desacreditado Sr. Simón ya no se las cree nadie después de que a principios de semana restaran 1.900 fallecidos tras cambiar por enésima vez el criterio de cómputo. El Instituto Carlos III ha hecho pública una estimación en base a los certificados de defunción expedidos entre el 13 de marzo y el 22 de mayo y comparativamente con el pasado año el número real de fallecidos en dicho periodo está en torno a 43.000. También Sánchez ha pasado de estar firmemente convencido de la necesidad de prorrogar el estado de alarma hasta finales de junio a indicar se podrían dar pasos para agilizar el desconfinamiento y mantener las restricciones en los territorios en los que sea necesario aplicando otras normas posibles tal y como han venido recomendando prestigiosos expertos en derecho.
Y mientras tanto el vicepresidente, Pablo Iglesias, que sabe es un cadáver en el Gabinete, sigue utilizando sus intervenciones, con la absoluta impunidad que le brinda la bancada socialista y sus aliados separatistas junto a la descarada parcialidad de la Presidente del Congreso, para tener protagonismo mediático ante sus círculos y hacerse autopropaganda de cara a la inminente ruptura del pacto de legislatura y a unas posibles elecciones anticipadas. Fue lamentable su respuesta provocadora y fuera de lugar a García Egea el pasado miércoles preguntándole si estaba insinuando la insubordinación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad o hacer mención del origen social llamando marquesa a Cayetana Álvarez de Toledo. Y, desde luego, lo que resulta inaudito es lo acaecido este jueves en la Comisión para la Reconstrucción en la que el agitador comunista se ha permitido decir de forma premeditada a Iván Espinosa de los Monteros que a la gente de VOX “le gustaría dar un golpe de estado, pero que no se atreven” (sic). El señor Espinosa de los Monteros en un acto plausible de moderación se ha limitado a abandonar la sala. Rematando con su altanería barriobajera, Pablo Iglesias, se ha permitido decirle “señoría no se le olvide cerrar la puerta” (sic). La actitud del presidente de la Comisión, Patxi López, incalificable, aunque después haya pedido perdón. Espectáculo bochornoso al que han asistido impasibles los diputados presentes, ni uno solo ha tenido la gallardía de protestar o levantarse en solidaridad con Iván Espinosa.
La UE, tal y como algunos augurábamos en cuanto a su papel en la financiación del coste de la pandemia, está dando motivos para un moderado optimismo. Era claro que después del trauma que ha supuesto el Brexit no se podía permitir el lujo de un incremento de la desafección de los ciudadanos del sur. Merkel, Macrón y Leyen, lo han tenido claro desde el principio y eso ha dado sus frutos. Nada menos que 750.000 millones de euros se van a poner a disposición de los países miembros. A España se le podrían asignar hasta 140.000 millones y la mitad sería en forma de transferencia directa y el resto como préstamo a muy largo plazo y ridículo coste. Qué gran oportunidad para tener un Gobierno competente y constructivo capaz de reformular nuestros desastrosos presupuestos generales del Estado y acabar con el déficit crónico. Esperemos que esa sea una condición sine qua non para tener acceso a las ayudas. En caso contrario será pan para hoy y sangre, sudor y lágrimas para el futuro.
¡Gobierno dimisión!
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