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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 5 de febrero de 2024

Desde México: 5 de febrero de 1946. Feliz aniversario de «La México» / por Alexa Castillo


Y ahí estaban Luis Castro “El Soldado”, Manuel Rodríguez “Manolete” y Luis Procuna, partiendo plaza ante la histeria de cerca de 45,000 espectadores que se notaban tan excitados, tanto o más que los mismos protagonistas.


Desde México: 
5 de febrero de 1946. Feliz aniversario de «La México»

Alexa Castillo
Toros de Lidia/5 febrero, 2024
Ese día el sol salió más temprano, las nubes se despejaron y permitieron que la luz resplandeciera. Era un día especial. Si, como todos los años, se celebraba el día de la Constitución Mexicana. Pero era tan diferente esta vez, porque toda la ciudad y gran parte del país sabía que un acontecimiento magnífico habría de ocurrir.

En la radio se había anunciado por semanas y existía gran alboroto en todas las clases sociales. En los barrios y en residenciales zonas, todos los niños eran iguales. Jugaban emocionados al toro.

Era el evento del año. No había un arte que pudiera juntar a tanta gente. Todos querían presenciarlo.

Por allá en las cercanías del pueblo de Mixcoac, donde alguna vez fue una ladrillera, se había construido el recinto más espectacular, el más grande del mundo, no había nada más importante que lo que sucedería esa tarde.

Y amaneció más temprano porque el mismo Sol exponía sus rayos en emotivo gesto. Y las nubes se abrían pues San Pedro ansiaba escuchar el clamor de las multitudes. Y desde todos los remotos puntos, los Dioses se asomaban para enterarse de las noticias.

Conforme pasaba el tiempo, el nerviosismo se apoderaba de cada uno. El corazón latía de la simple emoción de poder estar presente en tan grandiosa fecha. No alcanzaban los tranvías para poder llegar y no existían las grandes avenidas que hoy la circundan. Había que caminar por largos minutos para acercarse. Las multitudes desesperadas se volcaban animadas por conocer lo que hasta el día de hoy sería la Catedral del toreo en este país.

Era motivo de uno de los proyectos más ambiciosos que se habían pensado en aquella época. La Plaza, el estadio, alberca olímpica, frontón, canchas de diversos deportes, restaurantes, salas de espectáculos e infinidad de sitios conformarían la llamada Ciudad de los Deportes. Lamentablemente después de construir el estadio, el dinero se terminó y se acabó el sueño.

La inquietud se apoderaba de todos los que se encontraban en el sorteo, había una sobre excitación, no todos los días se inauguraba un recinto de tal importancia.

En aquellos años la Fiesta Brava era apreciada por toda la sociedad. Y el “Toreo” de la Condesa era insuficiente para tantos y tantos aficionados. La gente solía quedarse afuera y escuchar las transmisiones por la radio.

El orden de lidia de los astados de “San Mateo”quedó así:

Jardinero (no. 33)
Fresnillo (no. 3)
Gavioto (no. 55)
Gallito (no. 14)
Peregrino (no. 10)
Limonero (no.82)

Finalmente tuvo que salir un sustituto del 5o., Monterillo (no. 13)

Yo creo que podía compararse con el nacimiento de un hijo, o el feliz día de una boda.

Los tiempos eran otros y la gente iba elegantemente ataviada. Era una auténtica gala. Las mujeres con pieles y joyas y los hombres perfectamente vestidos y con los zapatos relucientes.

Cuenta E.P.D. Don Heriberto Lanfranchi, en su libro “La fiesta brava en México y España, que “hubo aglomeraciones inusitadas y muchísimos espectadores, boleto en mano, ni siquiera pudieron entrar, teniendo que retrasarse doce minutos el paseíllo, por no poder llegar los toreros al patio de cuadrillas”.

Era la locura.

Ya he contado que mi padre me decía que era tan catastrófico la logística, que él, con un billete de tendido alto, se fue “colando” hasta llegar a una barrera de primera fila, donde astutamente pudo presencial todo el festejo.

El “Olé” con el que se abrió plaza, retumbó kilómetros a la redonda.

Cuando el español Manuel Rodríguez vio hacia las alturas, no daba crédito a que alguien en esos lugares de general pudiera ver algo.

Y ahí estaban Luis Castro “El Soldado”, Manuel Rodríguez “Manolete” y Luis Procuna, partiendo plaza ante la histeria de cerca de 45,000 espectadores que se notaban tan excitados, tanto o más que los mismos protagonistas.

No mucho que contar de “El Soldado”, quien lidió el primer toro de la tarde y en el que solo sobresalieron cuatro excelentes verónicas. Fue pitado en sus dos toros.

La primera oreja se la llevó el cordobés que emocionó a las multitudes y lamentablemente en el quinto (el que salió de sobrero ) falló en repetidas ocasiones con la espada, y eso le robó la oportunidad de salir en volandas con los máximos trofeos. Fue sin duda una tarde gloriosa para él.

Por su parte Luis Procuna, fue el primer mexicano en tocar pelo. La oreja del primero y gran voltereta en el segundo que le quitó el ímpetu y que lo hizo tirarse a matar, ante el descontento de la afición.

Y para la historia, “Jardinero” fue un toro negro entrepelado, bragado, caribello y cornivuelto. Salida natural. El primer capotazo se lo dio el peón Ramón Guzmán “El Chato” y la primera vara fue de José Noriega “El Cubano”.

Se habló del evento durante semanas.

Desde entonces y hasta el cierre del “Toreo” las corridas en la “Monumental” se llevaban a cabo en sábado, ya que los domingos correspondían al coso de la Condesa.

¿Cómo sería de importante la fiesta, que ambos días, las plazas se llenaban?

Nací en enero de 1975. Tengo 49 años y casi 50 de ver toros, porque mi madre me llevaba en su vientre a esa, que ha sido mi segunda casa. Y cada vez que la piso, siento esa inquietud que me recorre el cuerpo y me hace vibrar, estremeciéndome desde los pies hasta el último cabello de mi cabeza.

Pero no puedo transmitir la ilusión que me causa este aniversario.

78 años. Se dice fácil, pero en un país donde muchos deportes se han ubicado en el primer lugar de afluencia y donde hay tanta oferta de actividades dominicales, es un milagro que aún podamos sentir el toreo y ser parte de la historia de tan impactante plaza.

Mi amada ha sido mancillada recientemente. Gente ruin se ha atrevido a profanarla, a deshonrarla y mancharla. Y eso a todos nos ha ofendido.

El fanatismo que profesan los antitaurinos que se han atrevido a tales actos es verdaderamente preocupante. Han incluso generado actos violentos contra aficionados y vendedores que se encontraban en las afueras. Esto es deleznable.

Por ello y por el amor que le tenemos, creo que es una nueva oportunidad para venerarla y si bien no tuve la grandiosa fortuna de estar presente en esa primera tarde, agradezco a la vida la oportunidad de poder acudir a ella este 5 de febrero.

Mi fuente de inspiración, casa de artistas, poetas, pintores, escultores, arquitectos, de esos clásicos bailarines y músicos que han encontrado motivos para plasmar los más bellos instantes que los artífices nos brindan.

Quizá por eso en ocasiones tengo que expresar mi gran molestia, pues no me cabe en la mente que alguien pueda no respetar este bellísimo escenario que tantos y tantos triunfos y fracasos ha visto en sus entrañas a lo largo de más de 7 décadas.

Hoy me siento honrada, emocionada y feliz y sé que el sol brillará con más fuerza, y que los Dioses estarán en primera fila desde la barrera celestial, y que las trompetas serán de los ángeles y que ahí estarán todos aquellos toreros que dejaron huella, y los grandes pintores, y seguramente hoy Agustín Lara estará dirigiendo los coros al compás de sus bellos pasodobles, y Apolo la orquesta, y muchos los poetas que recitarán sonetos porque hoy es el día de la “Monumental Plaza de toros México” la aún más grande y cómoda del mundo.

¡Felicidades Plaza mía!

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