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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 1 de septiembre de 2015

La consulta inconsulta / Por Jorge Arturo Díaz Reyes



"...Es el adocenamiento de políticos y jueces en una caricaturización grotesca de la democracia, lo que hace la consulta inconsulta. Pero en fin, a eso también estamos acostumbrados..."


La consulta inconsulta

El Tribunal Administrativo de Cundinamarca impartió “constitucionalidad” al referendo antitaurino que Petro y su Concejo impondrán en Bogotá. Cosa de locos. El tribunal regional contraviene las reiteradas sentencias de la Corte Constitucional nacional (instancia máxima) que avalan la constitucionalidad de la fiesta (Ley 916 de 2004).

Vistas así las cosas la pregunta petrista lo que traduciría es: ¿Quiere usted violar la ley?

Pues como diría Goering --Qué importa el derecho frente al estado de opinión --Qué importa, lo que digan la Corte y la constitución, si las encuestas anticipan que el 76% del electorado no gusta de las corridas,igual que otros tantos no gustan del golf, el bigote, los calzoncillos de lana, la pesca, el alcohol, las hamburguesas, las hormigas culonas y otros millones de cosas legales respecto a las cuales no se indagará. 

Qué importa; si ya todos los candidatos al trono distrital, y tras ellos sus egregios partidos, avisados por la tendencia del mercado se han sumado al linchamiento.

A la Registraduría Nacional no le ha quedado más que comenzar a buscar desesperadamente (la minga sería en octubre) los 35.000 millones de pesos (10 millones de Euros) que dice nos costará a los contribuyentes.

--Tranquilos, si no encuentran plata, yo la pago --les dice Petro imperial y burlonamente. Claro, se trata de un asunto caro a su augusto ego, La principal realización, quizá única, de su patético mandato.

Y no es el plebiscito en sí, lo que insulta. En Colombia cualquier sátrapa municipal puede tirarse los dineros públicos caprichosamente, incluso preguntando por la inmortalidad del cangrejo, si le nace. Ya estamos acostumbrados. Es el autoritarismo, la discriminación, y la incitación de las mayorías al odio ideológico hacia una minoría cultural incomprendida y señalada. Es el adocenamiento de políticos y jueces en una caricaturización grotesca de la democracia, lo que hace la consulta inconsulta. Pero en fin, a eso también estamos acostumbrados.

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