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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 2 de septiembre de 2015

JUAN MORA: Mi padre me enseñó todos los valores fundamentales e irrenunciables.



Juan Mora pasea el triunfo, pero también pasea los valores heredados


"...Juan Mora es un torero de culto, de arte, estigma entre la torería actual, modelo a seguir y, ante todo, un hombre apasionado por la vida, como debe ser. Si sus valores artísticos son importantísimos, su calidad como ser humano es la que le define como una persona cabal y un hombre de bien..."


JUAN MORA: Mi padre me enseñó todos los valores fundamentales e irrenunciables



Nació para ser artista y, a fe que lo consiguió. Juan Mora, debido a los ancestros familiares, soñaba con ser torero y como quiera que los sueños suelen cumplirse, un día, al despertar, el diestro se vio envuelto en la vorágine del arte, algo con lo que ha cautivado a los aficionados durante toda su bellísima trayectoria como artista en los ruedos del mundo.

Treinta y dos años después de su doctorado en Sevilla de manos de Manolo Vázquez, con Curro Romero de testigo, el arte de Juan Mora sigue vigente. Mora detuvo el tiempo para deleite de los aficionados puesto que, tras el tiempo transcurrido, su toreo sigue teniendo la frescura del alma que tanto ha cautivado a los aficionados.

Juan Mora vivió siempre alejado de las estadísticas; ni el número de festejos toreados ni las orejas que pudiera cortar le quitaron jamás el sueño. Sencillamente, vivió siempre junto al arte; es un diestro que nunca compitió porque, como sabemos, de competir, al final, siempre hay un vencedor y un vencido. Por todo ello, Juan Mora quiso ser siempre él con sus inenarrables circunstancias.
Juan Mora es un torero de culto, de arte, estigma entre la torería actual, modelo a seguir y, ante todo, un hombre apasionado por la vida, como debe ser. Si sus valores artísticos son importantísimos, su calidad como ser humano es la que le define como una persona cabal y un hombre de bien.

-Maestro: hemos sabido de las intervenciones quirúrgicas a la que ha sido sometido, por tanto, la pregunta es obligada. ¿Cómo se encuentra de salud? 

Estoy en ese compás de espera y rehabilitación después de las tres operaciones, y noto que cada día voy avanzando.

-Por lo que se explica le veo muy bien y, lo que es mejor, muy animado. ¿Para cuándo su reaparición?

Han sido un contratiempo estas lesiones que se me presentaron sin invitarlas, yo estaba con la preparación física hecha, y ahora ha sido un volver a empezar, en cualquier caso tengo la intención de poder torear algunas tardes. Espero estar listo para ir el próximo 5 a Mérida y el 13 de septiembre a Dax.

-Usted es toda una incógnita para los aficionados; es decir, cuesta mucho comprender que un artista de su talla se prodigue tan poco. ¿Cuál es el motivo?

Para mi torear es un arte, no un trabajo (aunque trabajo mucho para hacer realidad ese arte), el arte no sabe de días o fechas, llegará. Jamás me venció la desesperación al respecto puesto que, como sabes, cada vez que ha habido oportunidad, mi arte afloró como el primer día. Jamás forcé situaciones; todo llega cuando debe de llegar. Yo soy un ejemplo de lo que digo.

Empaque con el capote

-He podido comprobar que para usted no pasan los años. ¿Qué pócima bendita se toma para conservarse como un auténtico chaval?

Será porque aunque se pasa un trago, torear rejuvenece. Tengo la ilusión de los chicos que ahora están empezando. Sí, sin duda, esa debe ser la fórmula, vivir ilusionado.

-Dicen, maestro, que usted no se viste de torero si no se respeta el caché de su arte. Su decisión, al respecto, ¿es un defecto o una virtud?

Desde niño vivo arraigado en los valores: la honestidad, la seriedad, la lealtad. Enseñanzas de mi padre y de tantas otras personas buenas del toro, siempre he pensado que haber escuchado de niño esas conversaciones y esos consejos por parte de mi padre es una herencia taurina que no tiene precio. 

-A usted no hace falta que le pondere nadie, lo hace usted solo; es decir, con una faena nos puede alimentar para todo el año, caso del pasado año en Las Rozas. ¿Es usted consciente del gran artista que lleva dentro?

Gracias por lo de artista, es un halago. Yo lo pienso y lo siento, desde siempre, lo de artista, aunque creo que ese reconocimiento debe venir del aficionado.

-La torería andante, todos, maestro, se vuelven locos por aquello de alargar las faenas hasta el extremo de los avisos mientras están toreando. Usted, por el contrario, con apenas doce muletazos le cortó las dos orejas a un toro en Madrid. ¿Qué tiene usted que no tengan los demás?

No, yo no tengo nada que no tengan otros. Son las distintas épocas, cuando empezaba oía decir que una faena buena se componía de veinte muletazos y una estocada, que no hacía falta más, eso se me quedó grabado. Y lo mejor de todo es que es cierto, como tantas veces he comprobado.

-¿Qué le ha enseñado la vida, maestro, tras todo lo vivido, de forma muy especial, con los momentos amargos de su existencia, caso por ejemplo de la cornada de Jaén?

La cornada es un peaje, el tributo que tarde o temprano llega, algo a lo que mentalmente estamos preparados y te enseña, claro que sí.

-Dicen, maestro, que usted ha luchado por ser un gran torero y, lo logró; pero según hemos podido saber, su mejor énfasis no ha sido otro que triunfar como ser humano. ¿Se siente correspondido por el universo al ostentar semejante galardón?

Tengo la intensa sensación de que venimos al mundo para dos cosas para aprender y para amar, para aprender a amar a la vida y a las personas y que lo más grande en esta vida es lo inmaterial. Lo aprendí en las entrañas del toro.

-Lo cual quiere decir que solamente lo barato se compra con dinero ¿verdad?

Así es. Los grandes placeres de la vida son siempre gratis y, como sabemos, nos dejamos jirones de nuestra vida anhelando todo aquello que no nos hace felices.

-¿Qué dicen su esposa e hijos cuando usted se marcha para jugarse la vida?

Cosas muy bonitas cargadas de sensibilidad, es un momento especial debe ser tremendo para ellos, también para mí, alguna lágrima nos enjugamos.

-Cuestiones meramente políticas, maestro, como estamos viendo, están acabando con la fiesta de los toros. ¿Qué les diría usted a dichos irresponsables?

Que tengan respeto, el respeto es la esencia de la elegancia. Si perdemos ese gran valor podemos abocarnos hacia el precipicio. 

El natural más natural

-El maestro Cabral nos refería cada día aquello de, Si los malos supieran que buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque fuera por negocio. Siendo así, tan simple como sencillo, ¿cómo entiende usted que haya tanta gente mala dispuesta en hacer el daño a sus semejantes, el ejemplo que le he dicho antes creo que es evidente?

Con las dificultades que hay en la vida, por qué habrá gente que tenga que añadirle más. Entiendo que es la ignorancia lo que ha traído esta corriente antitaurina pero es que no quieren saber, nos juzgan con simpleza sin pararse a mirarnos desde otra perspectiva, la de los valores, la de que somos personas integras y que amamos lo que hacemos empezando por el toro. Ellos, los malos, como tú dices, no saben lo que se están perdiendo.

-Permítame que le diga que usted no es un torero al uso; la diferencia que marca usted con el resto de sus compañeros se llama inspiración, la que le aboca a la creatividad. ¿Quién le enseñó a usted esa faceta artística? Vamos, si es el que arte se puede enseñar y, por ende, aprender.

En el toreo si te enseñan a torear y con mucha voluntad se aprende a torear bien. Lo del arte es otra cosa, con eso se nace. Y lo digo yo que he sido un afortunado al respecto.

-¿Qué diferencia encuentra usted entre los primeros años de su doctorado y la situación actual? 

La pérdida de muchos valores en que ahora vivimos la fiesta tan bonhomía en el trato, la palabra se respetaba, el ingenio que no tienen los de ahora. Tendrán cosas buenas pero me gustaban los de antes. 

Los valores pasan de padres a hijos. Así fue y así lo hace Juan Mora

-Intuyo, maestro, que pese a no torear está usted feliz. ¿No le entra la desesperación al ver que no puede exponer su arte ante el mundo?

A mí que no me hablen de corridas toreadas de orejas cortadas, de números. Hablemos de sentimientos, de letras. Tengo la suerte de poder dejar escrita mi personalidad en la arena con mi capote y muleta y aunque sea parcialmente eso me alimenta. 

-¿Qué personaje de la fiesta de los toros le marcó a usted para siempre?

Mi padre, Mirabeleño, me enseñó todos los valores fundamentales e irrenunciables. La pasión que tenía por esta liturgia. ¡Un libro abierto!

-Dios, mis libros y silencio, limpia casa, justo pan, torería y arte, no pido más. ¿Puede ser éste su axioma?

Y corregir defectos que es una forma de vida para el torero y para la persona.

-Mil gracias por su deferencia, por sus atenciones. Añada lo que su corazón le indique.

Un abrazo para todos vosotros por vuestra deferencia ante mi humilde persona y, ante todo porque sois verdaderos moradores del arte.

Fotos: Nadlleli Bastida

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