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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 14 de septiembre de 2015

Si Mariano Rajoy no es masón lo es su Gobierno



El tufillo masoncete del PP tiende a apestar y se ha ido acentuando en el BOE a lo largo de la legislatura.

  • ¿Tenemos motivos los cristianos para estar contentos con el Gobierno de Rajoy? Para mí que no.

Si Mariano Rajoy no es masón lo es su Gobierno

El día 7 de marzo de 2012, recién llegado al poder Mariano Rajoy, Marga, la madrileña que ha escrito dos libros y prepara un tercero -al parecer, último- sobre el fin de la historia, con revelaciones sobrenaturales (sí, yo creo en la veracidad de estas revelaciones concretas, aunque naturalmente no dogma de fe, claro está) trascribe estas palabras de Santa María: “Con este nuevo Gobierno en España (el de Mariano Rajoy) la Iglesia cree que campará por sus fueros. Pero esto no es posible, porque detrás de este Gobierno hay lo mismo que detrás del otro: masonería. Habrá pactos, cesiones plebiscitos. Habrá toda suerte de chanchullos los unos con los otros. Toma y daca. Yo te doy y tú me cedes”.

¿Qué quieren que les diga? No recuerdo otro resumen más acertado de esta legislatura.

¿Es masón Mariano Rajoy? El padre Manuel Guerra Gómez, el mejor experto mundial en masonería, así lo afirma, como lo afirmó de Zapatero. Estoy seguro de que así es. Ocurre que Mariano es tan indolente, un vago redomado, que no puede tomarse con diligencia ni tan siquiera la fraternal obediencia.

Lo mismo da: si Rajoy no es masón su política sí lo es. Tiene todo el sabor del modernismo filosófico y la impronta del relativismo ramplón del nada es verdad ni es mentira, sólo el sentido común, es decir, lo conveniente para que yo me mantenga en el poder.

Rajoy ha dejado en blanco todos los valores no negociables para un cristiano -vida, familia, libertad de enseñanza, bien común- y en las llamadas cuestiones sociales -terminología masoncilla del amigo ZP-. Así, elevó la voz en el programa electoral de cuatro años atrás pero, una vez ganadas las elecciones, bajó esa voz a los infiernos -nunca mejor dicho-. Verbigracia: la reforma del aborto fue un aborto: murió antes de nacer.

Concluye la revelación de Santa María a Marga: “Pero esta no es mi verdadera Iglesia. No lo es, la que pacta con Satanás lo hace para conservar su puesto. Su puesto en el mundo”. Y encima, añado yo, no lo mantiene porque se ríen de ella.

Y, por cierto, después de este análisis, casi político, de la realidad, y, en mi opinión, extraordinariamente atinado, la Señora parece dar un salto argumental en el vacío y concluye: “Hay muchos que no creen en la abolición de la Eucaristía. Esta vendrá. Y vale más haberles advertido”. Pero me temo que no es un salto en el vacío, me temo que es la clave de todas las cosas. España sigue siendo una tierra a la que otros muchos, sobre todo Hispanoamérica, miran para seguir su ejemplo: ¡pues menudo ejemplo estamos dando!

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