Morante, hay que verlo. Parece una lámina de la lidia. Y se ha empeñado no solo en parecerlo. Como los de antes, anda pidiendo los hierros legendarios (no hoy). Quiere devolver a la fiesta su épica, la que la convirtió en mito y tema del arte universal. Pero esta tarde su discurso quedó cojo, frente al esmirriado cuarto. Por más que pudo, puso y compuso, las imágenes y secuencias quedaban desvirtuadas por la misma razón. Para colmo, mató mal. Dos en hueso, un aviso, un descabello fallido rodilla en tierra y otro de pie. Pero la ovación le sacó a saludar. Cómo decir que no.
El primero, fue más, aunque sin salir de la horma sosa del encierro. De salida se coló, haló del capote y puso al maestro en calzas prietas. Destilando las racanas embestidas en una desarmó. Sin embargo, sobre la espesura flotó ese toreo de postura y pureza, único, y que no parece ni necesitar toro para obligar a contemplarlo con con ese arrobo con que nos paramos ante las grandes pinturas en los museos. Todo, todo, hasta esos muletazos de pitón a pitón con que igualó, los cuales en la mayoría de las manos se ven tan obreros. Metisaca, pinchazo hondo saliéndose y saludo en los medios.
Urdiales, pegó dos estocadas fulminantes. La primera, un volapié frontal de gran verdad que por sí solo valió la oreja. La segunda, echándose fuera. Noblote y tedioso el uno, tumbó a Oscar Bernal, quien se desquitó con una corta y ovacionada vara. Luego sin haberse mostrado con la capa, una faena de tandas breves, ágil de pies y muy maja en los embroques. Más por derecho que por “la de cobrar” como decían aquellos aficionados desaparecidos, que nos negamos a olvidar. La petición fue por dos peludas y obtuvo solo una, gracias al buen criterio y sobre todo valor civil y respeto por la plaza de don Javier Jesús Plazas Olea. Con el quinto, el más cuajado, no se avino, y el igualar se hizo de una laboriosidad torturante, pero al final el hierro nos redimió a todos.
Pablo Aguado, comienza a sentir el peso de la celebridad que le han endilgado. Se le intuye ansioso de lucir, de ganar, o la menos de no perder, y eso, a veces lo arrebata, lo saca de ese ritmo sereno, lento, acariciante. Notas que han sido argumentos de sus apologistas. Se vio más con el sexto. Es que se iba sin nada. Raudo, infiel a sí mismo, lanceó a la verónica y luego con igual apremio quitó por chicuelinas. ¿Es Aguado? Sus ganas se hundieron sin ligazón en la estulticia del ñoño “Medillón” a tal punto que en una de esas, él mismo se lo echó encima, librándose de la cogida por los pelos. La estocada delantera, casi cervical, mató, y los generosos santanderinos le ovacionaron a fondo. “Es el medio toro que nos ha tocado” declaró sincero luego ante la TV.
La corrida fue larga, mucho, y a falta de lo esencial, imponencia, bravura y poderío, los toreros y la banda tuvieron que trabajar a brazo partido por no dejar aburrir al público. Lo lograron. Bendito público.
FICHA DEL FESTEJO
Santander, plaza de Cuatro caminos. Viernes 23 de julio 2021. 2ª de feria. Lleno total en lo permitido. Seis toros de Puerto de San Lorenzo, 1° y 5° y Ventana del puerto, dispares de presencia y romana, desrazados y mansos.
Morante de la Puebla, saludo y saludo tras aviso.
Diego Urdiales, oreja con petición de otra y saludo tras aviso.
Pablo Aguado, silencio tras dos avisos y saludo
Incidencias: Saludaron: Pirri y Tirado tras parear al 5º y García y Mellinas tras parear al 6º.
Enhorabuena señor Díaz Reyes. Es un lujo y un privilegio poder leerle. Gracias
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