
Roca Rey, con el segundo de su lote, al que cortó una orejaEFE
'..Decir que el público ha estado frío, en esta tarde de bochorno, sería un chiste malo. Eso sí, le ha costado entrar en la corrida: después de lo que vimos ayer… Al final, con esfuerzo, Roca Rey ha logrado no irse de la Feria de vacío y Rafa Serna, jugándosela, ha cortado otro trofeo..'
La sombra de Morante es alargada
Oreja a Roca Rey, en su despedida de la Feria, y a Rafa Serna, en su confirmación de alternativa
Andrés Amorós
El Debate/29/05/2025
Paladeando todavía, en el recuerdo, la preciosa faena de Morante, volvemos a Las Ventas. En la segunda y última actuación de Roca Rey, vuelve a colocarse el «No hay billetes». (¡Lo siento, señor Urtasun!). Con todos los respetos para sus compañeros, el cartel me parece singular. Preferiría ver a la gran figura peruana compitiendo con sus rivales, los diestros que pueden apretarle: Morante, Luque, Perera, Borja Jiménez…
Las reses de El Torero (procedentes de Salvador Domecq) muestran nobleza pero varios son justos de fuerzas. El público tarda en entrar en las faenas. En el quinto toro, Roca Rey se empeña y logra cortar una oreja: no se va de la Feria en blanco. En el último, Rafa Serna se la juega y es premiado con otro trofeo.
El riojano Diego Urdiales torea con clasicismo, con buen gusto. El segundo renquea de atrás, de salida: lo cuida Urdiales, con el capote. El toro echa la cara arriba, en el caballo; sale suelto y flaquea; en la muleta, queda muy corto. El buen estilo del diestro se estrella contra un toro que no transmite: corta pronto la faena, como debe. Mata a la segunda: «ná de ná», sentencia un castizo.
Acude de largo al caballo el cuarto, un bonito salpicado, que embiste bonancible y repite pero también está justo de fuerza. Brinda Urdiales al público. Dándole distancia, traza buenos muletazos pero el toro flaquea, el correcto trasteo tiene poca emoción. Faena aseada, sin más, de un diestro veterano, con un toro que queda a medias. Mata con facilidad.

Diego Urdiales, con el cuarto de la tarde, un toro salpicado de 547 kilosEFE
No logró triunfar Roca Rey en su anterior comparecencia, con los toros de Victoriano del Río: sus dos faenas se cerraron con silencios. Debe apretar, esta tarde. Protestan de salida al primero, que embiste con nobleza pero ya flaquea en los delantales de recibo. Lo pican poco, echa la cara arriba. El toro galopa alegre, es bravito, pero flojo. Brinda al público. Empieza Andrés de rodillas, intercalando muletazos cambiados, y remata la serie mirando al público (una fea moda actual). Conduce con mando las embestidas pero el toro gatea y renquea: surge la división de opiniones. Liga una buena serie de naturales, antes de que el toro se raje a tablas. Lo mejor, la estocada, entrando recto. El toro ha sido bravo pero flojo; la faena, ligerita. La petición de oreja no se concede: si no se premió la faena de Morante… Después de la petición, ni siquiera le hacen saludar. Así está el público, ahora.
El quinto acude bien al caballo, miden mucho el castigo pero flaquea; acude pronto y con nobleza a la muleta. El trasteo es correcto pero dice poco. Al escuchar algunas palmas de tango, Andrés se encorajina y logra series más rotundas, con mayor eco. Al final, con el compás muy abierto, se lo enrosca a la cintura, con mucho mando. Recurre a los muletazos invertidos: como tantas tardes, lo más efectista, lo de menos valor, es lo más aplaudido. Mata con rotundidad, desprendido, pero se desata la pañolada: oreja y ovación al noble toro.

Roca Rey, mirando al tendido con el primero de su lote, que tenía una bonita capaEFE
No recuerdo que el sevillano Rafa Serna haya toreado en Europa el año pasado: confirmar así la alternativa en Las Ventas parece arriesgado. Recibe con verónicas cargando la suerte al primero, bien armado, astifino, que blandea y sale huyendo del caballo, después de haberlo picado muy mal. No encuentra a la persona a la que iba a brindar y lo hace al público: ¡vaya! El toro embiste con nobleza pero flaquea, se para pronto; el trasteo es correcto, pero no cuaja. Mata con decisión pero trasero.
Acude a portagayola en el sexto, siguiendo la moda actual –que me sigue extrañando– de colocarse muy lejos; enlaza con vibrantes verónicas; gallea para llevarlo al caballo: el toro da cabezazos, apenas le pegan. Cuando el picador empieza a picarlo de verdad, buena parte de los espectadores pitan: así es el público actual, hasta en Las Ventas. Ahora ya le han dicho a Serna dónde está el destinatario de su brindis. El toro acude pronto y repite, tiene emoción, protesta. El diestro se justifica con valor, bordea el percance varias veces: en uno de los muletazos por alto, recibe un pitonazo en el pómulo. El público agradece su entrega y lo premia con una cariñosa oreja.

Rafa Serna, con el segundo de su lote y sexto de la tarde, al que cortó una orejaEFE

Momento en el que ese mismo toro hiere en el pómulo a Rafa SernaEFE
Decir que el público ha estado frío, en esta tarde de bochorno, sería un chiste malo. Eso sí, le ha costado entrar en la corrida: después de lo que vimos ayer… Al final, con esfuerzo, Roca Rey ha logrado no irse de la Feria de vacío y Rafa Serna, jugándosela, ha cortado otro trofeo.
La primera novela de mi amigo Miguel Delibes, la que le dio a conocer, porque obtuvo el Premio Nadal, se titula La sombra del ciprés es alargada. (Luego me consta que a él no le gustaba mucho, le parecía sólo un primer ensayo). La he recordado esta tarde, en Las Ventas. Evidentemente, la sombra de Morante es alargada, muy alargada. El recuerdo de su gran faena ha pesado mucho esta tarde. Y seguirá pesando, muchas tardes. Sin partidismos ni exageraciones, ésta es la realidad: ahora mismo, con todos sus altibajos, Morante está a otro nivel.
En el prólogo a la extraordinaria biografía de Belmonte que escribió Chaves Nogales, recuerdo yo que don Gregorio Corrochano, el crítico más exigente, el más ferviente seguidor de Joselito, después de ver una gran faena de Belmonte, perdió su habitual ecuanimidad. En la crónica que escribió, proyectándose en el futuro, imaginaba que, alguna vez, le hablarían de la gran faena que había hecho un torero y él, moviendo la cabeza, repetiría, maquinalmente: «Ah, sí, Belmonte. ¡Juan Belmonte!». Algo parecido hemos vivido nosotros, este miércoles. Por eso, seguimos repitiendo: «Ah, sí, Morante. ¡José Antonio Morante!».
POSTDATA. Me comenta Emilia Landaluce el vasito de plata que llevaba en la mano Morante, cuando hizo el quite, el miércoles. No es la única a la que el detalle le impresionó. Para los que no lo vieron, en la Plaza o en Telemadrid, recordemos que el toro apretó a su banderillero, después de poner los palos, y lo persiguió, de cerca. Inesperadamente, salió al ruedo Morante, que estaba en el callejón, y, a cuerpo limpio, se cruzó en el camino del toro, desviando su atención: así, libró a su banderillero del probable percance, dándole tiempo a que alcanzara el refugio del burladero. No le dio tiempo a Morante a coger capote o muleta; en la mano llevaba solamente el vasito de plata, en el que estaba bebiendo un buchito de agua, antes de la faena de muleta.
La anécdota tiene su importancia. Torear bien no es sólo dar buenos lances y muletazos. Una norma no escrita pero indiscutible de la tauromaquia clásica es que el diestro, en el callejón, debe estar siempre pendiente de lo que sucede en el ruedo: para estudiar las reacciones del toro y para acudir en socorro de un compañero, si lo necesita. No tiene sentido lo que ahora vemos, algunas veces: matadores que se distraen, saludando a algunos amigos, o, incluso, haciendo algún ejercicio gimnástico. Esa actitud de permanente atención a la lidia forma parte de la necesaria torería. La dinastía Bienvenida fue un ejemplo máximo de esa virtud, que les inculcó a sus hijos el Papa Negro: cualquiera de los hermanos solían hacer ese tipo de quites. En esto, también, Morante de la Puebla sigue fiel a la mejor línea clásica del toreo.
FICHA
Madrid. Plaza de Las Ventas. Feria de San Isidro. Jueves, 29 de mayo, «No hay billetes». Toros de El Torero, nobles pero justos de fuerzas, en general.
DIEGO URDIALES, de tabaco y oro, en el segundo, pinchazo y estocada (silencio). En el cuarto, estocada (silencio).
ANDRÉS ROCA REY, de grana y oro, en el tercero, estocada (petición y silencio). En el quinto, estocada desprendida (oreja).
RAFA SERNA, que confirma la alternativa, de blanco y plata, en el primero, estocada trasera (palmas). En el sexto, estocada (oreja).
No hay comentarios:
Publicar un comentario