
'..Por la magia que encerraba cada acción y el aroma que desprendían las suertes, y por la misma reacción de júbilo desatado en el tendido, ahora sería pretencioso manejar una extensa lista de elogiosos adjetivos que, no obstante, se van a quedar cortos para reflejar el alcance de lo sucedido..'

SAN ISIDRO - 17° de FERIA
MORANTE ROZA LO DIVINO
Por Juan Miguel Núñez Batlles
Suceso importante en Las Ventas, "lo" de Morante. Una grandísima obra torera, abarrotada de genialidades.
Fue la faena al primer toro de la tarde, que desató pasiones como pocas veces se han vivido en una plaza de toros.
Por la magia que encerraba cada acción y el aroma que desprendían las suertes, y por la misma reacción de júbilo desatado en el tendido, ahora sería pretencioso manejar una extensa lista de elogiosos adjetivos que, no obstante, se van a quedar cortos para reflejar el alcance de lo sucedido.
Una faena, hay que advertir, tan admirable y excelsa, y hasta sublime y grandiosa, que terminaría traspasando la frontera de lo divino y lo glorioso. Fue además contínua, sin interrupciones, y de una apabullante rotundidad. Una creación artística que desde el primer lance de capote pedía poetas y pintores para los elogios que habían de inmortalizarla. Fueron una serie de verónicas de alhelí, que diría el juglar. Lances ralentizados, y la media de ensueño. Y a partir de ahí, la locura.
Hubo un derribo al caballo. Qué curioso; pues si no falla la memoria de esta Feria, en diecisiete festejos es la primera vez que un picador acaba en el suelo; y por un "garcigrande", que no es toro precisamente de desmesurado coraje y energía.
En banderillas, un gesto muy celebrado. El detalle de la Feria cuando Morante salió a cuerpo limpio para llevarse el toro que estaba a punto de alcanzar al "tercero" de su cuadrilla a la salida de un par en carrera comprometida. Quite con mucha gracia y eficacia premiado con cerrada ovación.

Y la muleta. Qué fantástica muleta la de Morante. Tan suave, tan limpia y dormida. Quizás también porque el toro -no se ha dicho todavía, y es justo reconocerle al animal igualmente su aportación- fue de una clase excepcional. Pero no debe ser fácil acoplarse con un toro así para solemnizar aquello aún más. Mucha categoría ya en los prolegómenos, con doblones y trinchera.
En lo fundamental los cites con el medio pecho y una impecable colocación, de tal manera que los muletazos, sobre todo a derechas, se sucedían sin solución de continuidad. Presidía todo la mejor y más jacarandosa compostura: la figura de un Morante crecido por sus excelentes postulados. Qué concepto, estilo y personalidad capaces de suavizar aún más las lentas acometidas del astado. Y los remates de serie tan precisos como preciosos. Una gozosa y completísima tauromaquia salpicada finalmente de los placeres que asimismo incorporaban el cambio por delante, las trincheras, pase del desdén y molinete invertido. Todo muy real.

Un sueño despierto, que lamentablemente se iba a truncar con los aceros. Pues a pesar de que entró la espada a la primera, no fue definitiva. La estocada, un pelín contraria, obligó a utilizar el descabello hasta tres veces. Hubo aviso y no hubo orejas como todo el mundo esperaba, con la plaza blanca de pañuelos. Abucheo al presidente por no sacar el suyo. Pero el reglamento dice que a pesar de esas mayorías hay que calibrar también la suerte suprema. Y después de tres descabellos, en Madrid hay que cuidar estas cosas. A Morante, no obstante, seguro que no le ha importado. Ahí quedó su ingenio, que en absoluto se puede premiar con despojos.
Y para distinguirlo como lo que es y se merece, la plaza le dedicó una cariñosa ovación cuando iba a salir el cuarto, su segundo toro. Pero entonces, y por la mala condición del astado, ya desaparecieron el duende y el encanto que todos esperaban y deseaban. Toro que se quedó debajo en el capote, sin pasar, y apuntó violencia en la apertura de faena. Morante, está claro, no va a guerras así. Y lo mató aliviándose de un bajonazo en toda regla. Si no, no sería Morante. Sonó una bronca. Ahora, la pasión en contra, que es lo que suele pasar con los genios.

Ya la corrida no dió más de si, ni para los otros dos alternantes, Talavante y Rufo, con toros absolutamente desfondados. De tal manera que en las lidias de segundo y de tercero, se notaba al personal pendiente y deseoso de que saliera el cuarto. Y al no haber más acontecimientos en la tarde, el consuelo fue que la entrada se había rentabilizado de sobra con lo de Morante.

- FICHA DEL FESTEJO
Toros de Garcigrande, aceptablemente presentados y de nulo juego salvo el noble y enclasado primero; los otros cinco, sumamente deslucidos.
"Morante de la Puebla": estocada ligeramente contraria y atravesada, y tres descabellos (aviso y petición, clamorosa ovación, y abucheo al "palco" por denegar el trofeo); y bajonazo (pitos).
Alejandro Talavante: bajonazo (silencio); y pinchazo y estocada ligeramente contraria (silencio).
Tomás Rufo: pinchazo y estocada rinconera (silencio); y estocada baja (silencio).
Corrida de la Prensa, sin referencias de ningún tipo, ni al periodismo taurino ni al generalista
La plaza registró lleno de "no hay billetes" en tarde espléndida.
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