
'..el coraje del torero fue algo muy sobresaliente, naturalmente sin atender a ortodoxias ni parámetros de arte. Menos agradecido por el izquierdo, no obstante, la plaza seguía todas las evoluciones con desbordado fervor..'
SAN ISIDRO - 4° de FERIA
TRIUNFAN LA BRAVURA DEL TORO Y EL CORAJE DEL TORERO
Juan Miguel Núñez Batlles
Una corrida de variadísimos matices, con muchas cosas a destacar como buenas, y, al contrario, otras en tonos negativos. Aunque para ser justos hay que quedarse con lo favorable, que fue mucho y muy notable. Para lo que, de principio a fin, conviene reconocer el protagonismo de los toros de Pedraza de Yeltes. ¡Qué toros, de cuántos patrones tan diferentes!
De presencia hay que resaltar sus mastodónticas configuraciones, por sus descomunales cajas y esqueletos. Algo que ya estaba en el guión por ser característico de esta ganadería. Por esencia, no cabe más variedad, desde la mansedumbre del primero a la bravura sin límite del sexto. Y entre uno y otro, marcas tan dispares como la de la nobleza del segundo, la "guasita" que sacó el tercero, las nulas posibilidades del cuarto y las desconcertantes por imprevistas embestidas del quinto.
En resumidas cuentas, y para abreviar, el toro de triunfo, el sexto; y el torero agraciado, el tercer espada, el azteca Isaac Fonseca.

A "Brigadier", el animal en cuestión, se le hizo todo a favor para que luciera lo que llevaba dentro: una lidia eficaz y brillante a cargo de Raúl Ruiz, tres extraordinarios puyazos de Borja Lorente que hizo la suerte impecable tirando el palo las tres veces para agarrarse en todo lo alto después de que "el pedraza" se le arrancara de muy largo y empujando en el peto con fijeza y metiendo los riñones. Espectáculo total. Y todavía más, el sensacional tercio de banderillas a cargo de Juan Carlos Rey y Jesús Robledo "Tito". Faltaba lo último, lo que pasó en la muleta, y ahí jugó también un papel fundamental el espada de turno, dicho está, Isaac Fonseca.
Apertura de rodillas en los medios toreando con un mando, temple y dominio absolutos. Las dos primeras tandas a derechas, el pitón bueno, tuvieron su aquel. Aquí el coraje del torero fue algo muy sobresaliente, naturalmente sin atender a ortodoxias ni parámetros de arte. Menos agradecido por el izquierdo, no obstante, la plaza seguía todas las evoluciones con desbordado fervor. Toro y faena a menos, aunque ya tan cerca del soplo final nadie pensaría dar marcha atrás entre tanto entusiasmo. El grito desde una andanada de sol, "¡enhorabuena, ganadero!", iba a ser definitivo. Nadie se rasgaría vestiduras aunque los terrenos para entrarle a matar acabaron siendo las tablas. Y sólo el pinchazo previo a la estocada dejó "la fiesta" en una solitaria oreja. Naturalmente también vuelta al ruedo para el burel.

Y la tarde tuvo también cosas loables y muy significativas. Como la faena de Román al que abrió plaza, un toro noble pero correoso y sueltecito en los dos primeros tercios, al que, no obstante, logró sujetar en la muleta, tapándole todas las salidas posibles. Vibrante pelea por el empuje del animal y el dominio absoluto del hombre. Fue faena de oreja, pero se estropeó el triunfo con los aceros.
El cuarto, reservón, "se metía" por el lado izquierdo; y tampoco fue suficiente por el otro para armar faena. Lo peor de Román fue que terminó amontonándose con los aceros.
Colombo, en su primero, estuvo colosal en todos los tercios. Buen recibo de capote, un primer quite por ajustadas chicuelinas y otro por delantales a modo de réplica a un intento que había ensayado Fonseca. El toro, bravo en el caballo, en la muleta terminó acusando tanto lance, amén las consabidas carreras en banderillas. Por cierto, Colombo cuajó un segundo tercio grandioso. En la muleta hubo poco por la condición del astado, pero lo que hubo fue de mucha plasticidad, ligazón y enjundia. Y desde luego, la gran estocada, saliendo el toro rodado. Candidata sin rival hasta ahora a los premios de todos los jurados en este apartado.
Una estocada así que, se ha dicho siempre, por si misma vale el reconocimiento de una oreja. Y de hecho se pidió por mayoría, también pese a que la gente tenía las manos en el paraguas por lo que llovía.
El presidente, insensible e injusto en la aplicación del reglamento, se guardó el pañuelo. ¡Fuera del "Palco"!, le gritó el indignado público. La vuelta al ruedo, para reparar la arbitrariedad, fue de clamor.

En el quinto, otra vez a tope con las banderillas y arreando con la muleta, Colombo hizo mucho más de lo que se podía, incluido un espadazo de órdago.
Decir por último que Fonseca, el triunfador en el último momento, había tenido un primer toro, el tercero, de poca fuerza y peligro sordo, imposible de manejar.
FICHA DEL FESTEJO. - Toros de Pedraza de Yeltes, grandes y desiguales. Destacó el sexto, premiado con la vuelta al ruedo.
Román Collado "Román": pinchazo, estocada y dos descabellos (aviso y vuelta); y cuatro pinchazos, media y siete descabellos (aviso y silencio).
El venezolano Jesús Enrique Colombo: gran estocada (aviso y vuelta tras clamorosa petición); y estocada (silencio).
El mexicano Isaac Fonseca: estocada baja que asoma (silencio); y pinchazo y estocada (aviso y oreja).
La plaza registró dos tercios de entrada en tarde de nubes gruesas con amenaza de tormenta, y finalmente viento, lluvia y mucho frío.

Tarde entretenida
ResponderEliminarGran cronica Juan Miguel !
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