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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 8 de noviembre de 2010

TELEVISIÓN Y TOROS HERIDAS IRREDENTAS / Por Aquilino Sánchez Nodal.


TELEVISIÓN Y TOROS, HERIDAS IRREDENTAS

Aquilino Sánchez Nodal
     Sucedió que un equipo de ingenieros americanos, enviados por la fragilidad cultural en nuestra Nación al término de la guerra, se presenta en España. En el Palacio del Pardo explican a Franco la idea de llegar mejor al  pueblo a través de un ingenio moderno, mucho más sutil, amplio y preciso que cualquier arenga proclamada desde el balcón del Palacio Real. Con este artilugio años después todas las familias de España recibían, de los nazisocialistas, la dosis de educación para la ciudadanía necesaria par odiar a España y someter a los españoles libres a terribles vejaciones sin salir de sus casas o entornos cotidianos – “Perder el trabajo es como tener una muerte en la familia”. Pero solo para los no adeptos a la barbarie republicana. En 1.948 la televisión en manos inocentes servía de distracción a unas gentes pobres pero sin miedo. Desde hace unas décadas los polancos, rubalcalvos, pepiños, gales (Gal), filesos, roldanes y demás chorizos descubrieron la importancia de atemorizar a un pueblo soberano sin dar la cara.

     Después de varios ensayos, en un improvisado estudio, en el edificio de Bellas Artes, sede de Falange y del Movimiento Nacional, edificio rematado en la fachada con escudo de 5 flechas, se monta el tinglado de recepción de imágenes. Todo está dispuesto para hacer la primera retransmisión al aire libre, fuera de un estudio o plató.

     No podía ser de otra forma. Se desplazan dos cámaras a la Plaza de Toros de Vista Alegre. Eligen el espectáculo por antonomasia español: una corrida de toros. Desde bastantes horas antes los aledaños del Círculo de Bellas Artes están repletos de curiosos e incrédulos ciudadanos. El anuncio de sucesos trasladados por las ondas desde el lugar en el que ocurren, hasta una pantalla en el frontal de un aparato, parecido al de una radio, no deja indiferente a nadie. Unos opinan que es un milagro americano; para otros es un producto del diablo; para los más es una farsa que distorsiona la realidad de la escasez en los hogares.
     Varios días antes se han puesto a la venta las entradas para contemplar en directo el invento. El salón de baile se convierte en un inmenso cine con una pantalla gigante. Antes del traslado a “La Chata”, se han hecho varias pruebas con toreros entrenando en el mismo patio del Pardo. El universo publicitario de la televisión está listo para comenzar a emitir.

     Plaza de Toros de Vista Alegre, día 8 de Agosto de 1.948. En la corrida están anunciados: Rafael Ortega “Gallito”, “Andaluz” y Manolo Escudero.      Fue un fracaso. Las imágenes no llegan claras; “la nieve”, imposible de quitar. El revuelo es indescriptible. Los organizadores no tienen mas alternativa que la de  retrocede el importe de los billetes a los presuntos afortunados. Los castizos madrileños ponen nombre al invento: “la telerrisión”. No había nacido Belén Esteban y ya lo presagiaban.

     Un año se demora la siguiente prueba. El petardo de la primera no ha sido olvidado. El 16 de Julio de 1.949, desde la Plaza de Toros de Las Ventas se retransmite una corrida de toros. El Círculo de Bellas Artes se viste de gala; doña Carmen Polo asistirá al acontecimiento a la vez que celebra su onomástica. La historia que sucede a partir de este día es conocida por todos los aficionados. Cientos de retransmisiones taurinas que se fueron limitando hasta desaparecer. Miles de personas frente a los aparatos de televisión en las casas de clase alta y en todo tipo de recintos los aficionados humildes. La televisión es aceptada de forma popular. Para ampliar el espacio de recepción se compra un satélite a los entonces, divinos americanos, “El Pájaro del Alba”. ¡Por fin!  podemos sorprender al mundo civilizado con imágenes procedentes de la sin par España Taurina.
     El 2 de Mayo de 1.965 se anuncia una corrida de toros desde la Monumental de Barcelona a través de Mundovisión. Paco Camino es uno de los toreros contratados. Es la primera vez que televisión, toros y sangre se dan cita en todos los países del Orbe:

     “El quinto de la tarde, de nombre “Vanidoso”, de la ganadería de Vicente Charro de Murga, hiere al banderillero Agustín Díaz Michelín cuando ponía al toro en la suerte de banderillas. Le infiere una tremenda cornada. La sangre sale a borbotones. “Chamaco” mete su puño en la herida para taponar. El parte médico: “Cornada en la parte superior del muslo derecho. Secciona la vena safena, destroza los músculos abductores y sartorio. Contusiona intensamente la arteria femoral produciendo un trombo que al condicionar una isquemia precisó ser extirpado mediante una arteriotomía.
De máxima gravedad”. Firmado: El doctor Miguel Ferrán Olivé.

     La herida es idéntica a la sufrida por “El Papa Negro”, en la pierna izquierda por el toro corrido en tercer lugar, de nombre “Viajero”, de la ganadería de “Trespalacios”, en la plaza vieja de Madrid, el 10 de Julio de 1.910. Los dos toreros pudieron morir en la plaza.

     El mismo dilema en los dos casos: Para salvar al hombre tiene que perder la pierna. En la biografía de don Manuel Mejías Rapela, se relata la promesa que hizo: “Si no me amputan la pierna, haré fundir otra en plata del mismo tamaño que la mía herida y la llevaré personalmente andando desde Sevilla, para ofrecerla a la Virgen de mi pueblo, Bienvenida en Badajoz”. Los dos volvieron a reaparecer en  los ruedos.

     Agustín Díaz ingresado en el hospital, sufre  dolores insoportables desde el día anterior. La falta de riego sanguíneo en la pierna herida se iba exacerbando.  La amputación parece inevitable. El doctor Ferrán hace una resección de la parte lesionada de 15 centímetros y coloca un injerto de teflón, cirugía experimental en aquellos tiempos. La segunda noche la pasa en el quirófano. La rápida decisión del médico hace que la sangre pase a través del injerto. El pie comienza a reaccionar, toma calor y cambia el morado por un color más sonrosado. La extremidad del torero se ha salvado. ¡Es otro milagro más de San Pedro Regalado!. Michelín reapareció en la Feria de San Fermín de ese mismo años a las ordenes de su jefe de cuadrilla “El Niño Sabio de Camas”.

     Agustín Díaz Michelín, el primer torero herido visto en todo el mundo a través de la televisión. El padre de Tano Díaz Yanes, excelente aficionado y buen amigo, nació en Ciudad Real un 6 de Mayo de 1.917. En los años que duró la guerra actuó en novilladas benéficas por la provincia organizadas por el Socorro Rojo o comités pro combatientes. En la mayoría de los festejos forma cartel junto a su paisano, Segundo Ureña anunciado como, “Grano de Oro”. Sin caballos toreó junto a Manuel Rodríguez, “Manolete”. Debutó en Madrid como novillero, el 28 de Julio de 1.940, en compañía de Gil Tovar y José Chalmeta, con novillos del Duque de Tovar. Pasó a las filas de plata a las ordenes de Agustín Parra, “Parrita”. Continuo su exitosa carrera de banderillero en las cuadrillas de Manolo González, “Morenito de Talavera”, “Jumillano”; Lorenzo Garza; Chaves Flores; Antonio Ordóñez y por supuesto, con Paco Camino hasta su retirada. Agustín Díaz Michelín logró las más altas cotas artísticas y profesionales. Los matadores con los que actuó le definieron, “de máxima perfección”, eficaz, pulcro, cumplidor y entregado. Paco Camino lo eleva más alto: “indispensable y necesario, sin su colaboración yo no habría llegado al lugar que ocupo en la historia de la tauromaquia.
     Agustín Díaz “Michelín”, fue enterrado en el cementerio de Fuengirola, en donde falleció, a los 79 años de edad, el día 20 de Mayo de 1.996.
     Descanse en Paz a la espera de que el mundo de los toros le recuerde como un torero de principal relieve entre los mejores de la profesión.

El día 8 de agosto de 1948 se retransmitió una corrida de toros por televisión, para ser visualizada por los telespectadores del Círculo de Bellas Artes de Madrid que habían pagado 15 pesetas. Cuando comenzó la retransmisión, en la pantalla sólo se veían rayas y ondas, y hubo que devolver los tres duros a las personas que habían asistido.

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