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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 12 de agosto de 2018

El santo ultrajado. Se escandalizan por una pintada quienes defienden la quema de miles de iglesias / por Hermann Tertsch



Ahora quieren que se indigne la población por la pintada a una estatua de un santo en la catedral de Santiago. Los mismos medios que proclaman como héroes de España, a los chequistas fusilados como asesinos de inocentes por las tropas de Franco y a todos los que destruyeron más de 20.000 edificios religiosos, profanaron tumbas, saquearon catedrales y quemaron miles de retablos. Aquellos que además asesinaron a 7.000 religiosos, 4.000 seglares y mil seminaristas.


Hermann Tertsch
Una estatua románica del siglo XII en la fachada de las Platerías de la catedral de Santiago ha aparecido pintarrajeada con alusiones al grupo de rock KISS en pintura azul. Estupor general. ¡Qué barbaridad! Algún diario lo lleva a la portada como para mostrar de lo que es capaz un ser insensible con el arte. Y hasta los comunistas parecen ofendidos. Lo inaudito es que no haya miles de casos diarios. El animal que ha hecho la maldita gracia solo ha demostrado lo fácil que es hacerlo y por tanto ha dejado en evidencia la sorprendente cantidad de días que pasan sin que una salvajada de este tipo salte a las páginas de los periódicos. Claro que hay bárbaras agresiones todos y cada uno de los días contra el infinito patrimonio histórico artístico español. Desde atentados arquitectónicos y urbanísticos de escándalo, restauraciones de juzgado de guardia o escolares que graban sus nombres en frescos medievales. En las hoces del Alto Tajo en Cuenca, en los bellísimos y escarpados montes de pinares de Carrascosa de la Sierra, hay refugios en la roca en los que las piedras muestran grabados signos, nombres y figuras de hace milenios, de hace siglos y de hace lustros. Soldados de dos mil años, iberos y romanos, medievales y franceses, carlistas, maquis o guardia civil, han vigilado desde las mismas cuevas con balconadas naturales en las alturas sobre los ríos y caminos. Allí no se antoja falta de respeto ni ultraje que se pintarrajearan unos a otros, en actos auténticos de la vida real y dura del soldado en tierra propia o extranjera.

La pintada de Santiago, sin embargo, es tan propia de nuestros tiempos que la indignación que genera es una grotesca hipocresía más de nuestra guardia moralizadora, los medios «progresistas».

Ese es su nuevo papel del periodismo ahora que informar ya no es necesario. Ahora los medios comunican lo que hay que sentir para ser bueno: aprecio por Macron, desprecio por Trump, felicidad por la llegada de los refugiados, indignación porque los obispos no promuevan el aborto, odio a Merkel por pedir austeridad, amor a Merkel por llenar el país de musulmanes. Y por supuesto, mucha indignación por el máster de Pablo Casado y absoluta indiferencia ante la falsificación del curriculum de Pedro Sánchez y las tenebrosas sombras sobre su tesis doctoral. La doble vara requiere de un tutor que explique cuando una misma cosa o hecho es bueno y cuando es malo. Siempre en función de a quién favorezca.

Ahora quieren que se indigne la población por la pintada a una estatua de un santo en la catedral de Santiago. Los mismos medios que proclaman como héroes de España, a los chequistas fusilados como asesinos de inocentes por las tropas de Franco y a todos los que destruyeron más de 20.000 edificios religiosos, profanaron tumbas, saquearon catedrales y quemaron miles de retablos. Aquellos que además asesinaron a 7.000 religiosos, 4.000 seglares y mil seminaristas. Las fuerzas de la democracia y la libertad, según el actual gobierno. 
Toda la subcultura que se inocula a los jóvenes se basa en la apología de la transgresión y la abolición del respeto como reflejo de la disciplina autoritaria. Y en el permanente y obsesivo odio a la iglesia católica, desprecio al hecho religioso y agresividad contra sus mensajes y sus símbolos. Y ahora se escandalizan por cuatro borrones de pintura de un imbécil a una estatua románica. Cuando en las mismas páginas abogan por derribar la cruz del Valle de los Caídos. E idealizan, homenajean y honran a las fuerzas que organizaron la colosal destrucción de patrimonio histórico entre 1931 y 1939, aparte del mayor pogromo anticristiano de la historia de Iglesia con sus 12.000 víctimas. Esto ya no es hipocresía. Es sencillamente otro insulto a la inteligencia. Uno más.



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