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'..Me parece bien que la temporada taurina en Madrid empiece con un ciclo temático. En este caso, cuatro corridas “toristas”. Así debería estructurarse la temporada en Las Ventas, por ciclos temáticos que añadieran un valor añadido a los carteles, y no los de la temporada errática que, desde hace unas décadas, se programa con carteles carentes de argumento..'
EN CORTO Y POR DERECHO
¿Anuncia el ciclo torista un nuevo concepto de temporada en Las Ventas?
José Carlos Arévalo
Me parece bien que la temporada taurina en Madrid empiece con un ciclo temático. En este caso, cuatro corridas “toristas”. Así debería estructurarse la temporada en Las Ventas, por ciclos temáticos que añadieran un valor añadido a los carteles, y no los de la temporada errática que, desde hace unas décadas, se programa con carteles carentes de argumento, sin un mínimo mensaje que motive pasar por taquilla. No es de extrañar que la media entrada se considere un éxito, asombrosa conclusión en una ciudad con tres millones de habitantes y un millón de viajeros, en gran parte españoles, que vienen a disfrutar la ciudad todos los fines de semana. ¿Por qué no se acercan a la plaza los residentes aficionados ni los foráneos, aficionados o no, en busca de un ocio tan atractivo como lo es la fiesta de los toros? Por tres evidentes razones:
Una: porque los carteles, fuera de San Isidro y Otoño, carecen de picante, de esa mínima “química” entre los diestros actuantes que Rafael el Gallo reclamaba a todo cartel.
Dos: porque las empresas que han gestionado la plaza en las tres últimas décadas no han sabido responder al cerco de silencio mediático que ha invisibilizado la Fiesta y a los toreros, marginación de la que se salvan media docena de figuras, unos porque merecen su fama y otros porque a fuerza de años se hace “marca”.
Y Tres: porque el llamado toro de Madrid, grande, feo, regordío y destartalado de velas, ha conseguido imponer las corridas y novilladas más aburridas de España.
En consecuencia: Para que no se me acuse de estar fuera de la realidad (a/ignorar la negativa de los buenos toreros a torear en Madrid fuera de feria; b/ imposibilidad de contar con suficientes toros gigantescos en las ganaderías que embisten; c/ ir en contra de los gustos de la afición madrileña) voy a responder a las tres cuestiones:
Primera: Es cierto que desde antiguo a los toreros les pesa Madrid. Antes de Guerrita, las figuras toreaban muchas tardes, porque entonces se los jerarquizaba por su valía (su toreo), no por las orejas cortadas. Si Cúchares, que no era un matador eficaz, hubiera necesitado sumarlas y no habría sido nadie. Más tarde, el Guerra, por sufrir el acoso que Madrid siempre reserva al número uno, dijo: “En Madrid que toree San Isidro”. Pero Joselito y Belmonte, dos números uno, torearon mucho en Madrid, ganaron mucho dinero y su repetición no les perjudicó en lo más mínimo.
Durante la Edad de Plata cambiaron las cosas. El toro creció en trapío, romana y forma física, pero no tanto en bravura (ojo, la bravura conlleva entrega y fijeza), por lo que Sánchez-Mejías sentenció, no sin razón: “En Madrid, poquitas y a triunfar”. Desde entonces, los toreros han adoptado la máxima de Ignacio. Con excepciones, Antonio Bienvenida toreó mucho en Las Ventas y no le perjudicó, todo lo contrario. Pero una cosa es lo que piensan y hacen los toreros. Otra es: ¿Qué hacen las empresas para lograr buenos aforos sin contar con las figuras? Sinceramente, hay otras propuestas. Algunas son muy factibles, como la que propone la última parte de este artículo.
Segunda: Los grandes empresarios siempre adecuaron su oferta al cambio del ocio ciudadano. Cuando don Livinio Stuyck atisbó la llegada del “seiscientos” y el ocio campestre los fines de semana, inventó la Feria de San Isidro. Cuando don Pedro Balañá comprobó que los barceloneses tenían el campo y la playa a un tiro de piedra, pero que volvían los domingos al reclamo de las figuras, asentó la mejor temporada taurina del mundo.
Repito: Buen empresario es aquel que responde a los cambios sociales y a la evolución del ocio ciudadano. ¿Cómo responder a un hecho novedoso desde que existe la corrida de toros, el del silencio informativo que convierte a los toreros en diestros desconocidos y sin reclamo? Plaza 1 ha comenzado a dar la respuesta, en el caso de que la teoría del “Ciclo temático”, y no la corrida o novillada aisladas, tenga continuidad durante la temporada. La primera incógnita es si solo habrá un ciclo, el torista. Y la segunda, si irá mucho público a este ciclo, si en verdad hay en Madrid tantos aficionados toristas. Ojalá que los haya.
Y Tercera: El llamado toro de Madrid se caracteriza porque suele impedir, de manera persistente, que la corrida sea un buen espectáculo. No por auténtico sino por su artificial desmesura. En una camada, de cualquier ganadería, hay una minoría -poquísimos ejemplares- a los que la naturaleza dota de cuernos tan largos -antes se los llamaba, peyorativamente, destartalados-, mucha alzada -los toros altos embisten con menos ritmo porque bracean feo, desangelados, y lo hacen con menos fijeza, pues ven más al hombre que al engaño- y tienen una gran estructura ósea que para Madrid necesita estar rellena de muchos kilos, de modo que la altura se compense con la anchura, se tapen los ijares y el morrillo parezca la yanta de un camión. Así es el toro habitual de Las Ventas, un ejemplar que por sus dimensiones se limita a unos pocos individuos de cada camada, lo que suele impedir que sea reseñado por sus buenas hechuras, las de embestir, o por pertenecer a una buena reata. Si es grande y tiene muchos cuernos, basta. Tan aberrante selección la ejemplifica un flagrante ejemplo sucedido en la pasada feria de San Isidro. El toro “Delicado”, de Santiago Domecq, ofensivo de pitones pero que cabían en la muleta; hondo pero bajo; bien rematado pero de buenas hechuras; de espectacular capa colorada pero con solo 517 kilos (el reglamento exige 480 en plazas de primera); y cinqueño pero esto ya no importa, fue antirreglamentariamente rechazado en el reconocimiento. Se lidió tres meses después en Dax, salió de bandera y lo indultaron. Pero de estas cosas nadie dice ni pío y así nos va. Al menos, para bien de su ganadería, “Delicado” ahora padrea en los montes gaditanos de San José del Valle.
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¿Anuncia el ciclo torista un nuevo concepto de temporada en Las Ventas? |
Y ahora, la pregunta del millón. ¿Cuál es el toro que exige el público de Madrid? Al respecto conviene aclarar que en Las Ventas hay dos públicos, una mayoría que va a la plaza a ver torear a un toro que embiste, y una minoría, los ultra-7 y sus epígonos, partidarios del toro cornalón, alto y con muchos kilos, afiliados al toreo cruzado, venga o no a cuento, y equivocados con respecto a la bravura, porque confunden el genio defensivo con la casta ofensiva.
Sin embargo, la responsabilidad de que el desconocimiento unido a la intransigencia se haya convertido en ley recae sobre la autoridad de la corrida y los equipos veterinarios, que tienen más miedo al 7 que a un aguacero en tarde de No Hay Billetes. Pero se equivocan. Porque cuando sale el toro bravo, el 7 lo disfruta como el resto de la plaza. Personalmente pienso que los aficionados radicales del 7 no son el ultrasur de los toros. Son aficionados redentoristas, lo que es un abuso, porque para redimir hay que ponerse delante del toro o criarlo o tomar decisiones arriesgadas en un despacho. Pero son aficionados, no muy solventes, pero quizá los más fieles a la plaza. Y hay que hablar con ellos, porque la mutua afición, une, porque hablando se entiende la gente. Y sobre todo, haciéndoles, a ellos y por supuesto a todos los aficionados, propuestas de programación inobjetables, en las que se lidie el toro natural, serio, íntegro y bien criado, no el torancón artificialmente “puesto”, el toro aguafiestas, asfixiado por los kilos, el antitoro que nadie protesta. Pero el toro tiene la llave que abra la puerta a la recuperación de la temporada, más allá de las dos ferias consolidadas, San Isidro y Otoño.
¿Pero qué toro? El toro con verdadero trapío, el que corresponde al fenotipo de cada ganadería, con el peso que corresponde a su esqueleto y -¿demasiado pedir?- enfrentado a una suerte de varas no tan desequilibrada en su contra como la actual. Solo el regreso del toro natural en sustitución del toro artificial impuesto por el culto a la romana restauraría la brillantez del tercio de varas, el regreso al toreo de capa -solo al toro regordío hay que ahorrarle embestidas-, así como la buena disposición de los toreros a torear en Madrid.
Conclusión: Si seguimos la pauta marcada por Plaza 1, la temporada dividida en ciclos temáticos, que el primer ciclo torista parece presagiar, estaría compuesta por argumentos capaces de suscitar a los festejos un fuerte interés añadido. Por ejemplo, los siguientes e imaginarios ciclos de la segunda parte de la temporada, todavía no programada, podrían ser como a continuación se relacionan, aunque por supuesto, sus argumentos pueden ser otros.
Junio: Ciclo: “El toreo de los Maestros”. 3 corridas, 6 toreros veteranos, injustamente postergados y dueños de una acreditada maestría, enfrentados en 3 mano a mano con toros de 3 contrastadas ganaderías que lidiarán 2 toros en cada corrida. Premio Antonio Bienvenida a la maestría. Premio Raso de Portillo a la bravura.
Julio: Ciclo: “Encuentro Mundial de Novilleros”. 5 jueves taurinos. 5 novillas nocturnas. 15 novilleros de los 8 países taurinos. 5 novilladas de 5 nacionalidades (1 española, 1 portuguesa, 1 francesa, 1 mexicana, 1 suramericana). Premio Escuela “Yiyo”. Premio Cayetano Sanz al novillero triunfador. Premio Vistahermosa a la mejor novillada.
Agosto: Feria de la Paloma. 1 corrida de toros. 1 corrida de rejones. 1 novillada (nocturnas y fin de fiesta en el ruedo)
Septiembre: Ciclo: “Feria del Toreo a Caballo”. 2 corridas de rejoneo a la española. Y 2 corridas de rejoneo a la portuguesa, con pegas de forcados (4 rejoneadores españoles y 4 lusitanos en las cuatro funciones, 2 grupos de forcados). 2 ganaderías españolas y 2 ganaderías portuguesas. Premio Joäo Nuncio al caballero triunfador. Premio Antonio Cañero al rejoneador triunfador. Premio Gomes de Abreu a la mejor pega.
Octubre: Feria de Otoño. Y Corrida de la Hispanidad.
Nota: Aclaro que esta concepción de la temporada no me pertenece. Me la sugirió el pliego de Simón Casas cuando optó por primera vez a la plaza de Las Ventas. Y ahora la ha revitalizado la programación de la primera parte de la temporada anunciada por Plaza 1.
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