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Ramón Valencia. © Maestranza - Pagés
'..este plante de los ganaderos de La Quinta, posterior a otro de Emilio de Justo -que tuvo incluso la grandeza suficiente de ofrecerle una salida honrosa quedando su nombre en entredicho por lo que se interpretaba inadecuado en la propuesta-, sienta un precedente peligroso, muy peligroso en el historial de ‘Don Ramón’..'
El canto de La Quinta, el cisne particular de ‘Don Ramón’
El plante de los Conradi sitúa al mandatario de Pagés en una posición de clara 'prescindibilidad' para el sistema
Es verdad; a toro pasado es muy fácil el análisis, pero lo cierto es que se veía venir. Hay que remontarse mucho en los anales de la historia de La Maestranza para encontrar una serie de despropósitos tan seguida, tan importante y tan perjudicial para la rentabilidad del espectáculo que se supone que se está organizando para ganar dinero. Habría mucho que hablar de esa famosa costumbre de Pagés de comenzar la elaboración de los carteles a partir del 7 de enero -entre otras cosas, por la evolución de las tendencias de ocio de la sociedad-, pero incluso dándola por válida, parece innegable que la tardanza a la hora de confeccionar el elenco tiene más de pereza que de reflexión.
Pereza también da el resultado final, porque a todos se nos ocurren combinaciones distintas, con los mismos nombres, que dejarían mucho más satisfechos a aficionados, toreros, ganaderos y, por supuesto, prensa, con la que sigue comportándose cual señorito andaluz, amo del cortijo del que -ahora lo sabe- lo pueden echar antes de que la presencia de su empresa cumpla cien años en el Baratillo. Y no, no basta con pagar más o menos bien a los actores de cada festejo y ofrecer a los maestrantes su parte del pastel, porque es verdad -como decían Los del Río- que Sevilla tiene un color especial, y hay que respetarlo para bien y para mal. Conviene decírselo al tipo que llevó a los Tribunales a sus caseros por un IVA que tan elásticamente se declara en los espectáculos -entonces- sin tornos.
Pero, independientemente de sus actuaciones administrativas, la impresión que las negociaciones de esta Feria de Abril dejan en el imaginario colectivo son varias: primero, que la sensibilidad taurina del ‘mandamás’ de Pagés es completamente nula; segundo, que la soberbia con la que trata a quienes deben anunciarse en su negocio es completamente contraria a los valores taurinos por los que se rige éste; tercero, que los profesionales han comenzado a hartarse de sus desmanes; y cuarto, que el plante de La Quinta tras la falta de respeto de la empresa con Emilio de Justo -y con ellos– puede suponer el canto de cisne del empresario manchego como empresario taurino.
El ‘canto’ de los Conradi, que pueden convertir en cisne el que entone ‘Don Ramón’ en la presentación de carteles, es el que hace saltar la banca. Si a ellos, que están entre los ganaderos más prestigiosos del actual panorama, que son capaces de hacer que su alquimia luzca en cualquier plaza y que son los que piden las figuras de relumbrón porque sus santacolomas embisten con bravura y regularidad, los trata de esta forma, cómo habrá sido el trato a un Oliva Soto -por ejemplo- que contaba para todos y que se queda fuera de una plaza en la que ha cortado ocho orejas en sus quince actuaciones.
Sin embargo, este plante de los ganaderos de La Quinta, posterior a otro de Emilio de Justo -que tuvo incluso la grandeza suficiente de ofrecerle una salida honrosa quedando su nombre en entredicho por lo que se interpretaba inadecuado en la propuesta-, sienta un precedente peligroso, muy peligroso en el historial de ‘Don Ramón’, quien está a punto de perder el ‘Don’ que le otorga el poder a los ojos de los profesionales. Al menos, hablando de frente. Porque cualquiera de ellos hubiera adoptado una solución mucho más honrosa, más sensible y más adecuada para todos cuando comenzó a enquistarse el problema que generó la propia empresa cuando decidió relegar a La Quinta a la preferia.
Ahora, además, mete en un problema a un Fermín Bohórquez con el que también ha faltado a su palabra, porque no sólo no respetó el acuerdo de lidiar su corrida a pie, sino que ahora le ruega que encuentre a la carrera una corrida de toros para remendar los carteles. Y todos los despropósitos cometidos en el último mes los presentará, además, leyendo un papel con el membrete de la empresa ante toda la prensa que le sigue llamando ‘Don Ramón’ hasta que haya un nuevo sheriff en la ciudad, sin que nadie le discuta las excusas que pondrá para defender su propuesta.
Pero ya hay un precedente ganadero que le dice ‘Basta ya’ al cocinero de lentejas.
Cultoro.com /Editorial
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