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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 14 de junio de 2016

Orlando-EEUU: Terrorismo y odio, valga la redundancia



Muchas de las víctimas tienen apellidos como Sotomayor, Almodóvar, Ocasio-Capo y Guerrero, pero ni el presidente ni nadie en los medios está hablando de un “acto de odio” contra la comunidad hispánica.
  • Al menos 51 muertos y 53 heridos en el ataque yihadista a un club de ambiente homosexual en Orlando.

Terrorismo y odio, valga la redundancia

El mayor ataque terrorista en Estados Unidos desde el 11-S mató este domingo a 51 personas y dejó heridas a otras 53 en una discoteca de Orlando, en Florida, frecuentada por homosexuales. El autor de la masacre, Omar Sadiqqi Mateen, un estadounidense de 29 años, de padre afgano, murió por disparos de la Policía. Antes de entrar a tiros en el club, había llamado al teléfono de emergencias 911, jurando obediencia al Estado Islámico y pronunciando una oración en árabe. El Califato emitió un comunicado atribuyéndose la acción de su “soldado”

El presidente Obama lo calificó como “un acto de terror” y, además, como un “acto de odio” contra la comunidad gay, que le reafirma en su iniciativa contra la libertad de armas de fuego en Estados Unidos. Muchas de las víctimas tienen apellidos como Sotomayor, Almodóvar, Ocasio-Capo y Guerrero, pero ni el presidente ni nadie en los medios está hablando de un “acto de odio” contra la comunidad hispánica. Tras el ataque del pasado 13 de noviembre a la discoteca Bataclan, en París, durante la actuación de Eagles of Death Metal, nadie habló de un “acto de odio” contra los amantes de la música rock. Ese mismo día, otros miembros de la célula yihadista atacaron terrazas llenas de gente –seguramente, había homosexuales entre las 137 víctimas de esa jornada–, y lo intentaron en el estadio donde la selección francesa disputaba un partido de fútbol, y el presidente Hollande no salió diciendo que había sido un “acto de odio” contra los que beben alcohol o disfrutan del fútbol. Lo que dijo es que fue un acto de guerra del terrorismo islamista contra Francia y contra la forma de vida de Occidente. Hay pocos países más restrictivos con la posesión de armas que Francia, lo que no impidió a los terroristas ir armados hasta los dientes con AK-47, pistolas y explosivos. En California, el Estado con controles más estrictos sobre la adquisición de armas de fuego, la pareja de terroristas del Estado Islámico que mató a 14 personas el pasado 2 de diciembre tenía un completo arsenal en su casa. Al distinguir entre “acto terrorista” y “acto de odio” –como si hubiese un terrorismo que no odie a los demás–, el presidente Obama y buena parte de los medios vuelven a desenfocar la naturaleza de la amenaza a la que se enfrenta Estados Unidos y la civilización occidental, que no es la Segunda Enmienda ni la homofobia, sino una tradición del Islam que hoy goza de un amplio respaldo entre los creyentes y los líderes de esa religión. 

Las víctimas de Orlando no han muerto por ser homosexuales –si es que lo eran: una etiqueta reduccionista e injusta con su memoria– , ni por culpa del “heteropatriarcado” –como dijo frívolamente el líder comunista español Alberto Garzón–, ni porque en Estados Unidos la gente pueda llevar armas. Han muerto porque el islamismo odia nuestra forma de vida y quiere destruirla mediante el terror. 

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