"...Después de casi un mes de parón reapareció Morante, el artista, con la ilusión en el alma de volver a sentir la emoción del toreo. Pero no le embistieron los toros y la decepción provocó que la cabeza de José Antonio, el hombre, le dijese basta..."
Morante le faltó un toro
Carlos Bueno
Burladero/3 de octubre de 2023
Un toro. Un solo toro hubiese bastado. Con un toro que le hubiera embestido por derecho Morante no habría cortado la temporada, estoy convencido. Apenas media docena de contratos le faltaban por cumplir al genio de La Puebla, con la gente expectante por verle tras la rotura del ligamento de la muñeca derecha que arrastra desde junio, una lesión que ha provocado que haya tenido que parar su campaña hasta en dos ocasiones. Por delante quedaban entre otros los compromisos de Madrid, Valencia, Zaragoza y Sevilla, plazas que le veneran y le motivan.
Después de casi un mes de parón reapareció Morante, el artista, con la ilusión en el alma de volver a sentir la emoción del toreo. Pero no le embistieron los toros y la decepción provocó que la cabeza de José Antonio, el hombre, le dijese basta.
¿Hubiera aguantado las molestias el torero durante las dos semanas que le faltaban para cerrar el año? Dependía más de la mente que del cuerpo. El órgano que controla y dirige nuestro comportamiento es el cerebro, donde el conjunto de nuestras capacidades cognitivas engloban procesos como la percepción, el pensamiento, la conciencia, la memoria o la imaginación. Imaginó Morante que podría expresar su toreo y reapareció, pero los toros descompusieron tal percepción y de inmediato pensó en echar la toalla. No haría el esfuerzo de tirar para adelante seis festejos más porque a la memoria le vino el recuerdo de la mala suerte que ha tenido en los sorteos después de su apoteósico éxito en el abril sevillano. La cabeza sospechó que el infortunio en sus lotes seguiría hasta el final y desalentó al torero.
Necesitan los artistas material idóneo para crear sus obras. Sin una buena arcilla no se puedo modelar, ni esculpir en granito que se desmorona, ni pintar con pinceles sin las cerdas adecuadas. El genio de La Puebla ha conseguido muchas veces esbozar su toreo sin la mínima bravura ante él, algo que requiere de unas energías extra para los diestros de su corte. Y ese empeño ha ido mermando su moral, máxime siendo que la desdicha de la falta de colaboración por parte de los astados le ha perseguido durante demasiado tiempo.
A todo esto hay que añadir la vorágine de corridas en las que ha tomado parte durante los dos últimos años, en los que acabó liderando el escalafón. En 2021 asumió toda la responsabilidad de la temporada post-pandémica y en 2022 alcanzó la centena de tardes toreadas, una auténtica barbaridad para alguien que necesita tiempo entre función y función para descansar, interiorizar y recargar fuerzas. ¿Está atorado Morante? Al principio de campaña, tras el descanso invernal, no lo parecía, pero cuando los contratos se multiplicaron las cosas comenzaron a torcerse, algo que quizá fuese más allá de la falta de fortuna en los sorteos.
Me viene a la cabeza la historia Mozart, dios de la música, que murió a los 35 años devorado por el estrés. Fiestas y composiciones sin descanso ocupaban su vida y, ya enfermo, fue incapaz de acabar su póstumo Réquiem. Aunque la versión más fiable apunta a que el compositor falleció por una infección que provocó un fallo renal, lo que se sabe con certeza es que padecía continuas jaquecas y estaba deprimido. Demasiados encargos, demasiada ansiedad, demasiado trabajo para un artista que se debía a la inspiración.
Por supuesto que no son casos comparables, pero Morante necesita mayor relajación para dar lo mejor de sí. Necesita parar para curarse definitivamente de la rotura del ligamento “escafo semilunar” de su muñeca derecha. Necesita una pausa para coger aire y volver con frescura. Y quizá dejando pasar un tiempo cambie su dicha en los sorteos. Porque necesitaba un toro embistiendo por derecho para aguantar seis festejos más, pero no le salió.
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