Homenaje en Las Ventas al maestro Andrés Vázquez
EN SU 80 ANIVERSARIO
El próximo 28 de Julio, a los 50 años de su alternativa lidiará en Zamora y dará muerte a un toro de Victorino Martín
ANDRÉS VÁZQUEZ, UN SUEÑO
Pla Ventura
España
Pensar que el maestro Andrés Vázquez, a los cincuenta años de su alternativa nos hará soñar el próximo día 28 de los corrientes, eso emociona a cualquiera. Cinco décadas más tarde, el maestro Andrés Vázquez, matará un toro de Victorino Martín en su Zamora querida. En la fecha citada, Andrés evocará, en una sola tarde y con un solo toro, lo que ha sido su digna, limpia y triunfal trayectoria en los ruedos del mundo, siendo, Madrid, su plaza talismán.
Catorce salidas en hombros de las Ventas y, entre otros títulos honoríficos, haber matado seis toros de Victorino Martín en solitario en Madrid, además de muchas tardes más con dicha ganadería y en la misma plaza, todo ello, son atributos más que suficientes para que, pasados los años, evoquemos su trayectoria admirable y, como ahora, nos deleitemos en este dulce presente en el que, el maestro, con 80 años, quiere darse el último lujo de su vida, matar un toro de Victorino en Zamora.
Los tiempos han cambiado a velocidad de vértigo; el maestro Andrés Vázquez, como todos sus coetáneos, eran capaces de ilusionarnos en aquellos años irrepetibles. Pasado el tiempo, aquella ilusión que nos mantenía vivos en nuestra afición ha muerto poco a poco. ¿Quién no se aficionaba hace cincuenta años cuando, por ejemplo, en aquella temporada del sesenta y dos, en su feria de Madrid, con la tercera parte de los festejos que ahora se celebran, salieron en hombros catorce de los diestros actuantes? Y allí, en aquella temporada, empezó Andrés Vázquez su singladura, justamente la que le hizo enarbolar el título de torero grande entre los grandes y, para su dicha, con el argumento del toro de verdad.
Ciertamente, el maestro Andrés Vázquez es todo un milagro. La vida le ha maltratado en muchos aspectos pero, para su fortuna, la salud, ha sido su más fiel aliada porque, hablar de que un hombre con ochenta años a sus espaldas, se tenga que enfrentar a un toro de Victorino, la dicha no puede ser más grande. A esa edad, cualquiera es un anciano en todos los sentidos y, el maestro Vázquez, tantos años después, nos sigue recordando que es un gran torero.
Hasta que llegue la fecha, vamos a soñar con la actitud del maestro y, llegada la misma, más de uno se emocionará y llorará de alegría de la propia emoción que dicho evento les causará.
Recordemos que el maestro tuvo su última aparición en los ruedos a los sesenta y ocho años, cortó dos orejas en Zamora y, de no ser por la cogida que sufrió aquella tarde, quién sabe hasta qué edad hubiera seguido impartiendo su arte.
En su época, que nadie lo olvide, el maestro Andrés Vázquez era el referente de la verdad por los toros que lidiaba que, para colmo, a tanta verdad la rociaba de su arte. Su cuerpo, lacerado por las cornadas jamás le impidió expandir su arte por los ruedos del mundo. Madrid le admiró, le consintió y le nombró con el honroso título de TORERO DE MADRID, sencillamente por las épicas actuaciones que siempre protagonizó en dicha plaza.
Ahora, le pedimos a Dios por el maestro para que le siga regalando el tesoro de la salud y que el próximo día 28 de los corrientes, sus fuerzas le permitan dibujar aquellos lances a la verónica maravillosos que nos tenía acostumbrados y, a poder ser, una docena de muletazos “marca de la casa”. Repetimos, de Dios estará porque el maestro no pondrá reparo alguno; llegado el momento, conociendo su personalidad y trayectoria, hasta se dejará matar si la ocasión lo requiere.
Andés Vázquez entre Victorinos, padre e hijo
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Una maravilla del torero donde la pureza y el clasicismo surgía de forma natural desde un valor natural, del del toreo bueno, sin aspavientos con técnica y poderío que bebería en las tauromaquia de Domingo Ortega o de su amigo y maestro Antonio Bienvenida a cuyo monumento erigido frente a la Puerta Grande de la plaza de Las Ventas colaboró tan decisivamente toreando en Madrid a beneficio de su construcción de una corrida como único espada. Siempre demostró ser un tío y un torero, claro está que ninguna de las figuras actuales se acuerdan de él ni se preocupan en jugársela como lo hizo este titán de Villapando. ¿Qué necesidad tiene de matar un victorino a estas alturas de su vida? pues sencillamente la de sentirse torero y honrar a la Fiesta como lo que es. Poco se dirá de esta hazaña por los telediarios como el coñazo del cachondeo ese de Badajoz. Gracias Andrés
ResponderEliminarAhí estaremos para verte.
Paco Melgar.- Medina del Campo