la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 23 de septiembre de 2013

DE CARA AL MAR / Por Benjamín Bentura Remacha



DE CARA AL MAR

Benjamín Bentura Remacha
Se me abren las carnes cuando me hablan de la Fiesta y la califican de Española. No en vano, en los años 60 del siglo pasado, viví casi todos los días de mi juvenil existencia escribiendo y confeccionando la revista “Fiesta Española” y haciendo juegos malabares para mantenerle hasta casi los finales de aquella interesante década, en la que supervivían toreros como Antonio Bienvenida y Antonio Ordóñez, volvían Manolo Vázquez y “Antoñete” y aparecían “los tres mosqueteros” que todo el mundo sabe que eran cuatro: Diego Puerta, Paco Camino, Santiago Martín “El Viti” y el verso suelto que siempre fue Curro Romero. La salsa picante era Manuel Benítez “El Cordobés”, martillo de ortodoxos, ídolo de multitudes y reivindicador crematístico de la soldada torera. Llevó al Diccionario de la R.A.E. el “kilo de billetes”, equivalente a un millón de pesetas. La funda de su almohada sobre la que soñó su regreso a los ruedos fue firmada por don Pedro Balaña, don Pablo Chopera, don Livinio Stuyk y don Diodoro Canorea. Pese a todo, eran tiempos de alegría, de fiesta. No como los actuales, con toda la democracia que ustedes quieran pero con mucha pena. Pena, penita, pena, pena de mi corazón. Hace unos días leí un artículo de Félix Madero en el que afirmaba lo siguiente: “La fiesta, la mal llamada fiesta nacional, porque no es una fiesta y tampoco es nacional, tiene muchos engarces con la política. Para empezar, la lidia tiene cada vez menos adeptos y por eso hay calvas de cemento al capricho. La culpa es de los ganaderos, que crían sardinas y gatos en las dehesas; de los empresarios, que confeccionan carteles en los que la mediocridad y la falta de riesgo mandan y de los toreros, que tragan con una mentira que termina con ellos. Nadie se cree a un torero de postín lidiando en una plaza de segunda” Con comentarios como este y alguno más de cierta altura literaria y peor baba, comprenderá el que me leyera que hable de TRAGEDIA: Para mí es una tragedia que se tache de mentira en estos meses en los que medio centenar de toreros (matadores de toros y novillos, banderilleros) han caído heridos en las arenas de las plazas españolas con cornadas o lesiones de alto riesgo que en otros tiempos hubieran tenido fatales desenlaces, se diga que los ganaderos crían sardinas y gatos y resulte que algunos de los nefastos opinantes se rasguen las vestiduras porque se indulte la vida a toros o novillos bravos que se lidian por esas plazas de Dios, de primera, segunda o tercera categoría porque esa bravura que se mantiene en los toros de España, Francia, Portugal, México, Colombia, Venezuela, Ecuador o Perú se puede manifestar en sus ruedos, en la corrida de toros, fiesta que es más antigua que la tortilla de patata, tubérculo este que no se conoció en Europa hasta que no lo trajeron al Viejo Mundo los descubridores españoles. ¿Qué comían antes del siglo XVI los alemanes?

Y qué momento más inoportuno, señor Madero, para poner en solfa a los toreros. Rejuvenece la solera milenaria de Enrique Ponce, salta de la mesa de operaciones a la blanda arena de Ronda Morante de la Puebla y remueve las cenizas de Pedro Romero y Antonio Ordóñez y pone los pelos de punta a Rafael el Gallo, el gitano de los Gómez, el improvisador Talavante le canta por lo bajini a un toro en Mérida y Miguel Ángel Perera sienta sus reales en las ferias más importantes. Era ya un torero desde su más tierna infancia, pero la compañía de Fernando Cepeda ha consolidados sus excepcionales aptitudes. Y José Mari Manzanares, hijo y nieto. Dos abuelos nos dejaron hace poco, el de Ponce y el de Manzanares. A Pepe Manzanares lo conocí al lado de su hijo, allá por tierras murcianas, cuando el de Alicante, el padre del actual, tomaba la alternativa y tenía que cortar la temporada y descansar de sus ajetreos taurinos y juveniles. Pepe Dols tenía afanes poéticos y lo cierto es que en los ruedos recitó con ritmo y rima su hijo y ahora lo hace su nietro. Y cómo traspasa las maromas de los asientos de barrera y sube hasta las alturas míticas del viejo circo romano de Nimes. Tengo envidia. En Francia están los mismos toreros y los mismos toros que en España, pero los franceses van a los toros y ¡cómo van!. Con alegría, con serenidad, con templanza, sin estridencias, sin alborotos, con buenas bandas de música, armónicos y toreros pasodobles, con generosa entrega y moderada ecuanimidad. De Bayona a Nimes. Para los aficionados, Bayona es la nueva San Sebastián y Nimes la nueva Barcelona, refugios de los vascos y catalanes. Por ahí aparecen las orejas del lobo trágico que se quiere zampar a la Fiesta Española. La tragedia de los nacionalismos.

Pero lo de José Mari Manzanares en Nimes fue una lección magistral en la que se juntaron la ciencia, la inspiración, el toro y el torero. Desde al primer lance a la estocada en el segundo y sexto toros de su mano a mano con “El Juli” con lleno total. ¿Se hubiera llenado la plaza de Bilbao, por ejemplo, con este mismo cartel? ¿Media entrada? Algo huele a podrido…Después todo se olvidó y Manzanares salió a hombros por la Puerta de los Cónsules. ¿Perfecto? Como decía Wilder en lo de “las faldas a lo loco”: Nadie es perfecto. Un fallo por parte del torero: perdió la muleta en la emociónate ejecución de la estocada en la suerte de recibir en el sexto por la violencia de la embestida del toro. Otro fallo por parte del ese toro: escarbó más de la cuenta. Dos fallos hacen más humana la apoteosis torera de la Feria de la Vendimia de Nimes. Humanamente divina.

Y para remate, un comentario sobre lo que Antonio Gala escribió en “El Mundo” hace unos días. Gala nació en Brazatortas, Ciudad Real, donde le regalaron un nicho con el encabezamiento de “Aquí yace el cordobés de Brazatortas …”, pero se crió en Córdoba en el complejo de la Electromecánica, donde el padre del escritor ejercía como médico. Allí, a su casa, la de sus padres, fue a comer un día de 1947 Manuel Rodríguez “Manolete”, que le explicó al joven Gala, 17 años sin cumplir, lo atroces que eran cada día de corrida la hora, el calor, el riesgo, el traje de luces… “Aquella temporada murió en Linares. Un par de “buenos amigos” impidieron entrar en la enfermería a la mujer con que pensaba casarse “in artículo mortis””. Don Antonio, con todos mis respetos, ¿usted cree que en aquellos momentos “Manolete” estaba en disposición de pensar en esas cosas? Ni “Manolete”, ni “Joselito” en Talavera, ni Granero en Madrid. Dicen los que saben, o dijeron hace tiempos, que “Manolete” no se casó con Lupe sino para no darle un disgusto a su madre. He curioseado en la biografía de Antonio Gala y he descubierto que, en su bautismo por la Iglesia, creo que no hay otro, le impusieron los nombres de Antonio Ángel Custodio Sergio Alejandro María de los Dolores Reina de los Mártires de la Santísima Trinidad y Todos los Santos. Ahora me explico muchas cosas y que dejara sus oposiciones de Abogado del Estado y se fuera a un convento de Cartujos. Uno sería, dadas las mismas circunstancias circunstancias, hasta anticlerical.
***

Barico

2 comentarios:

  1. La ilustración de este artículo de Benjamín Bentura me trae muchos recuerdos. Es una portada de la revista "Fiesta Española", fundada por el autor del texto, Benjamïn Bentura. En esa portada se ve a Jaime Ostos con un toro gigantesco, a Miguelín, a Juan Calleja y Manolo Cuevas, que tuvieron un gran ambiente como novilleros en las cercanías de Madrid, y también la noticia de que Domingo Espada habia sufrido un gravísimo percance en Lunet.

    Esta portada me lleva a mis primeros años de aficionado, a otra época de la Fiesta, de la afición y de la prensa. "Fiesta Española" es parte de la historia del toreo. Tenía inicialmente formato casi de hoja parroquial, pero su contenido era de cátedra de tauromaquia con Luis Fernández Salcedo, Barico I, Luis y Adolfo Bollain, Vicente Zabala, Manolo Moles, Fernández Román, Joaquín Jesús Gordillo, Edmundo G. Acebal, María Pilar (primera critica taurina), Carlos Alvarez (que además era novillero en activo), "Uno del Cinco" y en la "máquina de retratar" como se decía entonces, Botán. Y muchos más que recuerden ustedes. "Fiesta Española" descubrió, pues, a la mitad de la crírica taurina posterior. Su literatura histórica era magnífica, la formación para el aficionado, extraordinaria y la crítica, leñera. "Fiesta Española" se convirtió en la universidad a distancia de los aficionados. Todo su contenido era didáctico. Estoy convencido de que esta publicación contribuyó en enorme medida a que el toreo, que a principios de los 60 estaba completamente de perfil, se pusiera semi de frente según el estilo de Antonio Bienvenida y de Santiago Martín "El Viti", toreros muy elogiados en las páginas de "Fiesta Española", en tanto que la leña, coherentemente, se la llevaba la antítesis que suponía Manuel Benítez "El Cordobés".

    Pero además, cuanto se leía en la revista estaba tan revestido de afición, de entusiasmo y de amor a la Fiesta, que verdaderamente "Fiesta Española" vendía entradas para los toros, porque la leías y estabas deseando de que llegara el siguiente festejo para ir a la plaza. "Fiesta Española" mejoró la afición, creó nuevos aficionados y en la medida en que apostó por el toreo y los toreros ortodoxos, incluso pudo mejorar el curso del toreo hacia lo clásico. Y aún hizo más cosas: cuando no existían las escuelas, organizó un concurso de toreo de salón, al que acudieron aspirantes de toda España, cuyos premios eran trastos de torear, tras el cual se celebró un tentadero público con los primeros clasificados, de entre los cuales se eligió a los dos más destacados para torear poco después sin caballos. Los dos llegaron a matadores de toros: Aurelio Núñez y Curro Escacena.

    Pero los componentes de la redacción, por el prestigio adquirido, fueron llamados a mejores empleos dentro de la prensa, la radio y la televisión taurinas y Benjamín Bentura decidió que la aventura le había salido bien y rentable, y supo retirarse a tiempo y en paz con todo el mundo, que es siempre lo principal.

    Gran escritor y periodista de raza en los dos sentidos, por provenir de estirpe de periodistas y por su casta, descendiente de ganaderos desde el siglo XVIII, Benjamín Bentura se merece mi homenaje de discípulo y de amigo.

    Pepe Luis Vázquez, cuando se ponderaban los méritos y los éxitos de alguien, añadía: "Y además, es una buena persona". Y remataba diciendo: "¿Y hay algo más importante que el que digan: ése es una buena persona".

    Benjamín Bentura, gran periodista y mejor persona.

    Firmado: El hombre tranquilo

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  2. Una vez más D. Benjamín Bentura Remacha, lo remacha con su buen estilo periodístico, pues no en vano este aragonés que nació en Ejea de los Caballeros, es Licenciado en Derecho y periodismo.

    La admiración que siento por D. Benjamín viene desde mis comienzos como aficionado taurino allá por la mitad de la década de los 50, pues yo soy 12 años menor que el Sr Bentura Remacha.

    Su título “DE CARA AL MAR” me ha recordado aquella canción romántica del 1948 de Jorge Sepúlveda, “MIRANDO AL MAR”.

    Y que pudiera decir así:

    Bajo el palio de la luz brillante
    de un cielo azul en tarde de corrida
    quedo por un momento soñando
    con un olor a romero unido a verónica.

    Ni un lejano pensamiento me hace pensar,
    que un ramillete de lances
    rematados con una media,
    no tenga eco en el tendido.

    Mirando al ruedo soñé
    que en las muñecas amorosas del torero disfruté,
    mirando al ruedo yo no sé qué sentí,
    que acordándome del aroma de tu capote, lloré.

    La dicha que sentí
    yo sé que ha de surgir,
    y sé que ha de volver a mí
    cuando yo esté mirando al ruedo…

    Mirando al ruedo soñé
    que estaba junto a mí.
    Ordóñez, Romero y Paula
    mirando al ruedo yo no sé qué sentí,
    que acordándome de ellos, lloré.

    El sueño, dejo de serlo
    cuando una tarde de mayo
    en Jerez de la Frontera
    mirando al ruedo sentí
    que estaba junto a ellos…

    Y no era un sueño,
    era cierto que estaban allí,
    mirando al ruedo los vi
    mirando al ruedo los vi.

    Saludos

    Enrique Castillo

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